lunes, 28 de septiembre de 2009

Capítulo 21: Tocado

Lo único que pude hacer fue abrir la ventana de su contacto y hablarle ¿En qué momento dudé de su ayuda? Me declaró que todo había sido demasiado especial, pero que no nos desviáramos del tema, que había que continuar. Aunque asombrada, logró tocar mi corazón y calmarme ¿O no fue ella? Y si lo que ocurrió fue como dijo el Evangelista "Él pone a personas en tu camino para que logres aprender"
Da lo mismo.
Ella fue la única que estuvo en el inicio ¿Casualidad? Lo dudo.
Ojalá haya podido dormir esa noche, porque yo no pude.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Capítulo 20: Jaque Mate

Porfía con mi don y en silencio trata de escudriñar hacia el futuro. Se mete como un virus a la unidad central de operaciones, buscando extraer algo, porque quiere saber qué hacer, cómo moverse, cuando deslizar la siguiente pieza hacia adelante. Teme equivocarse y perder lo que con tanto esfuerzo le ha costado obtener.
"Estamos en pause" le trató de explicar, pero no le importa la explicación y sigue porfiando.
Me subo al metro. Una chica angelical reposa su rostro sobre el vidrio oscuro del lado del tunel del carro. Los demás van en silencio, preocupandose de sus vidas. Nada se mueve, y si nada se mueve no hay futuro ¿Por qué le cuesta tanto entender?
Del principio. Hace un tiempo, después de tantas desiciones y dolor por los errores, tomamos la determinación de dejar todo como estaba y que siguiera su flujo natural. Dejamos que la vida hiciera lo suyo. Lo bueno es que hay paz. Todo está bien. Pero es sólo un pause. Es poner un parchecurita en la herida que comenzará a pudrirse. Él decidió jugar en el tablero creado por ella. Yo decidí alejarme para asumir lo que ocurrió, pero ¿Hemos tomado alguna desición?
Sí y no.
Decidimos apretar pause y que todo esté como está, pero ¿Es él feliz en este estado de temple? ¿Soy feliz yo en este estado de comodidad? Tal vez sí, a veces no. Las cosas van como deseamos, pero no son como las deseamos. Me explico. Él es feliz teniendola a ella, suprimiendo los errores y dedicandose sólo a estar...estar...estar. Todo va bien porque no hay discusiones ni dolor, pero él desea estar así ¿Deseas estar así? Obviamente no. Él quiere más, pero por miedo a perderla, prefiere dejar apretado el botón del pause. Le tiene terror al play.
"Si no tomas decisiones, no hay futuro. Si no hay futuro, yo no puedo ver nada"
"¿No puedes ver nada?"
"Nada en absoluto"
Yo tomé la decisión de alejarme y olvidar en el exilio ¿Sirve de algo?
Sí y no.
Sirve, porque ya no está en mis manos la tentación de llamarla y despertar a su lado todas las mañanas. Mi mano ya no ansia la suya. Pero de qué sirve, si el amor a veces se levanta como un zombie bajo las balas de una pistola, gritando y aullando de dolor y hambre, y vuelve el deseo y las fechas se vuelven mantos de melancolía penumbrosa.
Podemos sentarnos frente a la vida, echados hacia atrás en la silla. La observamos espectante de que muevas la siguiente pieza. Espera un acierto o un error. Un peón o un alfil Mueve tu Reina, a veces te va a invitar, pero no la oigas. Mueve la pieza, que cargada de dolor y pena pasajera, sabes que debes mover. Estamos pause, nada se mueve. No se produce ningún futuro. Y podriamos estar así hasta el infinito omega. Quizás puedas deslizar en "L" el caballo hacia adelante, bajo el silencioso imperio de una estrategia, y comerte una pieza y acabar con algunos problemas, o cagarte otros, pero sabes que no es la decisión fundamental. Y la otra persona mueve otra pieza, viendo como sus brazos cuelgan de los hilos de la vida, o de sus propias decisiones. A veces se gana y otras se pierde, amigo.
Te aseguro que al pause le quede poquito, muy poquito. El tiempo comenzará a comernos las entrañas y el sudor recorrera nuestros dedos por tomar la pieza que sabemos debemos tomar y empezaremos a acercanos al movimiento para ejecutar el jaque mate. La pregunta es: ¿Sabrás resistir el calor de la desesperación, de la tentación y la exitación por ser feliz, para saber tomar la decisión correcta? ¿Moveras la pieza exacta?
Tic-toc tic-to. Queda poquito y ya viste a la pieza ¿La moveras para que tu vida vuelva al play y todo acabe como tiene que acabar? ¿Dejarás que pueda ver el futuro de tu desición?

lunes, 21 de septiembre de 2009

Capítulo 19: Que ganas de no tener cuidado

Soñé que estábamos en la playa, o al menos eso me quería decir el cielo. Estábamos bien abrigados y por lo nebuloso de mis recuerdos, creo que la invitaba a algo, no sé a qué, pero era algo. Rió con aquella sonrisa tierna y misteriosa, con esos ojos que aún no sé leer, y acercándose peligrosa me dice
"Convenceme"
¿De qué te convenzo? ¿De qué si empezamos algo voy a ser el hombre que siempre he querido ser? ¿Qué si te equivocas, mi orgullo terminará con todo? ¿De que soy capaz de hacerte feliz? ¿De qué ya peleé la batalla y la gané en muy poco tiempo?
Salí corriendo tras ella, viendo como se alejaba y a veces se acercaba. Hasta que la envolví en mis brazos, la giré y la besé sin pedirle permiso.
Cuando me encontré sentado y sudado en mi cama desarmada, un amargo sabor me ahogaba los labios. Y no era por la imaginaria sensación de por fin haberle tocado los labios, era el sólo hecho de saber y aceptar que aún no puedo asumir lo que pasó.

Fue el jueves 17, en el casino de la pega cuando una pequeña luz se coló entre nuestras vidas. En compañía de Monica, mi amiga y jefa de cajas, Josely, mi jefa directa, Paulina, una supervisora de cajas, José, el subadministrador de perecibles y ella, que me encontraba almorzando una caliente y sabrosa casuela. Fue en aquella tarde que el destino, o sea lo que sea, quiso que nuestros pies chocaran y todos hicieran alución a una supuesta relación.
"¿Pero que te gusta de él?" le preguntaba Joselyn riendo a destajo, como a ella le gusta "Es un hombre lindo, está estudiando ¿Tienes auto?"
"No, pero pienso comprarme uno" respondí uniendome al momento de burlas.
"¡Viste!" le dice a Yesenia "Y quizás tiene pensando comprarse una casa en la playa"
Y así se fueron todos encima de nosotros, llegando incluso a obligarnos a tomarnos de la mano. Sí, fue algo demasiado vergonsozo y pendejo para la edad que tienen todos (rodean los cuarenta), pero sirvió para hacerme una pregunta: ¿Por qué Yesenia no se defendió?
"Tienes razón" me dijo Joselyn el sábado 19, mientras trabajamos en la oficina de informática.
¿Por qué la duda? Retrocedamos un poco. Yesenia es supervisora de cajas en Tottus. Se caracteriza por su caracter al momento de trabajar, actitud que no es menor bajo el cargo en donde se encuentra ubicada. Aún así, los minutos que conversaba con ella, siempre lograba sacarle sonrisas, y ahí comenzó un lazo de relación laboral diferente a los demás.
"Ella tiene veintitrés, no está pololeando, no tiene hijos" la promocionaba Joselyn "Y lo mejor de todo es que..." Hay cosas que es mejor omitir.
Una candidata espectacular. Compartimos un cargo parecido, sólo que en diferentes departamentos, vivimos cerca, me gusta su físico, congeniamos mucho y miles de cosas que aparecen cada vez que nos relacionamos más y más. Pero... pero qué hay de cierto en que sienta mi misma confusión. No sé. Sin embargo, hay gestos y miradas que me dicen que sí puede haber algo.
"¡Tienes razón!" me seguía diciendo mi jefa "Ella es buena pal leceo, y esa tarde no se defendió"

Siendo así, ella es quizás ese algo que esperaba, pero... pero no me puedo sacar de la cabeza la conversación que se convirtió en objetivo, y he de ahí este amargo sabor que me produce nauceas y no me deja dormir.
Tengo y debo con urgencia, y a la vez con temple, iniciar aquella batalla. Nada ni nadie sobre la faz del planeta se merece la replica de una mezcla de recuerdos y sensaciones que aún arden en mi piel. Sí, tengo que dar el siguiente paso. Y es increible sentir como aquella droga que por las noches era genial para escuchar un rato música, ahora se trasnforma en una muralla indestructible e incomoda. Cómo pasó de ser algo que me dejaba soñar con los deseos que no se van a cumplir a una pesadilla que no me deja seguir. Con todo lo que me ha pasado ya entiendo y sé que lo único que quiero es dejar todo atrás, asumir como me dijo Mary y empezar otra etapa de mi vida. Debo aceptar que ya las cosas no resultaron por uno y otro motivo, que nada nos une y que las cosas ya no pueden ser cambiadas. Tengo que empezar a vivir ese sufrimiento de las equivocaciones y todo lo que conlleve consigo. Siento que ya ha pasado el tiempo y que he logrado mucho, pero no es suficiente como para empezar otra relación.
Sin embargo, aún sabiendo todo lo que tengo que hacer, me cuesta. Todo fue tan espectacular y maravilloso, que está demasiado impregnado en mí y no me lo puedo quitar. No puedo tocar aquel punto que derrumbe todo, aquel punto que me haga asumir y continuar. Es tán difícil poder quebrar la capsula que yo mismo cree y dejar todo salir, que en estos momentos está formando en mi un batallón de desesperación e irritabilidad.
Que ganas de no tener cuidado, pero Yesenia es una mujer tan espectacular que sé que no se merece los restos de una relación que tuvo fuerzas para ser, pero después de tanto luchar, no pudo lograr nada. Que ganas de no tener cuidado y darme la oportunidad de seguir y dejar todo atrás.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Segunda Parte

Con la promotora de Lotería hay algo. Debe tener más de dieciocho, ya que está trabajando, pero aún así representa unos dieciséis. Ojos verdes, pelo castaño claro y una estatura que a mí me encanta; me mira desde abajo. La cosa fue que después de ver el condoro del teléfono del modulo CMR, me dirigí al baño, al lado del subterraneo. Contemplandome en el inmenso espejo que la hace de pared, bajé por la escalera mecánica hasta el piso inferior, y al entrar al pasillo que da con el baño de hombres y mujeres, casualmente éste da directo con el baño de mujeres, especificamente al lavamanos, la vi. Frente a él se encontraba, lavandose con ganas los dientes, bueno, en realidad estaba inclinada hacia el frente, cuidando de que la mezcla de saliva y pasta no cayera sobre su ropa, resfregando con alegocía y fuerza sus muelas, metiendo y sacando cada cuarto de segundo el cepillo de dientes de su boca, y al percatarse de mí, se quedó mirando incredula. Para mí desgracia, no se le ocurrió mejor cosa que quedarse ahí, mirandome sexy, metiendose y sacandose con más rapidez el cepillo para limpiar sus muelas.
Imagina lo que quieras de su intención. Yo me metí nervioso al baño de hombres.

Cuando llegué y la saludé, portaba en sí excelentes noticias.
"Hablé con los jefes de sección y ya les informé que hay horarios para entregar los informes"
me dijo Joselyn ¡En su cara, don Miguel!.
"¿Pero usted me da permiso para hacer respetar frente a ellos los horarios?" le pregunté, queriendo sólo escuchar una respuesta.
"¡Pero obvio!" dijo soriéndome "Tú eres el encargado de informática el fin de semana. La oficina y los horarios tambien son tuyos" me delegó.

Cuestión es que esa noche me fui a Calera de Tango, cansado, con sueño, un dolor de espalda y con pocas ganas de recordar que había pasado hace un año, pero habia una conversación grabada en mi cabeza No olvidarás. Lo mejor que puedes hacer es separar las aguas y asumir. Fue así que, en compañia de Jack, Isabella, Karina y Camila, una amiga de ésta última, después de dos vasos grandes de terremoto, unas gordas y jugosas empanadas, unos vasos de Ron y los que quedaba de las cuatro botellas de cerveza, me encontré bailando una apretada y extensa cueca con mi amiga Isabella. Me paré a intentar recordar las pruebas de música en la básica Un ocho, escobillado, zapateo, la vuelta cuando la canción lo diga... media luna y escobillao y así estuve tratando de recordar a mi profesor las cinco canciones, que cada vez que finalizaban, eran bien aplaudidas por las personas que nos acompañaban.
Nada más genial que estar con ellos, verlos reír y notar que en sus mente ya no hay vestigios de dolor ni penas. Todos reían a la vez que se desprendían del día a día. Estabamos envueltos en una exquesita nebulosa de querer y música alegre, queriendo, al pasar de los segundos, con deseos eternos no querer escapar de aquella noche. Tal vez todos queriamos que la Tierra dejara de girar y el tiempo se quedara estacionado en aquel instante para siempre No sé por qué, pero siento que esta noche va a ser genial.
Le pedí a Jack, ya viendo mal, modulando poco y con dos pedazos de cemento como parpados, que me acompañara al baño. Salimos, a eso de las cuatro, yo en un estado que me conviene no describir ¡Chucha, eso ya lo hice! y, en vez de pagar los 250 pesos para entrar a orinar a un pedazo largo de cañeria de plastico, buscamos un lugar oscuro y poco transitado para hacer nuestras necesidades. Fue elejido el frente de un stan vacío, perfecto para no ser visto por nadie, sin embargo, pasó algo que no nos esperabamos. Estabamos ahí, dejando que la brisa nos refrescara...
"Vo tai pa la cagaa" me dijo Jack riendose.
"Me callao" le reclamé.
Y ¡Pum! una mano me empujó hacia adelante, y si no es por ese instinto que te hace agarrarte de cualquier cosa, aunque fuera del aire, habría caido, sumado a mi deprorable estado, envuelto por la malla que cubría el frente del stan al suelo, quedando todo empolvado. Jack fue intervenido por una luma que portaba la CARABINERA que a mí me habia empujado. Me giré después de estabilizarme y procesar lo que me había pasado, viendo a la uniformada con un aspecto mezclado entre nerviosismo y una barrera de violencia como defensa. Increiblemente, con Jack no dijimos nada. Entre mascullos caminamos, él erguido y yo tambaleante.
Lo que vino después son sólo flaches de imagenes, y es que no haciendole caso a mi receta de alcoholización, que consta en tomar sólo un tipo de trago durante toda la noche, me llevó a quedar en pesimas condiciones... un sueño indestructible me invadió... salimos de las fondas... nos subimos al auto de uno de los compañeros de Karina... me acosté en la cama de Angelo... y de ahí hasta la mañana siguiente.

(Ahora que leiste y te reiste, dejame un comentario :D)

jueves, 17 de septiembre de 2009

Capítulo 18: Salir

Primera Parte

Acaba de morir el 16. Mi madre cumplió cuarenta y cuatro y por discutir con mi viejo, no hubo once en familia ni felices cumpleaños. Son las doce con siete minutos de la madrugada del 17 de Septiembre. Mañana me veré con Jack, Isabella y Karina. Viajaremos a Calera de Tango, un pueblo oculto en medio de la oscura Cordillera de La Costa. Habrá fondas y empanadas. Encuentros y espectativas. Es una celebración más del dieciocho de Septiembre, a un año del Bicentenario, a un año del la última celebración que para mí va a ser innolvidable.
Y es extraño estar sentado aquí sabiendo los días que se vienen. Mañana temprano tengo que ir a DUOC y después a Tottus. Estaré toda la tarde ahí y luego a la casa de Isabella. Pasaremos toda la noche juntos y al otro día tengo que ir donde mi abuela. El sábado a trabajar, y el domingo lo mismo. Extraño también es sentir con Jack las ansias de pasar la noche con ellas ¿Por qué? Es la rara sensación de quizás saber que todo será espectacular ¿Pero que puede tener de espectacular, si las siguiente horas se convertiran en una avalancha de vivídos recuerdos? No lo sé. Tan sólo es así.

Hablamos durante un rato del día transcurrido, hasta que llegó aquel momento en que cualquier cosa se puede preguntar. Antes de, primero le pedí que me respondiera.
"¿Como está?"
"Bien. Lo está intentando con otra persona"
Sinceramente algo dentro de mí se agitó electricámente, como si algo se hubiera descompuesto para siempre. Sólo me queda salir.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Capítulo 17: Un Mal Día

A veces hay situaciones que te dejan una sensación de asco en la garganta por unos buenos días. Sacarse una mala nota después de haber estudiado mucho, terminar con la polola o mandarse un condoro pesado son algunas de las excusas para andar con la cara mala y mandar todo a dónde le ocurra caer. Pero no hay peor situaición como la que te deja la sensación de sentir que todo el mundo se te viene en encima; cuando no encuntras respuestas ni nadie que te escucha.

Todo empezó el sábado recién pasado. Debutaba como encargado de informática los fines de semana, reemplazando a Joselyn, mi jefa. Fue una mañana tranquila en la grata y coqueta compañía de Carmencita, la encargada de Pricing(carteles). Durante la jornada sólo tuvimos un pequeño problema con la impresora, la cual imprimía el verde como amarillo. Comprenderás que el logo de Tottus es un setenta y cinco por ciento verde, y los carteles que le había pedido don Luis venían cargados del logo. Así que decidí limpiar los cabezales de la impresora y tema resuelto. El administrador necesitaba seis impresiones del número uno, el número dos y el número tres, pega que tuve que hacer yo, ya que Carmencita cumplía horario a la una de la tarde. Resuelto el tema, me encargué de ingresar al sistema los traspasos y los reportes de merma. Aquellos informes debo recibirlos en la mañana, ya que alrededor de las tres los encargados de sección van a buscarlos para con ellos tener la autorización de los guardias para botar la mercadería en descomposición(merma). Ahora era Monica la que trabajaba al medio día conmigo en la oficina de informática, entreteniéndome como siempre con sus deslices y su perfecto humor irónico. Creo que lo mejor que me pudo haber pasado antes de que comenzara todo fue haber estado con ella, riendo y compartiendo aquella exquisita amistad que tenemos. Todo bien, hasta que entró don Miguel, el jefe de panadería.
"Joven aún" me dijo con aquella despreciativa mirada "La tecnologa me retó por la fecha de caducida de la hallulla y el pan baget. Me dijo que sólo tenía que tener un día de duración, y hay una balanza que tiene hasta tres días registrado en el zato" Dejate de güebiar y anda a arreglarme el problema.
"Ya" le respondí "Yo voy a ver el asunto y le informo" Hace días que me andaí buscando. Me va a encontrar y eso no va a ser bueno
"Pero trate de solucionarlo rápido, porque después la tecnologa me lecea a mí" insistió.
"Después de que termine de hacer los informes de merma" contraataque.
No me dijo nada. Sólo se giró y entre dientes masculló "Chit, y ni siquiera tiene lista las mermas"
Fue el puto comienzo. De ahí hasta el domingo en la noche no pararían de ocurrir.

Don Luis, el administrador, llegó a eso de las cinco de la tarde del sábado a preguntarme por el tema de los números.
"Ya están listos" le dije entregandole los números ya recortados de las hojas nodrizas.
"¿Seis?" se preguntó desconvencido "Sabes qué, necesito... haber" y empezó a sacar cálculos con la mente, mirando hacia el techo como si ahí se encontran las respuestas a sus multiplicaciones "Necesito cuarenta y ocho de cada uno"
¡¿Cuarenta y ocho?! "Ya" le respondí.
"¿Tienes el formato en el computador?" me preguntó.
"Sí, eso está listo"
"Ya. Entonces sacame cuarenta y ocho de cada uno y se los pasas a Exequiel" me ordenó.
"Ningún problema, don Luis"

Las quince hojas, con los ciento veinte número restantes las terminé de imprimir a las nueve de aquel día. Las mermas quedaron todas lista y dejé unos dos traspasos para el día siguiente, día en el cual debería hacer un esfuerzo por ordenarme y finalizar con todo a tiempo. La vez que Joselyn me hizo subir a su oficina, con la noticia de mi ascenso en los labios, una sóla frase me quedó grabada: "Tú te vas a hacer cargo de informática el fin de semana" Aquellas palabras pesaban mucho, y eso hacía que no dejara ningún informe sin hacer para el día lunes ¿La clave para no fallar? Orden, nada más. Informe de ventas, traspasos y mermas en la mañana, antes de ir a almorzar, y en la tarde todo lo que tenga que ver con solución de problemas en cajas y balanzas y el informe de los productos más vendidos. Nada podía salir mal y a las ocho ya estaría marcando mi salida. Pero algo quiso que las cosas no fueran así.

Domingo en la mañana todo normal. Envié el informe de venta del día anterior y lo que llevamos acumulado desde primero de mes. Comenzaron a llegar los traspasos y las mermas, tema con el cual trabajé toda la mañana. Aún así, faltaban secciones que llegaran con sus informes y la hora avanzaba con desenfreno. Cualquier informe que llegara en la tarde atrasaría mi trabajo de aquella jornada Quizás no van a deshechar nada.
Hasta que llegó la hora crítica, la hora del almuerzo, y ni siquiera habían ido por el informe de merma. Ya empezaba a ser extraño.
"Monica, todavía no vienen a buscar las mermas ¿Qué hago?" la llamé a su oficina.
"Vamonos a almorzar no más po" me dijo un tanto indignada "Tú tienes que almorzar. Es lo que corresponde"
Bajé y fuimos al casino del supermercado. Y no podía evitar estar preocupado ¿Qué iba a hacer con esa torre de informes en la oficina? Se supone que lo tienen que ir a buscar para botar todo lo que ya no sirve. Hasta que el jefe de panadería impidió que me introdujera una cucharada de arroz y croceta a la boca.
"¿Están listas las mermas?" me preguntó en un tono de desmerecimiento.
¿Te creí mi jefe, conchetumare? "Rita recién me fue a dejar otro informe cuando venía camino al casino" le respondí ya un poco molesto "Así que cuando terminé mi hora de colación" le recordé "Voy a ir a terminarlos"
Y así había sido. Camino al casino me interceptó la jefa de pastelería, Rita, la que con una cara de por favor no me acuses me dijo que iría a dejarme un informe de mermas bajo la puerta. Le dije que igual era tarde para traspasar un informe, y por eso tendría que hacerlo a la vuelta del almuerzo.
Al volver, lo terminé, y todo bien, hasta que me di cuenta que ya habían sacado algunos de los informes. Anita, la jefa de fiambreria, tenía la clave de acceso a la oficina, al igual que don Miguel. Con dos dedos de frente supe que habían entrado y revuelto los informes hasta encontrar los que les correspondía. Eso era otra cosa que me irritaba, el que entraran y se pasearan como perros por su casa, como si aquella oficina fuera la sala de ventas.
Filo, me olvidé de la situación y empecé a trabajar en el largo informe de los productos más vendido de cada sección dentro del supermercado. También tenía que recortar las quince hojas con nueve números cada una, así que le pedí a Monica que me prestara a Harol para terminar aquella labor. Eran las cinco de la tarde y aún estaba con las mermas. Fue cuando más gotas llegaron a rebalsar el vaso. Rita entró de nuevo a la oficina, con aquella especial risa que la caracteriza, portando en su mano algunas hojas que identifiqué al instante que las vi.
"Rita ¿Más mermas?" le pregunté haciendo pucheros en mi mente.
"Es lo último" me dijo con aquella risa que me impide ponerme pesado.
"Ya" le dije recibiéndoselas.
Más mermas, más minutos y más me atrasaba.
Voy a hablar esta güea con Joselyn. Esto no se va a volver a repetir, era lo único que me podía alentar en aquel momento de ira hirviente, pero tenía que calmarme para no cometer errores Informática es tuya el fin de semana ¿Creí que te la vai a poder? Parece que no, me decía una voz en el fondo de mi cabeza.
A las seis y media, a una hora y media de cumplir horario, llegaron los informes de baja de precio de pastelería y platos preparados, sin embargo, Harol ya había terminado con lo de los números. Le agradecí y le dije que bajara. Dejé de lado el informe de los productos y empecé con la baja de precios. Aún faltaba que empesara con el ingreso de las tablas nutricionales de los productos de pescadería ¿Podía lograrlo? Sí, pero algo quiso que no. A las siete terminé con la baja de precios y alguien entró a la oficina. Obviamente era alguien que conocía la clave Por favor que sea Monica, pero no fue así. Anita, con esa sonrisa de diabla y ojos de abuelita que pide monedas a la bajada del metro, oculta tras esos rayados lentes, se sentó a mi lado, con algo en sus manos que me hizo querer asesinarla en aquel momento.
"Hola"
"¿Como está?"
"Bien" me dijo sonriendo, sin decir nada más. Sabía bien que lo que iba a hacer estaba mal, pero si el maldito imbecil de informática aguantaba todos sus condoros, por qué no llevarlo a esa hora.
"¿Qué trae en la mano?" le pregunté no queriendo aceptar la verdad.
"El traspaso de la Pichanga"
Sí, aquel surtido de sobras de brazos de jamones y quesos. Sí, el traspaso más largo que se hace en todo el supermercado, con una longitud de cuatro hojas, y si son quince productos por hoja, en total vendrían siendo sesenta productos, eso sumado a los pesos de cada producto y más el codigo de destino, da un total de ciento ochenta digitaciones.
No dije nada, sólo extendí la mano y con la rabia haciendome hervir los poros de la piel se lo recibí, mientras que la voz de mi jefa me decía "Trata de que no quede nada sin hacer para el lunes" No, yo me había dicho eso a mí mismo, y era algo que, no importando que tuviera qué hacer, lo iba a cumplir.
Desde las siete hasta las ocho y media ingresé lo que, con urgencia, me había pedido Joselyn: las tablas nutricionales a los zatos de pescaderia. Y de ahí en adelante ingresé el puto traspaso de la pichanga Juro por mi vida que nunca más voy a comer de esta mierda
A las nueve y media, enfundado en mi nueva parca, y con un rostro de mil metros, bajé a sala. El supermercado ya estaba cerrado y las voces de los clientes ya no retumbaban el lugar. Sólo se encontraba Yesenia en la caja de los empleados, terminando su pega.
"Tienes que ponerte pesado y recibir esos informes hasta cierta hora" me dijo después que le conté por qué estaba así. En realidad me aleonó un poco, como me dijo Mary la vez que me prometió hacer que Daniela no me buscara más, y tomé aquella fatidica decisión. Nadie más iba a ser capaz de pasar sobre mí, así que no haría nada más que hablar con mi jefa y pedirle autorización para adquirir más poder sobre los jefes de sección. Así de simple. Si les gusta gritar, vamos a ver si pueden gritar más que yo, y los que me conocen saben que me gusta gritar con mi tronante voz ¡¡¡YA PASÓ LA HORA DE INGRESOS. TRAIGA SUS INFORMES MAÑANA!!!
Para más remate, escuchando los llantos de Pricila por su relación con Bladimir mientras esperabamos la micro, ésta no pasaba nunca. Y para qué hablar de descargarme con mis padres al llegar a casa; ya dormían como dos finos arces. Peor fue esperar que Jack, Isabella o por lo menos Nathalia estuviera conectado en Messenger. La única que me escuchó fue Mary, pero no sirvio de mucho. Así que apagué el computador y me quedé solo con todo ese silencio y oscuridad, esperando tan sólo una cosa... que el teléfono sonara y desde el otro lado ella me dijera "Te amo. Ya no llores más. Mañana va a ser otro día" Fue cuando vino el colpaso y el darme cuenta que ya no estaba. Que difícil fueron aquellos minutos Escuchala, mañana va a ser un buen día. El mundo no se va a acabar

viernes, 11 de septiembre de 2009

Capítulo 16: Los Videntes

Abro la puerta del cuarto de estudio y la voz de mi progenitora me detiene.
"Ven" me dice desde el segundo piso, con aquel tono de estar a punto de decirme algo netamente espectacular.
"¿Que pasa, vieja?"
"Acabo de ver algo impresionante en la calle.
¿Qué mamá, qué viste? ¿Un extraterrestre? ¿A Miley Cirus? ¿A Wisin y Yandel? ¿El fin del mundo? ¿Qué cosa?
"¿Qué cosa?" le pregunté en un tono desinteresado.
"A la Kata"
Primero que nada, quiero dejar en claro que para nosotros una calle es todo el frente de un condominio y dos plazas de juego, y la Kata es la amiga de mi hermano Ignacio.
"Con una niña" dijo con aquel gesto de los labios rectos y erguidos, mostrando su perfecta línea de dientes, asqueada por lo que había visto.
"¿Besándose?" intuí.
Ella asintió casi persinándose.
"Sí. Iban de la mano caminando por la calle, y de repente la otra niña se le tiró a dar un beso" declaró.
"¿Pero no se lo dio?" le pregunté, ya comenzando a dudar de que su imaginación había adornando un poco la escena.
"No, pero se notó que eran... eso po" me dijo.
Arqueé las cejas, expresando el pensamiento "Que lata" y luego bajé.
Si supiera las cosas que he visto, y que he hecho. No son presisamente del calibre aquel, pero estoy seguro que me miraría con la mira cara de asco.

Aquella tarde que la conocí la omití de los capítulos anteriores. Creo que no fue un hecho TAN importante en mi vida, pero aún así, es en estos momentos cuando vuelve a reaparecer con un tema que no es menor para mí ni para ella siento que debo tocar el punto en que mi vida o destino, como quieran llamarle, se cruzó con la de ella.
Isabella me llamó al celular aquella mañana, muy temprano aquel sábado.
"Mi prima va a llegar y yo no voy a estar" Mi amiga era jefa de nosotros en el Monserrat cuando trabajamos de empaques "Así que quiero que la recibas con los brazos abiertos y con una sonrisa muy grande"
"Sí, Isabella" le dije enterrado en mi almuhada, con voz somniolenta.
Cuando llegué al supermercado, la que esperaba con una sonrisa despampanante era ella, acompañada de una amiga de ambas, en las inmediaciones del estacionamiento subterraneo.
"Hola" le saludé diciendole mi nombre, y al besar su mejilla una terrible sacudida me envolvió por completo.
"Karina" me dijo ella, no dejando de encandilarme con aquella hermosa sonrisa, acompañada de sus hermosos ojos españoles que no dejaban de toparse con los míos.
Sin problemas estuve una hora explicandole las reglas, porque no había contrato, del trabajo en las cajas, las bolsas, las supervisoras y los minutos de colación. Ella sólo asentía a cada orden mía y cada explicación, no dejando en ningun minuto de sonreir con ganas y comodidad al tenerme al frente. Quizás en esos minutos fue cuando algo en ella llamó mi antención.
Isabella llegó tarde aquella tarde, con una musculosa ploma, el rostro enrojecido por el sol y una deslumbrante medalla colgando de su cuello.
"¿Ya llegó?" me preguntó cuando nos saludamos.
"Si" le dije flotando.
"¿Qué te pasa?"
"Nada"

Jack e Isabella decidieron arreglar la situación. Quizás la noche en aquel pub rockero le sirvió a mi amigo para buscar la sanación de su angustia y eternas noches de pesadillas obligandose a llevar a su alma hasta el limite penumbroso del dolor, valiendose de una extraña, pero no menos importante, estrategia para lograr llegar a cambiarle el chip de niñita chica que mi amiga tiene insertado en el medio de su cerebro. Es la cuerda que lo tiene amarrado a la roca de las posibilidades, aquella soga que le impide caer kilometros atravez del risco hasta el fondo del dolor de la perdida y la desilusión, un vacio lleno de oscuridad y caminos sin retornos.
Jack por fin fue capaz de dar aquel salto y ser capaz de ver la situación desde arriba, para no sólo ver el camino por donde iba, si no para ver todos los caminos que se despliegan hacia las miles de posibilidades. Yo siempre le decía que diera el salto, en forma de metáfora, y lo hizo. Decidió disparar la última bala en su cartucho para ver que podía ocurrir.
De ese día han pasado sólo tres, y sólo tenía la explicación, bueno, mejor dicho la opinión de mi amigo. De Isabella no había sabido nada hasta hoy en la mañana, cuando la vi conectada en Messenger.

Tuve que partir. La historia quedó en suspenso cuando yo decidí dejar el supermercado. Sin embargo, a principios de año volvió, en realidad, siempre estuvo presente, pero ahora compartimos algo que es extraño y preocupante.
"Soñé que estaba con mi amiga y de repente comenzaba a dar a luz. Yo cumplía el papel de matrona. Así que comencé a recibir a los gemelos, pero ocurrió algo espantoso. Nacían muertos, y yo los recibia con mis propias manos" fue el escalofriante relato que me hizo una madrugada, la que casi ya se convertía en alba "Y ahora supe que los había perdido. Los gemelos no sobrevivieron el parto"
No me hacía falta conocer a Karina para saber que desde el otro lado del computador estaba mal, embargada por el dolor y la angustia de no saber por qué había soñado aquel hecho que se cumplió.
Decidí contarle que yo también experimentaba el mismo extraño fenómeno desde aquella tarde en el metro. Traté de explicarle que el miedo al principio era normal, que había que saber convivir con ello. O en los mejores casos, quizás sólo había sido una mera coincidencia. Al principio yo también pensaba lo mismo.
Karina siguió siendo espectadora de extraños sueños y raras sensaciones. Fue así que, presa del terror de no saber qué hacer, desmenusabamos cada premonición todas las madrugadas para dar explicación. Pero después de un tiempo ya nos dejamos de buscar respuestas, aceptamos lo que nos ocurría, nos quitamos de la cabeza la idea de las coincidencias y tratamos de darle cohesión a lo que veíamos con lo que posiblemente podía ocurrir.
Para ella es facíl decir que son sólo sueños y sensaciones de rechazo hacia situaciones que va a vivir, en cambio, para mí es muy dificíl explicar que son escenas que de repente aterrizan en el fonde de mi cerebro. Dificíl también porque a mí me gusta imaginar cosas y crear historias para luego escribir, soñas despierto con situaciones que quiero vivir y a veces es inevitable temer por la vida de los seres queridos que me rodean y pensar en posibles hechos que los puedan afectar. Me cuesta separar entre el don, los deseos y los miedos, porque a veces no sé qué es mera imaginación mía o una verdadera premonición.

Isabella me preguntó que era lo que había dicho Jack después del "regreso" de ellos dos.
"No te voy a decir nada" me negué "Lo de ustedes es sólo de ustedes. Como yo a él no le cuento lo que tú me dices, yo no te voy a contar lo que él piensa"
Se enojó como la pendeja y mal criada que es, pero le bastan unas palabras lindas y unos alagos por sus actitudes y ya me está diciendo que me ama.
Le cambié el tema y le pregunté por la reconciliación de ella y Karina. Estaban distanciadas desde hace mucho tiempo por diferencias entre ambas. Me dijo que ya estaba todo bien, que el otro día habían hablado... y de mí tambien.
"¿De mí?" le pregunté extrañado.
"Te estuvimos pelando un buen rato" se rió.
"¿Y que te dijo?"
"Ah! No. Tú no quisiste decirme lo que Jack pensaba. Ahora yo no te pienso decir lo que ella me dijo de ti" se burló
Maldita
"No voy a caer en tu juego sucio" le dije, buscando subir unos peldaños más arriba que ella para lograr extraer algo "Debe haberte dicho que me quiere como amigos y que nos hemos ayudado bastante por el tema de las premoniciones"
"Jajajajaja. Estás tan equivocado, amigo. Lo que me dijo no tiene nada que ver con eso"

martes, 8 de septiembre de 2009

Capítulo 15: La Mentira

Aprendí a mentir de una forma perfecta una tarde que demoró en fallecer junto a Pablo. Tenía un carrete de un primo aquel viernes, el problema que trababa nuestras ideas de ir era que su primo vivía en Melipilla, a una hora de Santiago, y yo aún era un nunar de mis viejos con mis dieciséis años. Así que ideamos un plan lleno de trampas e imposibles formas de ser descubierto, y no puedo mentir, el sabor de estarlo ejecutando hacia vibrar mi paladar de exquisitez, borrando de mi cerebro todo vestigio de algo que le llaman conciencia. Es una delgada línea que se quiebra cuando algo se quiere alcanzar, cualquier cosa, no importa el precio. A esa edad el experimentar la adrenalina de ir lejos de casa ya era algo.
Le dije a mis padres que iriamos donde Andrea, ya que su casa quedaba relativamente cerca. El permiso me fue concebido de inmediato. El único error que cometimos fue haberle contado a Jack, y de ahí un montón de sucesos casi nos delatan. Fue a horas de emprender el viaje hacia Melipilla, cuando mi mamá, estando yo en compañía de Pablo, entra al living con un rostro de extrañesa.
"¿Por qué la mamá de Jack me dice que van a ir a carretear a Melipilla? ¿Qué pasa?" me preguntó.
Y un valde de agua fría nos cayó encima. Pablo quedó totalmente petrificado al escuchar la voz de mi madre interrogarnos con calculo y frialdad. Sin embargo, siendo yo el niño entre los tres, una tranquilidad me invadió y gracias al agua derramada, mi mente logró idear un instantaneo y nuevo plan.
Mi giré hacia Pablo rendido y le dije:
"¿Digamosle la verdad?"
A mi amigo se le desorbitaron los ojos, tratando de decirme con su último suspiro que si decía lo que queriamos hacer me castigarian de por vida.
"Lo que pasa, vieja" le dije a mi madre "Es que le dijimos a Jack que ibamos a ir donde el primo de Pablo, en Melipilla, porque si le deciamos que el carrete es donde Andrea, iba a querer ir, y mañana él trabaja y no quiero que se achaque por eso"
"¿Pero por qué no me dijiste antes para yo haber sabido?" mi mamá se había tragado la falsa historia por completo.
Esa misma noche viajamos a Melipilla.

Ya no quería nada. No quería saber nada. Frío y calculador me encargué de que nadie supiera a donde iba aquella noche. Quería desaparecer para no saber más de nada. Para todos iba a ir a..., pero en realidad fui a.... Aquella noche ocurrió algo que sólo uno sabe. Supe que era de verdad ejecutar un malvado plan y provocar un dolor invisible. Al otro día desperté en un colchón tirado en una pieza, con mi conciencia tan liviana como una pluma, sonriendole a sus cabellos dorados. Sentía la extraña sensación de haber lamido el contorno de la maldad pura, pero era algo que no iba conmigo. Esa noche sólo la considero como un lapsus en mi vida, así como un aprendisaje eterno ¿Hasta dónde podemos llegar?

sábado, 5 de septiembre de 2009

Capítulo 14: Retroalimentación

Nos sentamos dentro de mi cuarto de estudio. En la red buscamos donde ir y nada nos convenció. Así que nos arropamos con gorros y parcas y salimos hacia el centro de Puente Alto. Caminamos bajo una noche nublada y burdeo, amenazante de lluvia en el aire, cargada de recuerdos y posibles "quizás". Al llegar a la cima de la loma, te giras y puedes ver el espectacular show de un gigantesco enjambre de luces parpadeantes, insertado bajo la esplendorosa Cordillera De Los Andes.
"¿Y dónde está?" me preguntó
"Detras de esa negrura" le dije, apuntando hacia la pared de oscuridad que delimitaba el fin de las luces amontonadas.
Tomamos una micro vacia. Nos sentamos en silencio y tratamos de no cruzar palabra, sólo con el objetivo de no querer hablar de los temas acometidos las últimas semanas.

Decidió dejar todo hasta donde estaba. Así de simple. Admito que no fue de lo mejor la sensación al leer su correo eléctronico, pero tambien se virtió en mí un sentimiento de tranquilidad. En realidad, me dio las armas para por fin decidirme a olvidarla por completo. Tan difícil no será, ya que entre nosotros no hubo mucho. Quizás lo único que puedo agradecerle es que gracias a ella y su aparición en mi vida, supe que lo que más buscaba mi alma hace algunos años era confianza de verdad.

"La dejamos hacer mucho al principio, y eso la dejó hacer y deshacer ahora. No maduró nunca. Nadie le dio presión"
A las doce de la noche, nos encontramos en la última mesa del pub rockero que encontramos tirado por ahí. El lugar de dos piso estaba atestado de metaleros, punks y normales, alulando en medio de la penumbra de la baja iluminación que dejaba ver a dos metros de la frente. Todos se desparramaban en las mesas que seccionaban al local, siendo participes de diferentes celebraciones, las cuales hacían una gran y sola conmemoración de viernes por la noche, desatando una ahogante bullicia. El aire denso no dejaba respirar bien, así que lo único que podíamos hacer era beber el jarro de terremoto que habíamos comprado.
Al principio miramos como reconociendo el entorno, tal vez con la sensación que querer encontrarse con alguien, tamborilleando con las manos sobre las piernas la música metal que se expandía por todo el lugar.
"Esta bueno" deciamos, tratando de convencernos de que no podiamos optar a nada más.
"Piola" es la calificación cincuenta cincuenta.
A una semana de su desición y a casi tres de la mía, no podiamos rebuscar más los temas; el partido del sábado, los padres y las torres gemelas, eran temas que morían tras cinco minutos de darle algunas vueltas.
"Creo que de alguna forma se equivocó. Tal vez encontraste esa persona que te daba una confianza ciega, pero imaginate hubiera resultado lo de ustedes" me dijo.
No me puede imaginar la situación.
"Yaaa" le dije con la pera apoyada en mi mano.
"Quizás igual hubiera ocurrido algo que habría quebrado la confianza" se defendió.
Gracias a mi idea solidificada en frente, me dejé envolver por una risa que estoy seguro le molestó.
"Quizás" le seguí el juego "Pero estoy seguro de que me lo hubiera dicho altiro"
"Pero a pesar de toda esa mierda de lo que pasó, igual todavia no la olvidas" me dijo, logrando tocar aquel doloroso punto.
Esbosé una falsa sonrisa, sin contestarle nada, demostrandole que en parte tenía razón.
"Toda situación que se dé a mi lado, me recuerda a ella. Cuando veo a una pareja jugando en el metro..." y me fue inevitable recordar cuando tratabamos de que el otro chocara con cualquier cosa cuando caminabamos por las calles de Santiago "Cuando una pareja se mira fija y se dicen cosas hermosas al odio" Las mañanas en el Santa Lucia "Y todo lo que pueda suceder. Era, y tal vez es perfecta. Sabe como tocar cada punto debil de mí. Sabe como llegar a donde nadie puede llegar. Disfrutaba cuidarla cuando enfermaba. Son miles de güeas que nadie nunca más en esta vida me va a poder dar, entonces ¿Cómo chucha quieres que a dos semas de haber cortado contacto ya la haya olvidado?"
Un silencio envolvió el rededor de nuestros timpanos. Cayó en el respaldo de su silla, sin saber que responder.
"¿Entonces?" contraatacó.
Miré al techo, un poco agotado del tema.
"Sé quebró la confianza" le dije.
"Pero para ella debe haber sido difícil"
"Sí. Completamente entendible. Pero cuanto le costaba confiar en mí. Nunca habría rompido todo por eso que estaba pasando" contesté.
Unos vasos del jarrón de litro y medio y el alcohol ya comenzaba a moverme un poco el mundo. El pub parecía estar mas lleno aún.
A lo lejos se quebró un vaso. Algunas exclamaciones y uno de los cliente comienza a gritar "¡CE ACHE I!" a lo que el local enteró coreó "¡CHI!... ¡ELE!...¡LE"... ¡CHI CHI LE LE, VIVA CHILE" algunos chiflidos y aplausos y la calma de la bullicia volvió a reinar el lugar.
"Ella nunca va a cambiar" le dimos vuelta al tema. La noche avanzaba desenfrenada.
Su rostro se colocó un tanto enrarecido. La herida aún ni siquiera comenzaba a sanar.
"Yo creo que le di algo que nadie nunca le ha dado, pero ese algo no le alcanzó para pensar en estar conmigo. Pero lo peor de todo era el saber que un día estaba conmigo y a al otro..."
Quedamos en que ella nunca iba a cambiar, que fue una dulce pesadilla negra, y que sólo teníamos que seguir con nuestras vidas. Parece que nos encanta darle una y otra vez vuelta al asunto, pero la sucesión de eventos nos está quitando la maña. El gran problema era que la melancolía nos estaba ganando, y nos hacía mostrar más el interior de cada uno. Los deseos se hacían del ambiente entero. Nada nos detenía en nuestra carrera por soñar perfectas realidades.
"Uno sabe cuando la cosa no va" comentábamos ya gesticulando mucho con las manos y el cuerpo, riéndonos más, tratabando un poco más las palabras.
Se quebró una botella "¡GÜEON GÚEON!" se escuchó en todo el lugar. Y un nuevo "CE ACHE I" ahogó la boca de todos los presentes ahí. Nosotros también nos unimos, alzando con fuerzas nuestros vasos con Terremotos parecido a los de Indonesia, aquellos que mataron a miles de personas.
El recuerdo del bingo me aprisionó. La voz de Monica en mi oido al saludarme. Cuando veía dormir a Daniela entre mis brazos. El alcohol hacía ese desgraciado trabajo, traer todo aquello. El problema era que los recuerdos relacionada a ésta última comenzaban a desplasarce de forma lenta por mi cabeza, haciendo lo suyo entre mis entrañas. La vez que nos quedamos solos en el departamento de Pablo. Cuando llegó a mis brazos y comenzó a jugar con sus labios a que querían tocar los míos. Que genial era verla reir enamorada cuando caminabamos por el Forestal.
Y al segundo jarro de Terremoto (no nos queríamos ir) ya nuestras palabras, ideas, opiniones y descripciones filosoficas de lo que vivímos ya no eran del todo caballerosas.
"¡PEN- DE-JA!" le gritaba a toda voz en su cara "¡PEN-DE-JA! Es una pendeja de mierda y no va a cambiar. Te fijaste en una mina que no le importan los demás, sólo ella y su culo"
"¿Y vo?" me gritó él riendo. Era un maldito juego "Ella es la mujer de tu vida y no podí estar con ella"
"Pero la cagó, se mando la media cagada, y eso nunca lo voy a poder reparar en mí" le contesté un tanto apenado, sin embargo no paraba de reír "Así que el tema queda ahí"
La noche se convirtió en lo que no queríamos: ellas.
Salimos chocandonos con disimulo para poder mantener el equilibrio. Antes de entrar, para el "bajón" habíamos acordado pasar a un iluminado negocio de emparedados varios. Así que a tientas, yendo un poco para allá y otro para acá, despues de haber ido al frente a... llegamos al negocio a comernos un exquisito italiano con mayonesa cacera. Ya en esos momentos tratamos de mover la cabeza con más lentitud, ya que la imagen de la visión se va quedando retrasada al final del campo ocular.
Nos levantamos, mientras que timidas gotas avisaban la venida de un horrible tempestad. Los dos acostados escuchando la lluvia chocar en la ventana. Cruzamos Vicuña Makena. Que difícil es el olvido. Llegamos al paradero de colectivos y sin decir nada nos subimos a uno de ellos.
"Buenas noches" nos saludó el chofer.
"Buenas noches" le contesté. Jack había caido durmiendo en su parte del asiento "Lomas de Eyzaguirre. Domicilio" le dije al pagar.
Mil seicientos. Arrancamos bajo la noche que ya comenzaba a llorar ahogada por la melancolía de nuestros recuerdos. Eramos los mejores, nadie nos ganaba.
Al llegar, lo acompañé a fumarse un cigarro. Creo que el viento que bajaba desde Argentina desencadenó un silencio mental en mi mente. Sólo podia contemplar el panorama muerto que mostraba el conjunto de casas bajo la negra noche.
Jack durmió en el colchón viejo de Ignacio al lado de mi cama. Yo caí rendido sobre mi lecho de sueños y días de pasión. Y fue en ese momento que ocurrió algo totalmente espectacular. Comenzó a llover. Lluvia de noche.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Capítulo 13: El Olvido

La mañana de los jueves tiene un comienzo y un desarrollo milimétrico. Tengo que levantarme exactamente dos horas y media antes de que empiece la clase de Emprendimiento Laboral 1. A las 7:30 me estoy levantando para esperar mi turno en el baño después de Ignacio. A las ocho ya voy bajando para tomar desayuno con mi madre. Me estoy lavando los dientes a eso de las ocho y quince. Y a las ocho y treinta voy saliendo para dirigirme hacia el viaje de quince minutos hacia el paradero. La mañana de hoy era fría, así que salí envuelto en mi parca-osopolar en dirección al centro. Ralph y Loise ya se encontraban en el hospital donde seguían los pasos de los misteriosos médicos calbos y bajitos, en el libro Insomnia, y yo estaba cruzando el frente del negocio "La Javi", cuando un raro sentimiento me envolvió. Me giré a observar el palido espectaculo que ofrecia el cielo junto a la tosca cordillera de Los Andes. Una imagen fija y callada, a veces irrumpida por el paso de una bandada de gorriones. No me detuve. Iba justo en lo que a tiempo respectaba. Cerré el libro en mi mano y traté de buscar la explicación a tan rara sensación ¿Qué es diferente? ¿Qué hay de más? ¿Sientes que alguien te persigue? Analizate a ti primero. Y así lo hice. Comencé a explorar en mí lo raro que había amanecido aquella mañana. Pero ¿Qué era? Mis ojos estaban tan miopes como anoche. El aire entraba escarchado por mis narices. Mis testiculos estaban donde tenían que estar ¿Qué mierda era?
Fue hasta que persiví que el cambio estaba en mi caminar. Mi caminar iba bien, pero algo le faltaba ¿Qué? Miré hacia el suelo y mis zapatillas negras y blancas estaban en su lugar. Llevaba puesto los pantalones míos, no los de Ignacio. Los botones que hacían de cierre cerrados. Y de repente noté la estremecedora verdad. Lo que tenía que apretarme en la pierna izquierda a cada momento que daba un paso adelante no estaba ahí: mi billetera. A diez minutos de casa me doy cuenta que no llevaba la puta billetera, en donde están mi carnét, la visa, mi tarjeta de debito, la foto de mi familia en miniatura, los treinta mil pesos para pagar Agosto en el Nova, el carnét de la biblioteca, una vieja carta de Daniela que aún no tiro a la basura, y lo más importante y trascendental: el maldito pase escolar.
Devolverme comprendería diez minutos agregados al viaje. Llegar diez minutos atrazado a la clase de Wilma Quezada siginifica quedarse afuera y quedar ausente.

Anteanoche soñé con ella. Estaba en mi pieza. Afuera el día estaba nebuloso. Las casas de atrás de mi patio aún no estaban construidas, así que el terreno era ocupado por atletas para practicar trote durante la mañana. Ella pasó corriendo con aquel buzo sport Everyday y su top de color calipso, que dejaba ver su marcado vientre. Pasó corriendo, pero no se percató de mi presencia.
Cuando desperté, una extraña sensación me dificultaba el paso del aire por mi garganta. Era la angustia de la espera y de la incompresión de todo lo que había sucedido. Sólo pude levantarme e iniciar el nuevo día con el recuerdo de su sonriza en mi mente.
La primera vez no existió para nosotros. Nunca tuvimos una primera vez, ni siquiera cuando nos conocimos ¿Por dónde parto? Por Cristopher. Él era, no sé si aún, propinero del Tottus. Nos hicimos muy amigos una noche que salimos a la disco con cuatro compañeras mías. Gracias a él, conocí a Eli, su novia. Eli era aquella niña de dieciseis seria y gruñona. No era capaz de mirar a nadie al hablar, escondía sus ojos bajo la penumbra de la vicera y no le importaba tener malas conductas. Ella sólo se dedicaba a hacer su trabajo: empacar, y no hablaba con nadie, salvo con Cristopher. Pero aún así, yo era capaz de sacarle sonrisas y crear una conversación que duraba aquellos instantes que no pasaba nadie por mi caja. Fue al otro fin de semana cuando me fijé que a parte de su pololo, Eli tenía a otra propinero, o empaque, como confidente, muchacha con la cual hablaba y reía mucho. Creo que fue un domingo que al cierre estuve con Eli trabajando. Todo iba bien en mi vida; vivía en el este de la comuna, estudiaba algo que en cierta medida me acomodaba y con Daniela comenzabamos a arreglar nuestra situación, otra vez. Todo perfecto y rosado hasta que apareció la amiga de Eli. Mientras atendía a los clientes en mi caja, tenía el cuchicheo de sus voces finas en mi oido, haciendo rebotes cada vez que reían de algo que les parecía vergonsozo. La situación me empezó a incomodar, y Eli ya no tenía ese aspecto de mujer concentrada en sus quehaceres. Y lo único que hacían era hablar, hablar y hablar. Así que en mi afán de hacerle ver a la cuiquita de la amiga de Eli, porque la mina gesticulaba y dejaba quebrar mucho su muñeca derecha, dejando caer una y otra vez su codo sobre la mano izquierda, que estabamos trabajando y que si distraía a MI propinera, entorpecia MI trabajo. La cuestión era que no sabía con qué pegarle un pape sin ocupar mi mano. Así que paciente esperé, ya que casi siempre algo se asomaba como diciendo "Ocupame a mí para demostrarle lo que piensas". Y para suerte mía ese algo no demoró en aparecer. El rollo de boleta de mi caja se estaba agotando. Cuando aparecían gruesas líneas rojas en el papel al salir quería decir que ya quedaba muy poco papel. Fue así que, cuando los clientes me dejaron respirar un poco, me giré hacia ellas con mi plan en la punta de mis labios.
"Propinera, valla a buscarme un rollo de boleta... por favor" le dije caballerosamente sonriente.
Nathalia no pudo decir nada. Quedó anonada. Estupefacta. Quizás irritada. Eli lo único que quería era reventar a carcajadas.
Me hizo un desprecio y se dirigió hacia la que era su prima.
"De ahí seguimos conversando Eli" le dijo. Luego se giró y caminó en busca a lo que yo le había mandado. Los cajeros teníamos a lo menos despreciable facultad de mandonear a los propineros.
Al otro día, en la mañana, mi propinero era Cristopher. Todo aún seguía tan perfecto como podía seguir, hasta que Nathalia llegó a saludar a mi propinero, para luego dirigirse a mí y saludarme.
"Hola, cajero" dijo sonriente.
"Hola, propinera" le respondí un tanto envuelto en algo raro.
Ella dice que ese no fue el origen, que fue más atrás. Al final nunca nos pudimos colocar de acuerdo. Pero ahora eso ya no importa. Yo lo único que pido es que no pueda tener el recuerdo de su existencia como del día en que por primera vez nos miramos a los ojos.

La sala queda en el cuarto piso. Quizás eran las diez veinte. Diez minutos tarde. Wilma no me dejaría entrar. Sin embargo, cuando llego me encuentro con que era ella la que no había llegado. Dentro de la sala estaban Carlos, Pedro y Gloria sentados. Los saludé jadeante de respiración, transpirando hasta los pelos.
"¿No ha llegado?" me quise convencer.
"No" fue la respuesta a coro.
La cosa fue que en el mural de Coordinación Docente, oficina en donde se puede preguntar cualquier información acerca de un profesor, estaba pegado un papel que rezaba: WILMA QUEZADA NO ASISTE. LICENCIA MEDICA. DESDE EL 31/8/09 HASTA EL 4/09/09
"Si hubiera sabido no habría venido hoy. Es la única clase que tengo" reclamó Gloria.
Te juro que yo no me habría despertado dos horas y media antes.

martes, 1 de septiembre de 2009

Capítulo 12: El Jumper

Y lo que pasó el año entero después de aquel veinti y tanto de julio, pasó. Sí. Ayer, en Messenger, hablaba con... Mira, quiero que sepas que ayer me acosté pensando en ti, tratando de inventar un nombre para poder integrarte a mis historias, pero te juro que es tan difícil tener que memorizar nombres para no dañar la imagen de nadie. De verdad. Hasta tal punto que la tapa de la cama estaba toda desarmada sobre mí y yo estaba muriendo de frío. Así que busque, como tú me dijiste, un nombre que se pareciera, pero los nombres que se asemejan al tuyo se parecen a algunos de la historia de mi otro blog. Si de facil no tiene nada. Pensé en Marytza, Maryposa, Maryoneta ¿Maryana? Sí, pero ¿Para qué? En Maryberta y un montón de nombres con igriega para no olvidar quién eres. Sin embargo, no pude, así lo que siento... Mary y como siempe haciendolas de psicologa pública me aconsejó hacer un jumper en el año que pasó para no recordar cosas que tan sólo tuvieron que ocurrir, y que de alguna forma eclisiastica y universal me sirvieron de mucho, a tal punto de tener la suficiente, y no completa, madurez para escribir estas historias.

Así que todo lo que leerán ahora es lo que ocurrirá desde hoy en adelante, hoy primero de Septiembre. De verdad espero les sirva para aprender un poco, para aconsejar y meditar de lo que le pasa a otras personas, quitando el estupido pensamiento que el mundo está sólo contra ustedes. No. Hay otras personas que viven los mismo y tal vez peores problemas que los tuyos. Como las hay tambien que experimentan cosas inexplicables y a veces alcanzan a tocar eso tan anhelado llamado felicidad.

Actualmente estoy inscrito en dos seguros de vida y cargo con la infinita deuda de mis estudios superiores, aunque no universitarios. Ricardo me acompañó a realizar el segundo giro para el segundo semestre después de la clase de inglés básico dos, sabiendo la diferencia entre el pasado simple y el presente participio. Bajo la nebulosa de cielo que había amanecido hoy, y el frío que a veces se atrevía a aparecer, recorrimos a pie la extensa y transitada Providencia.
De repente un pequeño codazo de Ricardo me dió en el brazo, sin mirarme, ya que su mirar estaba anclado a un objetivo movil. Con mis ojos recorrí su línea de visión y me encontré al final de ella con un trasero de mediano porte, cubierto por un apretado blue jeans tradicional. La no tan hermosa mujer, quizás empleada de una empresa de no tan alto prestigio, con un labial no tan caro, caminaba decidida y segura con sus tacones de alto calibraje. La dejamos pasar entremedio de los dos, imaginandonos los dos una escena distinta con ella.
Luego de caminar no sé cuantas cuadras Que calor tenía, cruzamos a través del alto y arriesgado tráfico y llegamos a la sucursal del banco Nova, sin embargo ésta estaba cerrada por el horario de almuerzo correspondiente. En una hora más abrirían de nuevo para el público. Así que gastamos ese tiempo pagando mi cuenta de Falabella en una sucursal cerca y vitriniando un poco.
Cuando llegamos al banco, una mujer de alta estatura, ojos azules delineados de negro y un abanicado pelo rubio, me atendió con un bajo interés.
"Hola. Le cuento. Yo tengo un crédito hipo... de estudios, disculpe. Y ahora venía a hacer el giro para el segundo semestre" le expliqué.
"Tome asiento" me dijo con una voz casi impersiptible, girando su vista hacia la pantalla de un computador, al mismo instante que comenzaba a teclear un limpio teclado.
"¿Su rut?" me preguntó.
Se lo dicté de memoria, pero como número entero, sólo para ver si lograba escribirlo sin equivocarse.
Pero el desafío me lo devolvió con un batazo con fuerza suficiente para realizar un home run. Me explicó que teníamos una mora de un mes, y que a causa de eso, a parte de pagar el mes que faltaba, tenía que pagar un monto de interes equivalente a veinte mil pesos Conchesumadre. Mi viejo me había pasado esa plata a principios de mes, pero yo le dije que no era necesario pagarlo ya que era el mes de vaciones de invierno. Pero si lo que tenemos en un LINEA DE CREDITO ¿Cómo tan güeon para pensar que teníamos un mes de libre paga? Pero de nada me servía lamentarme por dentro, ya que ese saco de explicaciones no me iban a quitar del sistema el interes que debía, porque yo lo debía, no mi padre.
Cuando salí en compañía de Ricardo en busca de un cajero Redbank para sacar lo que faltaba, podía imaginar la tronante voz de papá reventandome los oídos al decirme "¡YO TE LO DIJE!" Sin embargo, ya no había nada más que hacer, tan sólo tenía que sacar de mi sueldo, que había superado espectativas, los veinti mil pesos que faltaban Adíos zapatos de cuero que querían ser deslumbrados en el trabajo. Volví y pagué la deuda.
"Tu sostendor Tu enfurecido padre tiene que venír a firmar el segundo giro" me dijo la antipatica secretaria.
"Gracias y disculpe si quise ponerla en aprietos al decirle mi rut en forma de número entero" le dije.
"¿Crees que estoy sentada aquí por cualquier güea?"
Asintió y me sonrió.

Jack decidió eliminar para siempre a Isabella de su vida. La quería mucho, es más, deseaba mucho estár con ella, pero las cosas no se dierón como él esperaba. Marcelo me contó ayer que se había enterado por el no poco exclusivo Facebook que su ex novia estaba pololeando con el que era el mejor amigo Esa mierda del amigo y de la amiga nunca resulta o a veces no es totalmente amistad. Como dijo Freud, uno de los dos, en algún punto, llega a desear querer estar con el otro. Y yo ¿Yo? Yo no los veo desde hace mucho a los dos. Al primero por las responsabilidades de la vida, y al segundo... ya no importa. La cuestión es que este viernes saldremos los tres con un número no tan despreciable de amigas de mi trabajo, y quizás una amiga de Marcelo, a olvidar un poco lo difícil del primer semestre y empezar como se merece el segundo semestre, en vísperas de Fiestas Patrias.