jueves, 11 de noviembre de 2010

Capítulo 87: 23

Como grupo, no somos mucho de sentarnos a hablar y declararnos el mutuo amor que tenemos el uno por el otro. Sinceramente, cuando uno tiene un problema que conversar, no se conforta al afectado, si no que se tocan todos los puntos de vista posibles, con la más fría mirada. Los instantes para declarar a la fuerza lo mucho que nos apreciamos se viven de a dos, pero nunca cuando estamos los tres.
Así que lo que no nos gusta expresar en grupo, lo filtramos mediante una celebración diferente el día del cumpleaños. Ayer Jack cumplió 23.

Llegué con una torta, un six pack de Budweiser y un paquete de Doritos, sabor Pizza. Mi amigo e Isabella prefieren los de sabor Queso, pero no habían donde hice las compras.
"Qué pasó?" me preguntó Bonita.
"No hay Doritos de queso" le dije, haciendo malabares entre la torta y el incomodo six pack de cervezas, sumado al celular en mi oreja y hombro.
"Trae cualquier cosa no más"

Le habíamos dicho a Jack que teníamos cosas que hacer. Isabella iría a rendir una prueba al instituto de inglés en donde estudia y yo tendría que asistir a mi primera sesión con el dentista. Sumado al percance de la teoria de mi amiga, el celebrado pensaba que estabamos enojado. Toda una red de mentiras para quitarle cualquier vestigio de esperanzas de que ese día podriamos llegar a saludarle a su casa. Así que con Bonita nos juntamos en el paradero que está cerca de su casa. Llegó sonriente y linda como siempre, con el six pack de Stela y un pack de papas fritas. Me había llamado en la mañana, despertandome de extraños sueños, para organizar todo. Y a los dos minutos de colgar, volvió a llamar.
"Amigo, estás enojado por lo que dije ayer?" me preguntó.
Sonreí porque ya se me había olvidado el tema, pero sin lugar a dudas quería tranquilizar sus inquietudes acerca de la osada hipotesis. Cerré la puerta para que mi vieja no escuchar el tema en cuestión.
"No. Obvio que no. Sé que si piensas algo lo dirás y eso no me molestas. No espero que te guardes lo que piensas. Espero que seas real conmigo. Sin embargo, yo no creo que sean así las cosas" le aclaré.
"Yo a veces digo güeás. Y lo de ayer fue una güeá" me dijo.

Sorpresa! Isabella le regaló una polera de Colo-colo, color negra. Comimos muchas papas con ají y tomamos mucha cerveza. Cuando llegó la madre de mi amigo, hablamos de la niñez y de lo maldadoso que eramos y del día que nacimos. Días en que no te imaginas todo lo que vas a vivir y hasta crees que la vida será tan facil como jugar a la pinta.
Al final cantamos el cumpleaños feliz, en donde demoró alrededor de un minuto en pedir los tres deseos.
Quizás aún todos creamos en esos deseos.