miércoles, 3 de noviembre de 2010

Capítulo 80: Cronicas de Un Nuevo Fin

"Al principio, cuando eres Niño, te gustan un montón de Cosas. Está ese jueguete favorito, ese titere que tanto te hace feliz. Cuando eres grande te gustan dos o tres cosas, y ese monton de genero y par de botones ya no te interesa.... A mí, en la vida, me gusta sólo una cosa"
Vivir al Limite.

Primera Parte: Click

"Puedo escribir esto en mi blog?" le pregunté secandome las lágrimas.
"Obvio po' Omar. Pero quiero verlo después en tu Facebook" me dijo riendo.
"Bueno"

Nos sentamos en la banca de la plaza. No había ningún joven patinando o otros grupos bebiendo en los lugares aledaños. Habían pasado tres días desde que se había bajado del colectivo sin dar explicación. Y el hecho de estar ahí era sólo un mero tramite, pero el mero tramite se convertiría en una lección de vida. Yo me había vestido con mi buso azul y el poleron de Ignacio. No hacía falta arreglarse para ir a terminar lo que ya estaba terminado. Pero el final no sería escrito como yo imaginaba.
"Sabes a lo que vengo?" me preguntó.
Yo me giré sobre mi hombro, le clavé la mirada cristalizada, jurando que no lloraría, ahogandome en mierda.
"Sí"
"Ya"
Y mi sentido común se quedó esperando a que ella dijiera "Quiero terminar contigo", pero de eso nada. Ella no pudo decirmelo.

Cuando fuimos al Cajón todo fue llanamente raro. Al regreso, me explicó que algo dentro de ella no iba bien. Había algo, en toda la atmosfera que hacia que el aire pesara un poco más. Recuerdo que esa noche, hace unas tres semanas, traté de mover los hechos y las situaciones para que estuviera más comoda. A simple vista, se veía confundida y quizás un poco perdida. Y era obvio. No entendía a ciencia cierta qué era lo que le pasaba.
En ese instante temí de que la historia se volviera a repetir y que lo que estaba comenzando a sentir se estrellara con una muralla de quince kilometro de áltura. Pero algo me dijo que siguiera y luchara. Es por eso que aclaramos bien las cosas y buscamos la vía más sana para seguir como estabamos. No había por qué terminar.
Horas más tarde dijo sentirse bien, pero en realidad estabamos viviendo el comienzo del fin. Regresar en el tiempo a arreglar lo que se quebró era imposible.

No quería estar en la luz. Me dijo que nos movieramos a la banca que era tragada por la oscuridad. Solo los dos, unicamente quedaba hablar. Le dije que mi actitud de aquel sábado era por todo lo que había ocurrido a causa del terremoto. Que nunca en la vida comprenderé por qué me afectó de tal forma y magnitud, pero que aquel maldito sábado había sido participe de la explosión de una bomba de tiempo. Le pedí disculpas. Ella me miraba apenada, impactada. Le dije que sabía que a ella no le importaba lo del terremoto. Yessenía tiene esa particularidad de ser más fría que el resto. Entonces fue cuando soltó que a pesar de todo lo que había pasado, no quería perderme. Eso me descolocó. Contraataqué diciendole que yo era sólo un güeón más y que yo era ese tipo de persona que en su vida pasaría y que en un mes ya no me necesitaria. Mal que mal, ya no me quería como pareja y había que seguir. Los dos necesitabamos seguir. Pero no, ella insistía. Quería a todas costas seguir conmigo. Y soltó que me amaba, pero no sabía de qué forma. Yo tambien la amaba, no sé por qué, pero era así. Me había enamorado de ella de forma pura y clara. Y ahí estabamos, no sabiendo qué hacer. Los meses estaban contados para nosotros, pero quisimos seguir para ver dónde quedaría todo.
Nos abrasamos porque todo alrededor era confusión y ambos lloramos al no entender por qué la vida era tan así.

Fue una noche en su casa, cuando todo iba bien, que algo hizo click. Logró sentirse bien, y le creo. Se notaba en su mirar, pero se sentía bien por haberme dicho la verdad. Sin embargo, más allá de todo, pocas cosas habían cambiado. Le quise dar una cucharada torta y la rechazó, y en ese instante, en fracciones de segundo pude sentir todo lo que ocurrería. Las videncias son como una astilla que te clavan en la parte detrás de la cabeza y te la entierran hasta el centro del cerebro. Aparece sola y se revuelve con tus otros pensamientos y los borra. Había algo que no iba bien, pero se prefirió seguir.

Han pasa un poco más de doce horas. Algo duele dentro y es el haber perdido algo que nadie nunca más podrá entregar. Llega un momento en que te encuentras con todo lo que querías, con todo lo que anhelas, pero sabemos de verdad poseer todo lo que deseamos?

Luz en la Oscuridad.