Tengo prueba el lunes. Me tiene que ir bien sí o sí. Es la segunda de cuatro y en la primera me saqué un 3.8. O sea que hay que repuntar para llegar más tranquilo a fin de año. Estas últimas pruebas significan el termino de mi ténico y el próximo año comenzaría la ingeniería. Pero a veces siento que estoy terminando por terminar y no por lo que quiero. Tomé las telecomunicaciones como un colchon monetario y a veces me olvido de eso. Y aunque sea un mini-proyecto, igual me da un poco de temor finalizarlo y saber qué habrá más allá del fin. Las cosas acaban y tememos de saber qué hay del otro lado. Claro, no vemos más allá de nuestras propias decisiones y detrás de la línea final hay escenarios inciertos y no somos capaces de aceptarlos.
Por qué no somos capaces de vivir los procesos que nos dan miedo?
El día de ayer, tomandonos un shop en La Piccola Italia, Isabella nos contaba la historia de una amiga de ella que lleva alrededor de (le pregunté a Isabella la cantidad de años y me dijo "ufff como mil años". Disculpen por no tener la información) con el que alguna vez fue su amante. Cuento corto: el que era su amante pasó a ser su pololo oficial. Es por esto que el novio oficial sabe como la señorita es al otro lado de la línea, entonces la controla con obsesión. La amiga de Bonita lleva mucho tiempo con él, mezclando sentimientos, momentos y costumbre por el largo periodo que han vivido juntos, y por toda esa alquimía, le es imposible salir de lo que ha sido una relación viciosa y terrorifica. Él la trata de lo peor, lo que no es excusa para que ella tome la determinación de partir.
"Es simplemente porque no se ve sin él. El miedo a sufrir genera en ella una sensación de dependencia sobre él y no lo puede dejar. No quiere vivir ese momento en que lo va a echar de menos o cuando sepa que va a estar con otra" dijo Isabella.
"Pero si es algo que hay que vivir. Si no das el siguiente paso, te vas a quedar donde mismo siempre. Las cosas se acaban y punto" argumenté.
"Por eso yo a ti te encuentro fuerte. Demasiado, para mí gusto. No estaí ñiaí con sufrir o no poder verla, porque querí que esto pase rápido" me dijo.
Jack se quedó en silencio, y me descargó una fugaz mirada. Yo no podía responderle que aún no decidía dar el paso. Cruzar la línea y seguir. No había recordado nada en todo el día, pero en ese momento alguien se tropezó con el balde de la angustia y se desparramó por todo el lugar.
Me siento bajo de energía. Han pasado los días y siento que soy vulnerable a cualquier sensación con respecto a lo que sucedió. Llegué y mi viejo estaba frente al computador.
"Hola"
"Hola. Me voy a acostar" le dije.
Llegué a mi cama que me decía "Ven. Tus pesadillas son la mejor parte del día"
"Y no te gustó lo del domingo?" le pregunté, pero la maldita cama no hablaba. Era yo.
Tomé el celular y me fui a los mensajes. Los dedos temblaban sobre las teclas. Sentía que el corazón me iba a explotar. Enviar?... Borrar Mensaje. Lancé el aparato y rebotó en la esquina norte de la pieza.
Me tiré sobre las sábanas y procuré por unos días no enfrentarme a la línea. Es más, ni siquiera quiero ver la condenada línea.
Por qué no somos capaces de vivir los procesos que nos dan miedo?
El día de ayer, tomandonos un shop en La Piccola Italia, Isabella nos contaba la historia de una amiga de ella que lleva alrededor de (le pregunté a Isabella la cantidad de años y me dijo "ufff como mil años". Disculpen por no tener la información) con el que alguna vez fue su amante. Cuento corto: el que era su amante pasó a ser su pololo oficial. Es por esto que el novio oficial sabe como la señorita es al otro lado de la línea, entonces la controla con obsesión. La amiga de Bonita lleva mucho tiempo con él, mezclando sentimientos, momentos y costumbre por el largo periodo que han vivido juntos, y por toda esa alquimía, le es imposible salir de lo que ha sido una relación viciosa y terrorifica. Él la trata de lo peor, lo que no es excusa para que ella tome la determinación de partir.
"Es simplemente porque no se ve sin él. El miedo a sufrir genera en ella una sensación de dependencia sobre él y no lo puede dejar. No quiere vivir ese momento en que lo va a echar de menos o cuando sepa que va a estar con otra" dijo Isabella.
"Pero si es algo que hay que vivir. Si no das el siguiente paso, te vas a quedar donde mismo siempre. Las cosas se acaban y punto" argumenté.
"Por eso yo a ti te encuentro fuerte. Demasiado, para mí gusto. No estaí ñiaí con sufrir o no poder verla, porque querí que esto pase rápido" me dijo.
Jack se quedó en silencio, y me descargó una fugaz mirada. Yo no podía responderle que aún no decidía dar el paso. Cruzar la línea y seguir. No había recordado nada en todo el día, pero en ese momento alguien se tropezó con el balde de la angustia y se desparramó por todo el lugar.
Me siento bajo de energía. Han pasado los días y siento que soy vulnerable a cualquier sensación con respecto a lo que sucedió. Llegué y mi viejo estaba frente al computador.
"Hola"
"Hola. Me voy a acostar" le dije.
Llegué a mi cama que me decía "Ven. Tus pesadillas son la mejor parte del día"
"Y no te gustó lo del domingo?" le pregunté, pero la maldita cama no hablaba. Era yo.
Tomé el celular y me fui a los mensajes. Los dedos temblaban sobre las teclas. Sentía que el corazón me iba a explotar. Enviar?... Borrar Mensaje. Lancé el aparato y rebotó en la esquina norte de la pieza.
Me tiré sobre las sábanas y procuré por unos días no enfrentarme a la línea. Es más, ni siquiera quiero ver la condenada línea.