Abro la puerta del cuarto de estudio y la voz de mi progenitora me detiene.
"Ven" me dice desde el segundo piso, con aquel tono de estar a punto de decirme algo netamente espectacular.
"¿Que pasa, vieja?"
"Acabo de ver algo impresionante en la calle.
¿Qué mamá, qué viste? ¿Un extraterrestre? ¿A Miley Cirus? ¿A Wisin y Yandel? ¿El fin del mundo? ¿Qué cosa?
"¿Qué cosa?" le pregunté en un tono desinteresado.
"A la Kata"
Primero que nada, quiero dejar en claro que para nosotros una calle es todo el frente de un condominio y dos plazas de juego, y la Kata es la amiga de mi hermano Ignacio.
"Con una niña" dijo con aquel gesto de los labios rectos y erguidos, mostrando su perfecta línea de dientes, asqueada por lo que había visto.
"¿Besándose?" intuí.
Ella asintió casi persinándose.
"Sí. Iban de la mano caminando por la calle, y de repente la otra niña se le tiró a dar un beso" declaró.
"¿Pero no se lo dio?" le pregunté, ya comenzando a dudar de que su imaginación había adornando un poco la escena.
"No, pero se notó que eran... eso po" me dijo.
Arqueé las cejas, expresando el pensamiento "Que lata" y luego bajé.
Si supiera las cosas que he visto, y que he hecho. No son presisamente del calibre aquel, pero estoy seguro que me miraría con la mira cara de asco.
Aquella tarde que la conocí la omití de los capítulos anteriores. Creo que no fue un hecho TAN importante en mi vida, pero aún así, es en estos momentos cuando vuelve a reaparecer con un tema que no es menor para mí ni para ella siento que debo tocar el punto en que mi vida o destino, como quieran llamarle, se cruzó con la de ella.
Isabella me llamó al celular aquella mañana, muy temprano aquel sábado.
"Mi prima va a llegar y yo no voy a estar" Mi amiga era jefa de nosotros en el Monserrat cuando trabajamos de empaques "Así que quiero que la recibas con los brazos abiertos y con una sonrisa muy grande"
"Sí, Isabella" le dije enterrado en mi almuhada, con voz somniolenta.
Cuando llegué al supermercado, la que esperaba con una sonrisa despampanante era ella, acompañada de una amiga de ambas, en las inmediaciones del estacionamiento subterraneo.
"Hola" le saludé diciendole mi nombre, y al besar su mejilla una terrible sacudida me envolvió por completo.
"Karina" me dijo ella, no dejando de encandilarme con aquella hermosa sonrisa, acompañada de sus hermosos ojos españoles que no dejaban de toparse con los míos.
Sin problemas estuve una hora explicandole las reglas, porque no había contrato, del trabajo en las cajas, las bolsas, las supervisoras y los minutos de colación. Ella sólo asentía a cada orden mía y cada explicación, no dejando en ningun minuto de sonreir con ganas y comodidad al tenerme al frente. Quizás en esos minutos fue cuando algo en ella llamó mi antención.
Isabella llegó tarde aquella tarde, con una musculosa ploma, el rostro enrojecido por el sol y una deslumbrante medalla colgando de su cuello.
"¿Ya llegó?" me preguntó cuando nos saludamos.
"Si" le dije flotando.
"¿Qué te pasa?"
"Nada"
Jack e Isabella decidieron arreglar la situación. Quizás la noche en aquel pub rockero le sirvió a mi amigo para buscar la sanación de su angustia y eternas noches de pesadillas obligandose a llevar a su alma hasta el limite penumbroso del dolor, valiendose de una extraña, pero no menos importante, estrategia para lograr llegar a cambiarle el chip de niñita chica que mi amiga tiene insertado en el medio de su cerebro. Es la cuerda que lo tiene amarrado a la roca de las posibilidades, aquella soga que le impide caer kilometros atravez del risco hasta el fondo del dolor de la perdida y la desilusión, un vacio lleno de oscuridad y caminos sin retornos.
Jack por fin fue capaz de dar aquel salto y ser capaz de ver la situación desde arriba, para no sólo ver el camino por donde iba, si no para ver todos los caminos que se despliegan hacia las miles de posibilidades. Yo siempre le decía que diera el salto, en forma de metáfora, y lo hizo. Decidió disparar la última bala en su cartucho para ver que podía ocurrir.
De ese día han pasado sólo tres, y sólo tenía la explicación, bueno, mejor dicho la opinión de mi amigo. De Isabella no había sabido nada hasta hoy en la mañana, cuando la vi conectada en Messenger.
Tuve que partir. La historia quedó en suspenso cuando yo decidí dejar el supermercado. Sin embargo, a principios de año volvió, en realidad, siempre estuvo presente, pero ahora compartimos algo que es extraño y preocupante.
"Soñé que estaba con mi amiga y de repente comenzaba a dar a luz. Yo cumplía el papel de matrona. Así que comencé a recibir a los gemelos, pero ocurrió algo espantoso. Nacían muertos, y yo los recibia con mis propias manos" fue el escalofriante relato que me hizo una madrugada, la que casi ya se convertía en alba "Y ahora supe que los había perdido. Los gemelos no sobrevivieron el parto"
No me hacía falta conocer a Karina para saber que desde el otro lado del computador estaba mal, embargada por el dolor y la angustia de no saber por qué había soñado aquel hecho que se cumplió.
Decidí contarle que yo también experimentaba el mismo extraño fenómeno desde aquella tarde en el metro. Traté de explicarle que el miedo al principio era normal, que había que saber convivir con ello. O en los mejores casos, quizás sólo había sido una mera coincidencia. Al principio yo también pensaba lo mismo.
Karina siguió siendo espectadora de extraños sueños y raras sensaciones. Fue así que, presa del terror de no saber qué hacer, desmenusabamos cada premonición todas las madrugadas para dar explicación. Pero después de un tiempo ya nos dejamos de buscar respuestas, aceptamos lo que nos ocurría, nos quitamos de la cabeza la idea de las coincidencias y tratamos de darle cohesión a lo que veíamos con lo que posiblemente podía ocurrir.
Para ella es facíl decir que son sólo sueños y sensaciones de rechazo hacia situaciones que va a vivir, en cambio, para mí es muy dificíl explicar que son escenas que de repente aterrizan en el fonde de mi cerebro. Dificíl también porque a mí me gusta imaginar cosas y crear historias para luego escribir, soñas despierto con situaciones que quiero vivir y a veces es inevitable temer por la vida de los seres queridos que me rodean y pensar en posibles hechos que los puedan afectar. Me cuesta separar entre el don, los deseos y los miedos, porque a veces no sé qué es mera imaginación mía o una verdadera premonición.
Isabella me preguntó que era lo que había dicho Jack después del "regreso" de ellos dos.
"No te voy a decir nada" me negué "Lo de ustedes es sólo de ustedes. Como yo a él no le cuento lo que tú me dices, yo no te voy a contar lo que él piensa"
Se enojó como la pendeja y mal criada que es, pero le bastan unas palabras lindas y unos alagos por sus actitudes y ya me está diciendo que me ama.
Le cambié el tema y le pregunté por la reconciliación de ella y Karina. Estaban distanciadas desde hace mucho tiempo por diferencias entre ambas. Me dijo que ya estaba todo bien, que el otro día habían hablado... y de mí tambien.
"¿De mí?" le pregunté extrañado.
"Te estuvimos pelando un buen rato" se rió.
"¿Y que te dijo?"
"Ah! No. Tú no quisiste decirme lo que Jack pensaba. Ahora yo no te pienso decir lo que ella me dijo de ti" se burló
Maldita
"No voy a caer en tu juego sucio" le dije, buscando subir unos peldaños más arriba que ella para lograr extraer algo "Debe haberte dicho que me quiere como amigos y que nos hemos ayudado bastante por el tema de las premoniciones"
"Jajajajaja. Estás tan equivocado, amigo. Lo que me dijo no tiene nada que ver con eso"