lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo 97: Tu Error Favorito

Te gusta alguna estrella de la televisión o del espectáculo? Algún amor platónico? Existen esas personas que vemos en la caja brillante llamada televisor y quedamos estupefactos por su forma de ser o porque tan sólo nos sentimos atraidos fisicamente. Y deben ser más de uno o dos los personajes que por ahí nos recuerdan momentos y llegamos en la noche a verlos donde siempre estan. Yo me acuerdo que en una teleserie juvenil del 13 me llamaba fuertemente la atención una de las actrices, la cual interpretaba a una joven bailarina con problemas cardiacos congenitos. Su ángel y su voz me encantaban a la hora de actuar, a parte de su pelo rojo.
La cuestión es que hoy mi vieja me levantó a las 7:30 de la mañana para acompañarla a comprar a Independencia esponja para las sillas y telas para unos pantalones que se quiere hacer. Ya allá, y con una bolsa de esponja en mis manos, la gorda buscaba dentro de una tienda alojada en un galpón telas para sus pantalones. Cuando de entre medio de todos los rollos de telas de todos los colores, aparece la actriz de la teleserie. No la pude creer, menos cuando se acercó a mí y me dijo:
"Cuanto vale el metro de esta?" mostrandome un rollo de tela que ni me acuerdo cómo era.
"Yo-yo no trabajo aquí" le dije baboso y nervioso.
Se rió de su equivocación, me pidió disculpas y se alejó.
En eso llega mi madre, me mira y me dice:
"Qué te pasó? Estás rojo"
"Nada"

Supusimos. Ese fue el error. Pensar qué es una garrafal caída. Yo supuse. Tú supusiste. Ellos supusieron. Y suponer que quieres algo es la base de un error. Entonces como yo supuse, todo se basó en un error. Así de frío. Y tú también supusiste. Supusiste que ser tú sería la forma más rapida de perderlo todo, así que decidiste no ser tú porque se suponía que yo me tendría que ir si jugabas a ser tú. Quisimos escuchar a nuestros miedos y a nuestras teorias infundamentadas, y apostamos a perder. Y perdimos. Y todavia no puedo aceptarlo del todo. La realidad es extraña... Pero ya tendrá que pasar.

Victoria es una propinera del Tottus que estudia enfermería. Es una chica linda, de sonrisa eterna y ojos llenos de luz. Su personalidad hace que todos en el super sepan quién es, porque siendo bien sinceros su extrovertida forma de ser no pasa desapercibida para nadie. Y a mí esos tipos de personalidad, un poco extremas, me chocan al principio.
Fue un día que se le ocurrió agarrarme pal güebeo por el alcance de nombre con el cantante de regeeton. Sólo pude sonreirle... fingidamente, obviamente, porque para qué iba a ser desagradable. No pues. Le sonreí, pero no le dije nada.
Y pasaron los fines de semanas, porque yo trabajo sólo sábado y domingo allá, y siguió leceandome y saludandome. Hasta que un día me agregó a Facebook. Sin embargo, en el momento en que iba a cliquear "aceptar" para ser su amigo, algo dentro me dijo "Cuidado con las solicitudes de amistad"
"Callate, mierda" le dije y la acepté.
Y después vino el Messenger. Esa evolución siempre es ultra rápida. Pero igual estaba reasio a entablar una conversación con contenido con ella. Así que la pescaba poco, porque su personalidad aún seguía siendo muy invasiva para mí, y eso me asusta. No soy bueno cohesionando palabras con personas que me ganan con su modo de ser.
Hasta que un día me hizo colapsar la paciencia.
"Por qué estás como Ocupado?" me preguntó refiriendose al estado de Messenger.
"Será porque estoy ocupado" le contesté.
Y me reclamó mi pesadéz. Yo no se lo discutí, porque tenía razón y tampoco me quería disculpar. Sin embargo, después viene la calma y la mente está más tibia y piensa con algo llamado razosinio. Entonces noté que en realidad había sido demasiado desagradable y ella no me había hecho nada para yo contestarle así.
Al otro día le hablé y le pedí disculpas. Sólo disculpas. Y comencé a hablar con otra disposición. Y la buena disposición pasó a convertirse en sensaciones agradables. Hasta que me encontré conversando hasta tarde con ella durante las noches.
Una linda amiga la Viki, de esas personas que tienen luz propia y logran envolverte con ella. Hace que la noche y la madrugada se valla más rápida. Es un momento de conversación intima y esclaresedora. Es un punto alto durante el día.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Capítulo 96: Ángeles y Demonios

Carlos es el nombre de un compañero mío del instituto. Un hombre normal. Buenas notas. Es su verdadero nombre. No le he ocultado con un seudonimo. Quiero que se sepa su verdadero nombre. Karina es la prima de Isabella. Una joven normal. Con sueños normales. Sale a carretear los fines de semana y en la semana trabaja arduamente para pagar su ropa y demaces. Viven y respiran como cualquiera. Hacen y beben como cualquiera. No se conocen. Pero misteriosamente, los tres, incluyendome, tenemos algo en común.

La historia es larga. Comenzó hace más de un año y nunca me atreví a escribir sobre ella por la simple razón de que frente a situaciones fuera de lo normal soy muy incredulo. El punto es que esto llegó hasta límites que nunca imaginé que iba a llegar. Haciendo un buen resumen, Carlos me habló de la fe y de Dios, del poder de la esperanza y de que sólo al creer en un ser divino se podían lograr cosas que nunca se habían logrado. Me decía que me había buscado porque me traía un mensaje. "En mí se escribe lo que se quiere transmitir. Soy un papel en blanco" recuerdo que citaba, como todo un evangelista de los años de la época de Jesús. Y yo sólo le escuchaba.
Aquellos primeros días, siendo sincero, le creía casi nada, pero a pesar de mi incredulidad, comenzaron a pasarme cosas que nunca había sentido. Me enseñó como sentir a este Dios del cual me hablaba. Y lo logré. Llegué a conversar con esta extraña energia que se agitaba dentro de mí en momentos que no había nadie que pudiera decirme algo.
En estos momentos, aquella energía es un gran aliado.

Pasó el tiempo y mayor las experiencias. Le conté a Carlos de mi videncia y de que podía ver las cosas que iban a ocurrir. Fue cuando Karina apareció en la historia. Quiero que quede claro que Carlos y Karina no tienen ningún vinculo, ni amistad o amigos en común, a parte de mí.
Karina me habló de la videncia de la muerte de gemelos en el parto de una amiga. Esta historia la conté en el capítulo 16. Yo le conté lo que me pasaba a mí. Y así tambien formamos un vínculo secreto. Las cosas así sólo la hablamos por messenger, porque en personas, frente a los demás, no tocamos nunca el tema.
El punto es que el vínculo con Karina creció, de una manera tal, que ella siente que venimos a esta vida con una misión, una misión que ambos debemos cumplir. Porque el tiempo pasó y las videncias para ella se convertieron en pesadillas apocalipticas. Ve el fin del mundo en todas partes. Su cuerpo se desdobla y puede ver a la capital de noche, sumida bajo la luz de una luna roja y oscuridad y miedo por doquier.
Le creo. Le creo porque Karina no tendría porqué mentir con respecto al tema. La cosa es que Carlos hace un tiempo comenzó a decirme lo mismo. Me dice que se acerca una guerra que acabara con todo, en donde él y yo tendremos que luchar en el nombre de la Humanidad. Suena a estupidéz de un güeón que quiere figurar, pero así es como habla. Y no exagero.

Qué creo yo? Creo que son demasiadas coincidencias. Sólo quería dejar esto escrito en el caso que el día de mañana pase algo y más personas se vean involucradas, para así dejar constancia del momento en que todo partió.

martes, 23 de noviembre de 2010

Capítulo 95: La Delgada Línea Roja

Siempre seguir la línea blanca y correcta es lo mejor. Ser alguién que no interfiere de forma negativa en la vida de los demás. Ser derechos y no alocados. Sobresalir porque no eres del montón. La disyuntiva es que por ambos costados de la línea blanca, a unos 50 centimetros, hay dos líneas rojas. Las puedes tocar, como todos, y seguir recorriendo la hermosa y linda línea blanca. Pero no recorrer ni atravesar las peligrosas y delgadas líneas rojas, porque te atrapan y no te dejan volver al verdadero camino. Y es peor cuando nunca las has recorrido y no sabes qué es lo que hay al otro lado.

A veces eres muy bueno, y ser malo no te queda bien. No te das cuenta cuando la vida toma una velocidad desgravitante y en unos segundos todo se torna turbio y denso. Recorrer la línea roja es sinónimo de desequilibrio. Tocarla es peligrosa y avismante. No saber caminarla te puede costar muchas cosas.

Unisono apareció hace tiempo en mi vida. Pero desde hace mucho que no oía de ella. Ahora ha vuelto y está pidiendo que sea parte de su ser.

Las notas del último ramo del tecnico promedian un 3.6. Queda una prueba y el examen. Las dos instancias, tan normales en la vida de todos, pueden definir muchas cosas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Capítulo 94: Una Simple Coincidencia

Ese día fue hace unos diez años. Una tarde iluminada por un sol que se abría paso por nubes oscuras que hace unas horas habían dejado caer un diluvio de proporciones atómicas. Salimos a ver qué había dejado el paso de la lluvia torrencial, y como siempre, recorríamos la población de norte a sur, en dirección a la iglesia.
Los pasajes estaban silenciosos, vacíos de gente. El aire era húmedo. El cielo se mantenía distante y callado. No recuerdo qué cosas habremos ido conversando, quizás aún estábamos impactados de la potencia del diluvio y el drástico cambio del clima a una tarde que ya se ponía calurosa. Debes en cuando nos juntábamos. No casi siempre. Pero las veces que nos veíamos, jugábamos con mis robots en el living de mi casa. Él tenía doce años, yo diez.
Hasta que llegamos a la calle de la iglesia donde habíamos hecho la primera comunión. Siempre doblabamos hacia el este, hacia Tucapel, pero esa tarde Nueva Imperial se veía hermosa hacia el oeste, hacia donde el sol se mezclaba poderoso con las oscuras y perturbadoras nubes. Así que torcimos dirección hasta la Iglesia.
Recuerdo que el primer disparo me pareció ser el sonido de alguién sacudiendo una alfombra. Me giré sobre el hombro y pude ver una camioneta azul a toda velocidad patinando por el asfalto mojado, zigzagueando por la calle, en dirección al oeste. Tras ella, una camioneta blanca, con un policia de investigación colgado desde una de sus ventanas, disparando su arma en contra del otro vehiculo, el cual se defendía de la misma forma.
Corrimos, corrimos porque eramos las tipicas victimas de balas perdidas, y corrimos porque teniamos que sobrevivir y vivir todo lo que hemos vivido estos últimos años. Una simple coincidencia, la cual nos tenía metido bajo un vehiculo estacionado, escuchando como la camioneta del narcotraficante y la de los ratis pasaban a toda velocidad, disparandose entre si, por nuestro lado.
Y se fueron zigzagueando la calle en dirección hacia el oeste. Nos levantamos, todos sucios de barro, mirandonos atonitos.
"Estaí bien?" me preguntó Jack.
"Si" le dije, exitado por la alucinante situación.
"Se iban disparando" me dijo mirando hacia el horizonte.
"Si" le dije.
Simplemente no lo podiamos creer.
Una simple cuestión de tiempo y sucesos. Sin ser extremistas, estuvimos a punto de morir juntos, pero no ocurrió.

Y ayer el güeón estaba achacado por que está chato de la pega.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Capítulo 93: Un posible Final

Era muy, pero demasiado estupido lo que había escrito antes. Era como burlar a mi mente que me decía "escriiiiibelooooo". Entonces lo hice. Se quedó tranquila la muy maldita y ahora lo borro para escribir esto.

Le he preguntado a Jack como terminar el blog. Y él muy filosofo dijo:
"Con un sueño" agregando que mis historias podrían ser más oscuras. Hablar de las personas desde una perspectiva mas tenebrooOoOosa. Así como un critico.
Lo mandé a la mierda. No me podría ver hablando de los sentimientos oscuros de las personas. Podría volverse una ventana más grande de lo que es. Pero lo del sueño no es malo.
Me gustaría dejarlo en suspenso. Un final feliz sería muy cursi. El suspenso es grandioso. Dejarlo con vida a este tipo que me ha acompañado desde hace mucho tiempo. Esa sería una buena idea. O quizás ya sé que es lo que quiero hacer y siemplemente no quiero dejarlo de escribir. Nooo. El 101 como diseño y número se vería muy mal. Estoy seguro.

Hablar puede ser extraño. Pero extraño bien.

Capítulo 92: Hilos

Lo mejor es seguir sin detenerse. Los miedos son humanos, pero controlabes. Cortar el hilo puede ser motivo de arrepentimiento más adelante. Rasgar el límite parace ser divertido, y hasta adrenalinico. Y jugar a ser lo que somos es más entrete aún.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Capítulo 91: En la Cama

Evité el momento. Pero cuando los momentos son inevitables, no hay donde esconderse.
"Cómo estaí con el Brian?" le pregunté.
"Bien. Súper bien"
"Qué bueno"
"Y tú estaí bien?"
La oscuridad te permite mirar el brillo de los ojos de la otra persona. Me giré y le contesté atravesándola con la mirada. Se notaba preocupada. Yo no la quería preocupar.
"Tranquilo"
"Entonces no bien" me dijo atenta.
"Hay balas pasadas, pero se quedarán ahí. No tengo como sacarlas. Así que queda asumir, no más"
"Sé que no quieres hablar del tema. Jack me actualizó de todo" me dijo, pidiendo tras líneas que le contara la historia.
Y lo hice.
"Hemos tenido mala cuea" me dijo.
No pude evitar reír. El hermano de Jack dormía en la cama continua.
"Pero tú estaí bien ahora. Estás muy enamorada. Tení que vivir la relación, nada más" le dije.
"Si. Al principio tuvimos ene problemas. Pero estamos la raja" me dijo con una voz de alivio que desde hace mucho tiempo no percibía en sus labios.
El silecio se adueñó de la pieza. Isabella y Jack dormían tranquilos en el living. Con Ibzen estabamos ahí, tratando de arreglar el mundo.
"Te echaba de menos, agüeoná" le dije
"Yo también, culiao"

sábado, 13 de noviembre de 2010

Capítulo 90: Navidad Anticipada

Cuando uno menos se los espera, y tal vez en el momento más exacto, llegan pequeños regalos que permiten hacer esto más facil.

Estaba conversando con María, buscando encontrar nuevamente el camino. Al final, y aunque en algún momento pensé que nunca más hablariamos, siempre está ese extraño sentimiento que vive en mí por su persona. Así que hace unos días decidí hablarle y escudriñamos las opciones. Entonces mientras anoche hablaba con ella y le contaba las cosas que había hecho, en la barra del chat de Facebook apareció una ventana que por un momento me cristalizó la sangre. Era Nadia.

Nadia apareció en los primeros capítulos de este blog. Tenía como apodo "Patricia", sin embargo hoy decido llamarle por su nombre.

Me habló sólo para saber de mí. Nada más. Y para decirme que nos juntaramos. Le dije que la había visto y que Martin estaba muy grande. Tambien me dijo que me quería mucho y que aún seguía siendo su mejor amigo.

Hay cosas que aquí y allá nunca podremos comprender.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Capítulo 89: Entender

"Crees en fantasmas?" me preguntó, observando atonito la televisión.
"No. Tú?" le pregunté.
"Tampoco" me dijo sonriendo con esa mirada angelical, pura.
"Y los que viste en la casa?"
"Esos no son fantasmas. Son personas" me dijo clavandome la mirada. Luego siguio viendo el televisor.

Rubén terminó con Karla hace dos semanas. Le dijo que ya no la amaba. Así de sincero el tipo. Eso es bueno. Cortar todo de un tirón y no dejar esperanzas de un regreso. Las cosas para la otra persona se hacen más facil. Un poco más, obviamente, ya que llevaban un año y medio de una buena y linda relación. Pero de repente algo se quebró dentro de él y paf! abajo todo. Bye bye. Y Karla trató de contactarme. Los perdidos entre la penumbra siempre buscan a alguien que pueda ver las cosas de arriba. Desde la altura todo se ve mejor. Así que hablamos. Estaba dolida, desorientada. Había un pequeño sentimiento de tranquilidad al saber que lo había dado todo por no perder lo que tenían, pero al tipo se le ocurrió salir con un pastelito bien desagradable. Se dio cuenta que al final la decisión no era del todo acertada. Que la extrañaba. Que aún sentía algo. Una mierda. Y mi prima se vio descolocada frente a las millones de sensaciones que genera la posibilidad de que existe una luz. El amor que le tiene sobrepasa a su sentido común y la envuelve en una red de esperanzas extrañas. Mas aún si Rubén, un hombre de 19 años, no tiene idea de lo que quiere en la vida. Sé que no lo hace de malo. No es un mal tipo. Pero su ambigüedad frente a lo que dijo socaba a mi prima en una cueva de la cual no pude salir.

Más allá de sufrir por no tenerlo al lado, sufre porque él no tiene claro el camino a seguir. Le dijo que no quería saber más de ella, pero después quiere saber de ella y juntarse. Entonces, Karla no puede tomar determinaciones tampoco. Qué quiere el bebé? Que ella esté cuando a él le baje el cariño? Y donde queda lo que mi prima siente?... No importa?

A veces el no estar seguros hace que despidamos luces de cosas que no queremos y desde el otro lado captan mal el clave Morse. Es mejor abrir el camino y no sembrar lo que no queremos cosechar. Recuerda que al otro lado hay un alma que necesita entender.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Capítulo 88: Procesos

Sigue el maldito proceso que necesitas seguir. Si te saltas tus procesos, no puedes resetearte y cometerás errores que a la larga te harán daño a ti. Yo no seguí el mío y ahora estoy comenzado a seguirlo. Disculpa Proceso por haberte ignorado todo este tiempo. Te juro que nunca más lo hago. Te extrañaba idiota.

Es como estar atrapado por una tempestad. Las olas a momentos te hunden y ahogan, a ratos te dejan respirar. El silencio da paso a las conclusiones más exactas, pero los movimientos raros las oscurecen.

Capítulo 87: 23

Como grupo, no somos mucho de sentarnos a hablar y declararnos el mutuo amor que tenemos el uno por el otro. Sinceramente, cuando uno tiene un problema que conversar, no se conforta al afectado, si no que se tocan todos los puntos de vista posibles, con la más fría mirada. Los instantes para declarar a la fuerza lo mucho que nos apreciamos se viven de a dos, pero nunca cuando estamos los tres.
Así que lo que no nos gusta expresar en grupo, lo filtramos mediante una celebración diferente el día del cumpleaños. Ayer Jack cumplió 23.

Llegué con una torta, un six pack de Budweiser y un paquete de Doritos, sabor Pizza. Mi amigo e Isabella prefieren los de sabor Queso, pero no habían donde hice las compras.
"Qué pasó?" me preguntó Bonita.
"No hay Doritos de queso" le dije, haciendo malabares entre la torta y el incomodo six pack de cervezas, sumado al celular en mi oreja y hombro.
"Trae cualquier cosa no más"

Le habíamos dicho a Jack que teníamos cosas que hacer. Isabella iría a rendir una prueba al instituto de inglés en donde estudia y yo tendría que asistir a mi primera sesión con el dentista. Sumado al percance de la teoria de mi amiga, el celebrado pensaba que estabamos enojado. Toda una red de mentiras para quitarle cualquier vestigio de esperanzas de que ese día podriamos llegar a saludarle a su casa. Así que con Bonita nos juntamos en el paradero que está cerca de su casa. Llegó sonriente y linda como siempre, con el six pack de Stela y un pack de papas fritas. Me había llamado en la mañana, despertandome de extraños sueños, para organizar todo. Y a los dos minutos de colgar, volvió a llamar.
"Amigo, estás enojado por lo que dije ayer?" me preguntó.
Sonreí porque ya se me había olvidado el tema, pero sin lugar a dudas quería tranquilizar sus inquietudes acerca de la osada hipotesis. Cerré la puerta para que mi vieja no escuchar el tema en cuestión.
"No. Obvio que no. Sé que si piensas algo lo dirás y eso no me molestas. No espero que te guardes lo que piensas. Espero que seas real conmigo. Sin embargo, yo no creo que sean así las cosas" le aclaré.
"Yo a veces digo güeás. Y lo de ayer fue una güeá" me dijo.

Sorpresa! Isabella le regaló una polera de Colo-colo, color negra. Comimos muchas papas con ají y tomamos mucha cerveza. Cuando llegó la madre de mi amigo, hablamos de la niñez y de lo maldadoso que eramos y del día que nacimos. Días en que no te imaginas todo lo que vas a vivir y hasta crees que la vida será tan facil como jugar a la pinta.
Al final cantamos el cumpleaños feliz, en donde demoró alrededor de un minuto en pedir los tres deseos.
Quizás aún todos creamos en esos deseos.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Capítulo 86: Costumbre

"Qué pasó?" me preguntó David.
Miré por el pasillo hacia a la otra sala de Burdeos. Le pasé el ticket a la niña que hacía las chorrillanas. Lo miré a él. Estaba nervioso como el niño que le sacó quince lucas al papá de la chaqueta.
"No sé cómo pasó... tan sólo sé que pasó y que no siento ningún tipo de arrepentimiento" empecé.
No sabía como decirle.
David me miraba atonito, creyendo que le diría que había dejado a alguna mina embarazada.
"Omar, qué chucha pasó?" volvió a preguntar.
Miré nuevamente hacia la mesa en donde Jack, Marlene, Nadia y Daniela esperaban la chorrillana. Ella, sus ojos pardos, se encontraron y me sonrió.
Me giré hacia David y le dije:
"Engañé a la Dani"
"Mentira" balbuceó.
"El viernes pasado salí con Marlene a un carrete. Ese carrete funó y nos fuimos a otro. Y estaba esta mina, güeón. Te lo juro que no sabía que era hasta que estaba dandole un beso" le dije.
Y lo miré con sentimiento de exquisita culpa.
"Pero no me arrepiento"
"Qué vas a hacer?" me preguntó.
"Ahí está la chorrillana" dijo la cocinera.
Tomé el plato y comencé a caminar lento hacia la mesa.
"Hice algo que nunca prometí hacerle a nadie. Es una auto-ley. Y lo hice sólo porque esto está podrido, y porque ella está aquí creyendo en algo que no existe. Terminaré con ella. No hoy. Porque hoy es mi cumpleaños. Cumplo diecinueve, y ella no se merece pasarla mal hoy. Hoy le sonreiré, le diré que la quiero, y después de Navidad dejaré todo hasta donde debería haberlo dejado hace mucho tiempo" le dije.
Este momento tenía que contarlo en este blog. No me lo quería llevar al otro.

Los mineros tuvieron que salir con lentes especiales para no dañarse la vista por el efecto de la costumbre a la oscuridad. Si el sol o cualquier otro tipo de luz les daba en los ojos, podían sufrir de ceguera. Y es chistoso que algo tan necesario les pudiera hacer mal.
Cuando opositores a algún gobierno protestan dejando de comer por semanas, no pueden volver a comer normalmente cuando desisten de su movimiento. Y no puden porque simplemente su organismo se acostumbró a vivir sin lo necesario para vivir.
Entonces se puede decir que la costumbre es como una droga intangible. Estamos tan aferrado a algo que un cambio o una mutación de ese algo nos descoloca, y no somos capaces de asimilar la nueva forma de ser de ese algo. Ni siquiera si salimos de algo malo para dejarnos envolver por algo bueno.

Jack, después de mucho tiempo, está en la luz. La oscuridad duró una eternidad para él. Casi dos años. Y ahora sale el sol. Qué hace? Se esconde como un vampiro que se calcina bajo la luz. Arranca como la presa de su captor. El estar con Isabella como siempre había querido lo tiene un tanto descolocado.
Hoy me contaba que estaba tan acostumbrado a lo que vivió, que estar donde está ahora no le permite asimilar que ya tiene lo que quería. Así de simple. Estuvo tanto tiempo en la oscuridad, que ahora la luz parece ser una suerte de pesadilla. Le dije que no tenía que forzar las cosas. Es obvio que le va a costar asumir que todo ya terminó, porque en algún instante decidió aferrarse a lo que tenía, a lo único que lo unía con Isabella. Porque ese cuarto oscuro en algún momento fue su unico hogar. El problema ahora es cómo abandonarlo.

Quizá nos guste acostumbrarnos a las cosas. Se vive más tranquilo. Más comodo. Le fingimos una realidad a nuestros sentimientos por alguna causa que se vuelve omnipotente. Nos volvemos parasitos de un sistema. Pero cuando el sistema ya no entrega eso malo que nos hace vivir, y el agua vital llega a nuestra boca, igualmente podriamos morir.
Es divertido. Me hace reír. Sin embargo parece ser algo cotidiano y normal, como le pasó a los mineros o a los comuneros mapuches con sus huelgas de hambre.
El secreto está en ser lo suficientemente maduros para acostumbrarnos a lo nuevo.

Ayer estaba dandome mil vueltas en la cama. Llovía con ímpetu afuera. Entonces el perro de la casa de atrás, ese que avisa que va a temblar, empezó a ladrar. Me quedé quieto para sentir si la pieza se movía. Mis viejos y los enanos dormían. La oscuridad ahogaba mi pieza. Derepente la puerta empezó a oscilar intermitentemente dentro de su marco. Se sacudía como si alguien quisiera botarla.
"Okey. Es sólo un temblor. No habrá otro terremoto. Sólo es una replica. Es la tierra moviendose... las placas. Sí. Las placas. Las jodidas placas se estan reacomodando después de la fiesta que tuvieron allá abajo"
Me repetí la misma frase hasta que paró. El perro dejó de ladrar. Yo me tranquilicé. Me acosté y traté de dormir. La lluvia chocaba fuerte contra mi ventana. El silencio se hizo de todo el lugar. Y la puerta otra vez comenzó a vibrar. Es lo único que avisa que está temblando. Me quedé en donde estaba y traté de sentir el piso moviendose, pero de eso nada.
Hoy en la mañana entré a la página web del instituto de geología de Estados Unidos. Los tengo como favoritos en el Firefox para, después de un temblor, revisar la lista de los temblores recientes que han habido en todo el mundo. La lista tiene la información de el país y localidad en donde fue el sismo, la profundidad, la medición de la potencia en la escala de Richter y su ubicación longitudinal. La lista estuvo plagada de items en donde aparecían localidades sureñas del país los dos meses posteriores al terremoto.
"Tembló ayer" le dije a mi mamá, buscando el temblor en la lista de Latest Earthquakes in the World, mientras me tomaba mi leche con café.
"Enserio? No sentí nada" me dijo extrañada.
Y fue cuando algo me hizo buscar en la lista otra vez.
"Imposible" susurré.
"A qué hora?" me preguntó.
"No... Parece que me equivoqué" le dije.
En la lista no había ningún temblor registrado. El último en Chile había sido hace tre días. Un 5.2 en Atacama... muy lejos de aquí para hacer vibrar la puerta de mi cuarto.

Capítulo 85: Eutanacia

En algún momento me dije "Si alguna vez llego a escribir 100 capítulos, dejo el blog hasta ahí", pensando en que un capítulo 101 sería muy excesivo. Y siendo sincero, nunca pensé que iba a llegar a escribir 100 capítulos. Era una meta casi inalcansable. Pero pensar es a veces erroneo, y aquí estoy, escribiendo el capítulo 85, a quince del final, y ya no es una meta el número 100.
Ahora, no quiere decir que valla a terminar de escribir. No. Sólo siento que 101 suena muy excesivo, casi como un vomito de cosas que se escriben. Se ve feo. Así que la idea es matar todos los temas que quedan inconclusos en este blog antes de llegar al capítulo final. No significa cambio de ciclo o nueva vida. Tampoco. Sólo es una cuestión de númeración. Pero sí quiero empesar a aclarar temas que quedaron en el límbo del cibermundo. Quedaron ahí y no siguieron su desarrollo. Entonces sí hay una suerte de meta. Cerrar capítulos antes de dejar este blog hasta el capítulo 100 y comenzar el nuevo con otras historias.
Eso.

Con María nos peleamos otra vez. Sí. Otra vez. Era el fin de semana de mis vacaciones de invierno. Habíamos organizado mi viaje a Concepción, pero al final, después de barajar opciones de estadía que no me convencieron, decidí no ir, ir al Cajón, y se enojó. Hasta el día de hoy, los primeros días de Noviembre, no nos hablamos. Somos amigos en feis todavia y contactos en msn aún, pero no nos pescamos. Qué nos pasó? No sé. Yo para algunas cosas ya no tengo la misma fuerza de antes, en muchos ambitos. Con María habíamos discutido tiempo después del terremoto, por qué simplemente me dejé estar y el tiempo pasó. Ella fue la percutora de la reconciliación. Y ahora no nos hemos hablado en mucho tiempo.
Quizás algo se quebró en algún momento de la historia y simplemente no se puede volver a pegar. Así ocurre muchas veces y no hay cómo poder regresar cuando las ganas no estan. Entonces en este momento quizás los dos encontramos el modo de seguir sin el otro, aunque en algún momento fuimos el único pedazo de algo en la vida del otro.
La distancia pesa de sobremanera en casos así.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Capítulo 84: Silencio

Parece que esa mierda del Karma sí existe.

Okey, termina un ciclo y miles de cosas. A tropesones, pero termina. Bien, lo acepto. Está bien... Necesito silencio en mi vida, calmarme y quitarle el pies al acelerador. Derepente en menos de dos años me han pasado cientos de cosas porque simplemente me lancé y no paré y aquí estoy, mirando hacia atrás y viendo los fracasos y los triunfos. El dolor vivido nadie lo quita, pero sirvió de mucho y eso hoy me tiene tranquilo. Y aunque todo haya sido demasiado gravitante, de repente, como el desauceado por cancer antes de morir, me siento en un estado de drogadicción pura. Puedo ver desde arriba todas las güeás que hice, todos los aciertos y errores que cometí, y de todo ese gran conglomerado de cosas, puedo sacar una única y linda conclusión, aunque suene gay la güeá.

Encontré lo que más quería en la vida. Y aunque lo haya perdido, ahora respiraré para que cuando llegue nuevamente el momento de tenerlo en frente, sepa tenerlo.

Shhht

viernes, 5 de noviembre de 2010

Capítulo 83: Baja Energia

Tengo prueba el lunes. Me tiene que ir bien sí o sí. Es la segunda de cuatro y en la primera me saqué un 3.8. O sea que hay que repuntar para llegar más tranquilo a fin de año. Estas últimas pruebas significan el termino de mi ténico y el próximo año comenzaría la ingeniería. Pero a veces siento que estoy terminando por terminar y no por lo que quiero. Tomé las telecomunicaciones como un colchon monetario y a veces me olvido de eso. Y aunque sea un mini-proyecto, igual me da un poco de temor finalizarlo y saber qué habrá más allá del fin. Las cosas acaban y tememos de saber qué hay del otro lado. Claro, no vemos más allá de nuestras propias decisiones y detrás de la línea final hay escenarios inciertos y no somos capaces de aceptarlos.
Por qué no somos capaces de vivir los procesos que nos dan miedo?

El día de ayer, tomandonos un shop en La Piccola Italia, Isabella nos contaba la historia de una amiga de ella que lleva alrededor de (le pregunté a Isabella la cantidad de años y me dijo "ufff como mil años". Disculpen por no tener la información) con el que alguna vez fue su amante. Cuento corto: el que era su amante pasó a ser su pololo oficial. Es por esto que el novio oficial sabe como la señorita es al otro lado de la línea, entonces la controla con obsesión. La amiga de Bonita lleva mucho tiempo con él, mezclando sentimientos, momentos y costumbre por el largo periodo que han vivido juntos, y por toda esa alquimía, le es imposible salir de lo que ha sido una relación viciosa y terrorifica. Él la trata de lo peor, lo que no es excusa para que ella tome la determinación de partir.
"Es simplemente porque no se ve sin él. El miedo a sufrir genera en ella una sensación de dependencia sobre él y no lo puede dejar. No quiere vivir ese momento en que lo va a echar de menos o cuando sepa que va a estar con otra" dijo Isabella.
"Pero si es algo que hay que vivir. Si no das el siguiente paso, te vas a quedar donde mismo siempre. Las cosas se acaban y punto" argumenté.
"Por eso yo a ti te encuentro fuerte. Demasiado, para mí gusto. No estaí ñiaí con sufrir o no poder verla, porque querí que esto pase rápido" me dijo.
Jack se quedó en silencio, y me descargó una fugaz mirada. Yo no podía responderle que aún no decidía dar el paso. Cruzar la línea y seguir. No había recordado nada en todo el día, pero en ese momento alguien se tropezó con el balde de la angustia y se desparramó por todo el lugar.

Me siento bajo de energía. Han pasado los días y siento que soy vulnerable a cualquier sensación con respecto a lo que sucedió. Llegué y mi viejo estaba frente al computador.
"Hola"
"Hola. Me voy a acostar" le dije.
Llegué a mi cama que me decía "Ven. Tus pesadillas son la mejor parte del día"
"Y no te gustó lo del domingo?" le pregunté, pero la maldita cama no hablaba. Era yo.
Tomé el celular y me fui a los mensajes. Los dedos temblaban sobre las teclas. Sentía que el corazón me iba a explotar. Enviar?... Borrar Mensaje. Lancé el aparato y rebotó en la esquina norte de la pieza.
Me tiré sobre las sábanas y procuré por unos días no enfrentarme a la línea. Es más, ni siquiera quiero ver la condenada línea.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Capítulo 82: Tercera Parte

De algún modo u otro creo que puedo percibir la conexión y logró sentir que aún cuesta seguir. Cuando leas esto, sólo leelo pensando en que son cosas que tienen que pasar. Necesito liberarme de esta angustia, y como escuchar tu voz a mi lado es lo único que la puede apagar y no puedo tener eso, escribo para amortiguar esto que pesa.

El agua cae entre las planicies de mi cuerpo. El sonido del ambiente es lejano. Creo que mi mente hizo que hoy amaneciera nublado. Sus ojos me miran esperando a que llore, pero no lo hice. Estaba perdida como un pajaro en medio de la tempestad. La queria besar y acariciar y hacerle sentir que la luz no es un regalo si no una busqueda. Quise que se quedara tranquila, pero no pude. Tuve que partir antes. Recuerdo que las noches bajo las torres de tensión fueron momentos inolvidables. Y que en algún momento amé estar tan sólo mirando cautivos por la oscuridad. La respiración me faltó. El pecho se congeló. Sonrió sobre una puesta de sol. Sus pelos rojos se colaron con la luz del sol. Perdí algo importante. Y me ahogué. Quisiera nunca haber partido de esa pieza.

No recuerdo bien cuando ocurrió, pero en un momento colapsé y preferí terminar todo con Yessenia. Habían sido tres meses de juntas que no iban a ningun lugar. Ibamos a la plaza de los skaters y ahí tratabamos de dar lo que no podíamos. Fueron terribles meses, en los cuales aprendí al final sólo una cosa. No eramos el uno para el otro. Así de simple.
Fue hace poco que empezamos a hablar otra vez.

Estabamos en una plaza. Las plazas me traen mala suerte. No podía hablar bien, así que me preguntó que había pasado la noche de la fiesta. Su pecho se notaba apretado. Sus ojos un poco asustados. La tarde moría lenta.
Para cuando terminé el relato, hubo un silencio y le pregunté si había algo más que decir. Asintió. El momento estaba proximo.
Me dijo que desde que me había dicho que para ella las cosas no eran como esperaba, se sintió bien por haberme contado la verdad, pero que en realidad todo seguía igual. Silencio. Por qué el silencio? Creí perderme en esos eternos segundos. La insté a continuar y dijo:
"Creo que deberiamos dejar esto hasta aquí nomas"

"Entonces yo me iba a ir" sorbí un poco de mi cerveza para apaciguar la pena. Quería terminar de contar todo dignamente "Pero se quedó callada. Así que le pregunté si quería decirme algo más. Me dijo que necesitaba decirme mil cosas, pero que no podía. Le daba pena"
"A todos nos da pena po' Omar" me dijo Yessenia.
Después del adiós, llegué a la casa, tomé mi chaqueta y partí al Tottus. Allá estaba la unica persona con quién podía hacer lo que quisiera y no se movería de mi lado. Yessenia estaba cansada, pero habiamos acordados reunirmos un día a tomarnos algo.
"Juntemonos la proxima semana" me sugirió.
"Yessenia, necesito salir hoy" le dije serio.
Me miró fijo y logró captar que algo no iba bien.
"A ti igual te da pena"
Asentí mirando la boquilla de la cerveza. Y salió. Comencé a llorar como no lo había hecho en toda la tarde.
"Es por que la querí po'"
"Pero sólo la quiero. No sé por qué duele tanto esta güeá. No entiendo por qué me llenó tanto el que llevaramos una relación tan simple y de niños. Al principio hubo intimidad, pero después decidimos abortar esos momentos y vivir cada segundo. Y se supone que eso aburre o se vuelve rutinario, pero no para mí. Adoré cada momento y cada instante después de haber hablado. Me entiendes?"
"Pero si esa güeá es la raja, Omar. Esa güeá es lo mejor que te puede pasar en la vida y no podí encontrar eso tan facil" dijo, sorbiendo de su cerveza.

Llegamos a su pieza y nos sentamos en su cama. Tan sólo una vez había llegado ahí y había estado unos segundos. Ahora volvía para no regresar más.
Trató de hablar y se quebró. Me partió el alma en dos. Quería besarla y hacerle encontrar el camino, pero no podía. Tenía que respetar. Así que la abracé y le dije que soltara todo lo que tenía que decir. Era obvio que no quería que la viera llorar.
"Aunque te hayan pasado cosas antes, quiero que sepas que para mí eres alguien demasiado especial (no recuerdo bien si "especial" fue la palabra ocupada) y no quiero perderte como persona" dijo.

Me sequé el rostro. Yessenia tan sólo me miraba.
"Le dije que era un gúeón más y que en unas semanas ya no iba a ser tan importante. Que esto pasaba, que la vida era así. Sólo quería perdirle que lo intentaramos, pero ella ya tenía su decisión y yo no podía hacer nada"
"En estos casos así son poco los consejos que..."
"No quiero un consejo, Yessenia. Sólo quiero que me escuchí porque contigo es con la única persona con quién puedo desahogarme así. Necesitaba esto" le dije.
"Bueno"
"Entonces preferí, con el pecho todo apretado, apartarla de mi vida. Está confundida y necesita respirar para pensar bien. O quizás ya no hay nada que pensar y hoy en la tarde fue la última vez que nos vimos..."
"Yo creo que van a volver a hablar" me interrumpió Yessenia "Ella es chica y parece inmadura. Quizás necesite tiempo pa' cachar que es lo que le pasa"
"No sé. Trato de no pensar en nada. Prefiero ser negativo y no esperar a que decida volver"
"Y si vuelve?" me preguntó.
Los vehiculos desaparecieron. El cielo quería llover. Nada podía evitar la respuesta.
"Si vuelve, ojalá que no sea demasiado tarde"

Capítulo 81: Segunda Parte


La Luz al Final del Tunel

"En algun momento hay que decidirse; los muros no mantienen a los demas fuera sino a ti dentro, la vida es un caos, somos asi. Puedes pasarte la vida levantando muros, o puedes vivirla saltandolos. Aunque hay algunos muros demasiado peligrosos para cruzarlos y lo unico que se es que si finalmente te aventuras a cruzar... las vistas al otro lado son fantásticas"
Grey's Anatomy

Estaba drogado con el aire frío. Deslizaba mi mano por entre las alas de la cortina de mi pieza. El cielo lloraba, rojo de pena. El silencio tenía al lugar totalmente absorbido. Pensé que el dolor se iría rapido, pero estaba ahí, sentado en mi pecho, riendose en mi cara. Los segundos quisieron ir más lentos.

No nos vimos en diez días. Sentí su evación y tan sólo preferi no presionarla. Era obvio lo que iba a pasar. Lo Obvio es Inevitable. Y llegó el día de su fiesta. Vestía un amoldado traje negro, su pelo rojo era liso y hermoso y su tierna sonrisa iluminaba todo el lugar. Yo estaba incomodo ahí. Sabía que algo iba a pasar. Estaba dentro de mi cabeza, golpeandome con alegocía y no me dejaba en paz. Pero había que seguir. Tenía que estar a su lado y apoyarla esa noche, aunque sus caricias ya no fueran las mismas.
Fue a eso de las 2 de la madrugada que a lo obvio se le ocurrió surgir de la peor forma y desde la peor fuente. No diré nombres, sólo relataré los hechos.
"Deberías ir a sacar a bailar a la Cami" sugirió.
Yo sabía como era ella. Le encanta envolverte en su juego y en lo más posible hacerte caer. Pero yo tengo un poco de eso, así que sabía que terreno estaba pisando.
"Estoy bajando música para la fiesta. Ya voy a ir donde ella" respondí tranquilo. No podía mostrar debilidad.
"Está aburrida, Omar. Yo creo que deberias ir a sacarla a bailar, ahora. Se está aburriendo" dijo, dejando suspendidas en el aire las últimas palabras.
La respiración de Isabella a mi lado sonaba agitada. La miré para tranquilizarla. Ella no se merecía nuestra rabia generada por su personalidad.
"Tranquila. Ya voy a ir"
"Pero es que cómo te quedas ahí"
"Por qué dices eso?"
"Porque hay algo que yo sé" lanzó.
Me quemó por completo los interiores. Y deduje que desinficar la voz, le permitiría a ella hablar más fuerte y llamar la atención. Se arruinaría la fiesta. Todos verían la discusión y todo se iría al demonio. Preferí sonreir y no caer en su juego.
"Me quieres dar un consejo?" le pregunté "Eso de llegar y de decir algo a medias no es bueno"
"No te quiero dar ningún consejo" dijo, cambiando la faz de su cara. No estaba consiguiendo lo que quería.
"Entonces?" le pregunté.
"No te conviene entrar en polemica conmigo, Omar" dijo y se fue.
Quise correr y no volver. Quise pararme y responderle. Obligarla a hablar. Pero para qué? Sabía que era lo que tenía que decir y Camila me lo diría al día proximo.

Comenzamos a jugar a que eramos pareja aún. Ella lo quería así. Yo hacía todo lo que ella quería. Sufría por dentro al no poder tenerla como quería, pero qué más daba. Estaba con ella y lo demás no importaba. Ella no quiso dejarme ir y yo no podía partir, guardando en alguna parte de mi alma la esperanza de que todo volviera a ser como era. Existía aún la esperanza de que encontraría el camino de vuelta a lo que le atrajo de mí y yo quería estar ahí para cuando ocurriera.

Capítulo 80: Cronicas de Un Nuevo Fin

"Al principio, cuando eres Niño, te gustan un montón de Cosas. Está ese jueguete favorito, ese titere que tanto te hace feliz. Cuando eres grande te gustan dos o tres cosas, y ese monton de genero y par de botones ya no te interesa.... A mí, en la vida, me gusta sólo una cosa"
Vivir al Limite.

Primera Parte: Click

"Puedo escribir esto en mi blog?" le pregunté secandome las lágrimas.
"Obvio po' Omar. Pero quiero verlo después en tu Facebook" me dijo riendo.
"Bueno"

Nos sentamos en la banca de la plaza. No había ningún joven patinando o otros grupos bebiendo en los lugares aledaños. Habían pasado tres días desde que se había bajado del colectivo sin dar explicación. Y el hecho de estar ahí era sólo un mero tramite, pero el mero tramite se convertiría en una lección de vida. Yo me había vestido con mi buso azul y el poleron de Ignacio. No hacía falta arreglarse para ir a terminar lo que ya estaba terminado. Pero el final no sería escrito como yo imaginaba.
"Sabes a lo que vengo?" me preguntó.
Yo me giré sobre mi hombro, le clavé la mirada cristalizada, jurando que no lloraría, ahogandome en mierda.
"Sí"
"Ya"
Y mi sentido común se quedó esperando a que ella dijiera "Quiero terminar contigo", pero de eso nada. Ella no pudo decirmelo.

Cuando fuimos al Cajón todo fue llanamente raro. Al regreso, me explicó que algo dentro de ella no iba bien. Había algo, en toda la atmosfera que hacia que el aire pesara un poco más. Recuerdo que esa noche, hace unas tres semanas, traté de mover los hechos y las situaciones para que estuviera más comoda. A simple vista, se veía confundida y quizás un poco perdida. Y era obvio. No entendía a ciencia cierta qué era lo que le pasaba.
En ese instante temí de que la historia se volviera a repetir y que lo que estaba comenzando a sentir se estrellara con una muralla de quince kilometro de áltura. Pero algo me dijo que siguiera y luchara. Es por eso que aclaramos bien las cosas y buscamos la vía más sana para seguir como estabamos. No había por qué terminar.
Horas más tarde dijo sentirse bien, pero en realidad estabamos viviendo el comienzo del fin. Regresar en el tiempo a arreglar lo que se quebró era imposible.

No quería estar en la luz. Me dijo que nos movieramos a la banca que era tragada por la oscuridad. Solo los dos, unicamente quedaba hablar. Le dije que mi actitud de aquel sábado era por todo lo que había ocurrido a causa del terremoto. Que nunca en la vida comprenderé por qué me afectó de tal forma y magnitud, pero que aquel maldito sábado había sido participe de la explosión de una bomba de tiempo. Le pedí disculpas. Ella me miraba apenada, impactada. Le dije que sabía que a ella no le importaba lo del terremoto. Yessenía tiene esa particularidad de ser más fría que el resto. Entonces fue cuando soltó que a pesar de todo lo que había pasado, no quería perderme. Eso me descolocó. Contraataqué diciendole que yo era sólo un güeón más y que yo era ese tipo de persona que en su vida pasaría y que en un mes ya no me necesitaria. Mal que mal, ya no me quería como pareja y había que seguir. Los dos necesitabamos seguir. Pero no, ella insistía. Quería a todas costas seguir conmigo. Y soltó que me amaba, pero no sabía de qué forma. Yo tambien la amaba, no sé por qué, pero era así. Me había enamorado de ella de forma pura y clara. Y ahí estabamos, no sabiendo qué hacer. Los meses estaban contados para nosotros, pero quisimos seguir para ver dónde quedaría todo.
Nos abrasamos porque todo alrededor era confusión y ambos lloramos al no entender por qué la vida era tan así.

Fue una noche en su casa, cuando todo iba bien, que algo hizo click. Logró sentirse bien, y le creo. Se notaba en su mirar, pero se sentía bien por haberme dicho la verdad. Sin embargo, más allá de todo, pocas cosas habían cambiado. Le quise dar una cucharada torta y la rechazó, y en ese instante, en fracciones de segundo pude sentir todo lo que ocurrería. Las videncias son como una astilla que te clavan en la parte detrás de la cabeza y te la entierran hasta el centro del cerebro. Aparece sola y se revuelve con tus otros pensamientos y los borra. Había algo que no iba bien, pero se prefirió seguir.

Han pasa un poco más de doce horas. Algo duele dentro y es el haber perdido algo que nadie nunca más podrá entregar. Llega un momento en que te encuentras con todo lo que querías, con todo lo que anhelas, pero sabemos de verdad poseer todo lo que deseamos?

Luz en la Oscuridad.