viernes, 29 de octubre de 2010

Capítulo 79: Malos Sueños

"Estabamos todos, pero tú no. Estabamos aquí en la casa" cortó un poco de papas y trató de recordar la pesadilla. "Entonces de repente, como siempre sueño, llega el mar y tapa la casa. Y sabí que puedo sentir cómo nos arrastra y nos da vuelta"
Era obvio que al final de la historia generada por su subinconciente, el despertar tiene que haber sido de amargo sabor.
"La cuestión es que estamos todos mal. La casa toda inundad y destruida. Y llegas tú vestido de milico" dijo y rió, pero luego pasó a un inexplicable estado de angustia. "Siempre sueño la misma güeá"
"¡Mamá! No digas garabatos" le dije.
"Pero es que es verdad, Gustavo" me dijo y se sentó.
La pesadilla de sobremanera le afectaba o quizás detrás de toda la escena había algo que le aterrorizaba más: perdernos a todos.
"Tranquila. Tendría que caer un asteroide del porta de Santiago en la playa pa' que el agua pueda recien llegar a Buin" le dije sonriendo.
Su mirada estuvo perdida por un tiempo y luego se encontró con la mía. Me sonrió y siguió cortando las papas.

Hoy mis viejos se fueron a Iquique. Un viaje de tres días y dos noches. Se lo tenían totalmente merecido. Era el viaje programado para antes del terremoto, y hoy, ocho meses después, lograron concretarlo. Ahora deben estar en el aeropuerto, esperando el vuelo de las 1. Ayer buscamos lugares turisticos donde podían ir en el Google Earth, programamos la cámara digital y dejaron listos los papeles para el hotel. Hoy en la mañana empezaron a meter ruido temprano. Parecian dos niños ansiosos por su primer viaje en avión.
Nunca, al despedirnos, nos abrazamos. Odio los adioces. Pero hoy los abracé.
"Cuida la casa" me dijo mi papá con esa voz de comando nazi.
"Siiii... Por favor, haganle un bien a la loma y vallanse" les dije.
"Te amo, hijo" lanzó mi mamá y cerró la puerta.
La última vez que me quedé solo fue para el verano. Fueron buenos días. Y ahora todo vuelve a quedar en silencio.

Que haya que estar lejos para poder valorizar al del lado.

martes, 26 de octubre de 2010

Capítulo 78: Regresiones

Tengo algo que confesar. Entre más rapido mejor. Antes de este blog, existió otro. Sí, como las civilizaciones anteriores a las nuestras, o algo así. Creo recordar como se llamaba. Era algo como Antes del Comienzo. Jajajajaja, que paradogico título. Y ahí escribía mis primeras historias ficticias y algunas vivencias propias. Decidí cerrarlo porque habían en su interior historia que quería olvidar. Fue como la calcinación de una etapa. Mala o buena no importa, pero etapa al fin. Por ahí empecé a escribir Los Extraño, buscando pulir un poco el método sorpresa en las historias ficticias, pero sin embargo había algo que me pedía partir con un blog personal. Necesitaba tener una vía de escape para cuando nada en el mundo pudiera contener mi problema o mi felicidad y poder contarselo a alguien que sólo me dejara hablar y no dijiera nada. Ningún vacío consejo o algún reproche incomodo. Sólo dejarme caer y nada más. Así que abrí el Santiago Vida. Y lo partí porque había entrado hace poco al Tottus y llevaba un año en Las Lomas, así que era más de seguro que ocurrirían cosas divertidas. Pero uno nunca piensa que va a vivir las cosas que viví en estos casi dos años de blog. Han sido miles y de todo tipo. Sin embargo, quiero referirme a una que dejé de escribir hace 64 capitulos, en el número 14, el 5 de Septiembre del año pasado. Recuerdan a Nathalia? La propinera? Quizás por ella empecé a escribir en capítulos las historias de este blogeer, pensando que aparecería en muchos más. Pero la historia duró hasta el 14... en el blog, porque paralelamente aún sigue vigente como persona.

Cerré mi primer blog dejando atrás historias que adoraba, porque salieron de mi propia mente, pero era algo que tenía que hacer. De algún modo tenía que dejar atras y superar todo lo experimentado desde los diecisietes hasta los diecinueves. Y si cerrar el blog ayudaría, lo tenía que hacer. Fue un paso, un gran paso, sintiendo que, aunque muy poco, estaba creciendo con respecto a muchas actitudes y formas de vivir la vida. Sin embargo, arrastraba formas de ser que no debería llevar un tipo de diecinueves años. Así que me hice el tonto y seguí avanzando.

Por una ley autoimpuesta, dejé de hablar con Nathalia. En realidad, y aunque suene casi como una mentira, nunca pasó nada. Nada de nada. Fue sólo el sentimiento por parte de los dos, pero los acontecimientos no dejaron que ocurriera nada más. Qué es nada? Por ejemplo, nunca nos dimos un beso. Así de nada. Hasta que a fines del año pasado, no recordando bien por qué, hablamos por Messenger. Había entrado a estudiar Odontologia en la universidad Andrés Bello, y según por lo que me contó, una de las mejores con respecto a su carrera.
Simplemente había comenzado a vivir su sueño. Y yo estaba realmente contento por eso, pero más que nada sentía una extraña felicidad por haberle vuelto a hablar. Era esa gratitud de haber hablado con una amiga después de muchisimo tiempo. Pero Nathalia no había sido una amiga. Fue un "algo". Sin embargo, ahí estabamos, ella hablandome porque siempre, después de, había querido la amistad, y yo porque sentía que había superado, más que a ella, un punto negro en mis actitudes. Sí. Podía, sin ningun problema, hablar con alguien por quién había sentido sensaciones de gusto, y no me generaba ninguna incomodéz. Es más, me alegraba mucho el poder haber recuperado a Nathalia. Otro paso.

Hace dos meses que no la veo. Fuimos al Bravisimo del Tobalaba a comernos un helado. Ahí me contó toda una tarde acerca de qué trataba la Odontologia, una carrera demasiado interesante. Luego la fui a dejar a su casa y caminamos por la misma calle que alguna vez nos vio pasear incomodos y extrañados. Ahora reíamos de cosas que no recuerdo y viviamos la vida como los entrañables amigos que nos volvimos.
Hace poco me invitó a una tarde de peliculas y cosas para comer, pero los horarios no nos concuerdan. Realmente la carrera la tiene abosorbida y son pocos los momentos en que se puede dar el lujo de descansar.

(Foto Mía y de la Gorda)

Capítulo 77: Escapando

Son las 0:29 de la noche. De trasfondo perros cobardes ladran a fantasmas o lo hacen impulsados por su sensible instito auditivo. En mi cabeza aún dan vueltas los ceros y los unos. No quiero abrir el curriculum porque sé que poco o nada entrará en mi memoria temporal. Son las 0:30 de la madrugada. Pienso que a veces simplemente la vida se densifica con respecto a su recorrido. De pronto todo se vuelve un poco más dificultoso. Jack e Isabella hoy simplemente no se hablaban. Preferí hacerme el tonto y bajarme de la micro. Habiamos ido al centro de Santiago a cotizar disfraces para la fiesta que el domingo ofrecerá Camila. Al final no encontramos nada. Y yo estaba ahí, con uno a cada lado, echado hacia atrás en la banca, viendo como el Mapocho agresivo viajaba hacia el Pacifico, oscurecido por la tarde que se negaba a morir. Jack miraba hacia algun lugar. Sentía que sobravaba. 0:34. Quiero en verdad abrir el curriculm y estudiar como le dije a Peliroja, mientras ella buscaba fotos para su trabajo, pero algo me lo impide. Siento que aún estoy conectado y que las letras chocaran contra lo que sé. Los vi tan desconformes con la busqueda, que les ofrecí no hacer otra, entendiendo que estaban cansados. Para los tres significa una hora y un poco más de viaje el venir del sur de la capital hasta el centro por trajes que bordean los diez mil pesos, pero a mi no me importa y no me pesaba. Es una acción que conlleva a otra en la cual quiero estar. Pero ellos sonreían forsozamente y trataban de no mirarse. La atmosfera era extraña.

En la vida, simplemente hay cosas que no me interesan. El dinero es una de ellas. Darme los medios piques por algo o por alguien tampoco. Ir a trabajar un día de semana cuando no tengo nada que hacer tambien es una de esas. Creces y te das cuenta que ya miles de güeás no tienen la importancia de antes y las cosas que antes te daban un momento grato sólo dejan de tener sentido. La pregunta es... no sé cual es la fucking pregunta. Quizás la semana sólo se está haciendo un poco larga.

Me bajé en Franklin para tomar el metro. Ninguno se opuso. Quizás querían hablar de quizás qué cosa. Aún estan flotando después del quiebre, y se les nota demasiado. Tal vez es el cansancio acumulado desde el sábado de trabajo hasta hoy lunes de instituto y un recorrido por Santiago Centro. Sí, estoy seguro que es eso. Y pesa un poco más cuando a las personas con quienes quieres hablar se les escapa el tiempo porque son otras las cosas importantes en sus vidas. Entonces la cuestión es que coinciden muchas cosas y te da la sensación de que todo está mal y te da la tontera y querí mandar todo a la mierda. Así es. Pero no. Sería un estupido si pienso que todo es negro y que todo está mal. Todo está bien, es sólo que estoy cansando y sin el olor a naranjas las horas se alargan un poco más. Y lo único que me hace bien es esta droga, esta sana y condenada droga. Escribir y escribir, y votar todo lo que se acumula por días tan rutinarios y normales. Y podría contar muchas cosas más, pero no quiero adelantar hechos. Lo que estoy viviendo es algo que quiero sólo quede en mi memoria. Se ve más lindo ahí.

Jack abrió su ventana de conversación y me dice que su madre está en la posta con algo hinchado en el estomago. Y ahí estoy yo para él.

Los perros siguen ladrando.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Capítulo 76: Una Sonrisa

Es extraño. Es primera vez que te escribo a ti. Siento la necesidad desde hace un tiempo y creo que hoy es el momento preciso. Sé que quizás no seamos los únicos y tal vez no seamos la única existencia viviente. Sabes, a veces sueño con otros tipos de realidades, las cuales tú inventaste aburrido una tarde de bajo de un gran sauce lloron. A instantes te siento cercano, y hay segundos en que siento que me abandonas. Pero quién soy yo para saber cuales son tus negocios y tus prioridades. Quizás en tu mundo las peliculas sean mejores que en el mío y te pases más tiempo en el cine. Que sé yo. La cosa es que hoy te escribo por primera vez para darte las gracias por todo lo que has hecho, y para pedirte una cosa. Hoy te necesitan más que nunca muy cerca de aquí. Sé que tus planes son planes y que no puedo interferir en ellos, pero te aseguro que hoy te necesitan. Espero estés ahí, con ellos y conmigo acá.

"Feli" pensando en que le pasaría la película. "citaciones" y le entregaria el regalo.
Pero el 'citaciones' sonaba más largo que el 'feli'.
Me acordé que le tenía que pinchar. La luna se guardaba celosa de las estrellas entre una sospechosa bruma nocturna. El rededor se hayaba sumido en un denso silencio, y del frío nadie supo nada. Perfecta noche para caminar y reafirmar que nada le faltaba. La pigmentación brillante del cielo que encontraba a año luz de distancia. Era, raramente, una noche sin estrellas, y pillar una en el cielo era algo alucinante.
"Congratulations" pensé.
Nooo. Tenía que decirselo en castellano chileno. Pero el regalo y la pelicula que no me tinca se la quería dar con la fuckin palabra partida en dos.
"Felici" y le paso el dvd "Taciones" y el regalo. ¡Eso! Si. Era perfecto. Eres un maldito genio. Qué haces en DUOC. Deberias estar en Harward, si es que se escribe así.
Era el día después de la vez que hablamos y ajustamos algunas manecillas del reloj. La pieza de sus padres despedía una timida luz azul y en el living se podía percibir la presencia de las lamparas que franquean al sillon principal. Toqué y me de volví unos metros. Me posicioné de tal forma que mi mano izquierda no pudiera ser captada por el ángulo de su campo de visión. Abrió la puerta. Su pelo no era el de siempre. Me atrapó con un beso y me abrasó. Me abrasó queriendo decir algo. Estaba contenta por su logro. Su alma se oía tranquila. Y no pude decir ninguna güeá.
"Toma" le dije y le pasé la película y el regalo.
Se sorprendió. Sonrió. Esa maldita sonrisa que me derrota. Que me mata, como dijo Jack. Y me abrasó otra vez. Es todo lo que necesito.
Quizás se emocionó. No pude ver bien porque estaba oscuro. Pero su alma se oía tranquila.

jueves, 14 de octubre de 2010

Capítulo 75: Como una Puesta de Sol

"¡Pero él debería haberme dado otra respuesta!""Valla al módulo CMR" le dijo ella.
"Si está bien, pero debería haberme contestado otra güeá"
La grosería la descolocó. Cristian notó que la discusión subía de tono y que las cosas podrían pasar a mayores. Yo me preparé para detener al tipo, que de un cliente exasperado se estaba convirtiendo en un tipo grosero.
"Él no le ha faltado el respeto" contestó.
"¡Y yo tampoco!"
"Si, le dijo una grosería" le recordó ella.
"Qué grosería?" le preguntó él, acercandose amenazante.
Juré que tendriamos que detenerlo. Habrían muchos gritos. Tal vez algunos golpes y rasguños de su acompañante.
"No la voy a repetir" contestó inteligentemente.
"Bueno, yo digo la güeá que quiero aquí" dijo el flaite. Sin lugar a dudas era un poblacional.
Sin embargo, tras su rapida respuesta, se detuvo dudativo. La agilidad en las respuestas de la supervisora lo desestabilizaron por completo.
"Vaaaaamonos" le dijo su acompañante, aparentemente acostumbrada a las escenas de hombría del individuo.
"¡Por eso, valla al módulo CMR y ahí haga las consultas!" prosiguió la supervisora, inamovible en su postura. Sabía cómo manejar la situación, pero nada podría detener el inminente ataque del exasperado cliente.
"Y qué me vení a gritar vo?" lanzó el delincuente. Yo ya lo veía saltando la caja y enterrando su puño en la cara de la supervisora. "Vo no sabí quién soy yo" dijo amenazante.
"No me interesa tampoco" atacó ella.
El piante no pudo seguir. Media vuelta y se fue.
Cristian y yo nos quedamos en silencio. La supervisora, como si hubiera dialogado con cualquier cliente, continuó en lo que estaba.


Quiero lo que tengo porque es lo que deseo. Se acabó lo vacío y vano. Lenta se quema la hierba, y se puede sentir el olor impregnandose en el aire. No hay nada mejor que sentirla abrazada a mi dorso preguntando en qué momento le echaron bencina a la moto. Otras sólo querrían matar el tiempo sepultados en la oscuridad. Ella prefiere sentir de a poco las cosas, y yo me doy cuenta que es así como lo quiero. Así como la muerte lenta de una puesta de sol.

Capítulo 74: ¿Qué tienes, Isabella?

Capítulo 6: La Revolución
Sin decir nada bajamos por un pasillo que iba hacia el norte y luego se devolvía hasta el sur. Llegamos sin decir nada hasta un espacioso estacionamiento subterraneo, un lugar silencioso y oscuro. Nerviosa introdujo la llave en el candando y luego de un chasquido, abrió la pesada puerta de madera. Me hizo entrar a un cuarto oscuro, de vidrios polarizados. Se escondía bajo la vicera del gorro que ocupaba y el movimiento de la cola de sus pelos castaños claros. "Soy Isabella" me saludó "Aquí dejamos nuestros bolsos y bajamos a descansar cuando la cajera va a colación ¿Ya?" Quizás creía que era un estupido o un deficiente mental. "Ya"

Recuerdo que la facción de su rostro era el de cualquier jovencita de 16 años en plena pubertad. Ojeras tibias, pelo desordenado, cadera en descenso, piernas largas y una piel de genetica lechosa. Su voz a veces quebraba el ambiente de manera incomoda. Y no teniamos un tema de conversación en común. Así que desde un principio no capté aquella caracteristica tan absorvente que hace que legiones enteras se rindan a sus pies, porque quizá yo viví junto a ella el nacimiento de ese caracter y no me topé con su fuerza omnipotente.

Hoy en la mañana le pregunté qué es esa güea que hace que los hombres no se puedan resistir a su boca y que les hace perder por completo el sentido de la vida y la dignidad. Porque pasaron los años y se aclaró el color de su pelo y se lo modificó hasta el punto en que pareció ser de una mujer de edad y decisiones. Su personalidad pasó de ser la de una joven educada a un niñita que no pregunta antes de hacer y sólo lo hace. Su cuerpo se curvó sensualmente deseable y era el punto de atención de toda mirada masculina que había cerca. Su rostro se alineó dando la sensación de que un artista había borrado las huellas del paso del inicio de la juventud. La luz de sus ojos se tornó tenaz y peligrosa, y nada en la Tierra parecía poder detenerla.
Cambió completamente. Admito que se ha equivocado, pero nada ha sido con mala intención.
La pregunta es de dónde viene la fuerza gravitatoria que hace que, sin ella proponerselo, los hombres nunca le puedan decir que no. Porque he sido testigo del dolor producido por su indiferencia y las drasticas tomas de decisiones, y es algo nocivamente debastador

Es, simplemente, una mujer de temer y yo sólo puedo reir al escuchar el modo en que ve el mundo. Asi que pobre de aquel que sienta atracción por Isabella, porque cuando las caricias y los momentos la aburran, no dudará en tomar otro rumbo y salir del camino recorrido.

... en realidad sí nos parecemos en muchas cosas. Si no, no tendriamos la relación que tenemos, porque yo tampoco la puedo dejar.

Te amo Amiga.

sábado, 2 de octubre de 2010

Capítulo 73: La Vuelta

Estoy totalmete seguro de que el humano nunca logra ajustarse de modo adecuado a los momentos que está viviendo. Siempre hay, detrás de todo el panorama, algo que hace clic en el fondo de la mente, revolviendo pensamientos y miedos. Entonces es cuando me pregunto cómo borrar del trasfondo de la vida la presencia del fin. Todo llega a su fin. Sea algo bueno o malo. Siempre está ahí, esperando a aparecer, dispuesto a detener de forma bella o destructiva cualquier situación o momento.
¨Tení apagao el móvil?" me preguntó.
Miré el aparato y efectivamente estaba apagado.
"Sí" contesté con una risita de culpabilidad atravesada.
"Yo ya estoy aquí" me dijo y colgó.
Claudia y Erika me miraron atentas. Sabían que habia dialogado con ella. Alzé mi ceja izquierda en señal de afirmación
Si, es ella la que me llamó.
Tomé mi bandeja y me retiré del comedor.

"El gueón supo todo" me dijo con voz angustiada.
Me senté y me tomé la frente. Traté de pensar y de asimilar la situación. Y creyendo que haciendolo ideas podrían surgir, deslicé los dedos entre mis cabellos. Respiré y hondo y me dispuse a escuchar.
"Creo que alguien lo llamó y le dio todas las indicaciones para lograr llegar al historial de conversaciones del messenger..."
Era Jack, ahogado y preocupado al otro lado del teléfono. Felipe, el pololo, ahora ex, de Isabella, descubrió todo acerca de la relación paralela que mi amigo y ella mantenían. Viendo las conversaciones en donde alguna vez se amaron, se desearon y discutieron, de forma dolorosa y en los más parecido a una pesadilla, supo que ambos estaban juntos desde hace dos años.
Que valiente. Estoy seguro que, como él, quizá habría hecho más que emborracharme y haberle dicho una par de cosas. Imaginate sentarte y recorrer dos años de una historia en donde fuiste un completo imbecil, creyendo a cada momento que tu mujer era completamente tuya, y que los fin de semanas que dijo haberse quedado en casa o haber ido a la casa de alguna amiga, en realidad estaba con otro. Y por un momento me dibujé sentado en la silla en donde el uniformado estuvo, observando cada letra escrita por mi mujer a otro hombre.
"Estaba pa la cagaá Isabella" me contaba "Su voz estaba así como apagada"
"Quizás que cosas le dijo el otro culiao" le dije, tratando de escuchar el alma en pena de amiga.
Mierda! Tal vez no era bueno lo que estaban haciendo, pero qué importa ya. Isabella tenía que estar sufriendo de la peor forma el fin de la historia. El vuelco había sido sorpresivo y cataclismico. Simplemente estaba donde nunca lo imaginó.
"La voy a llamar"
"No, no la llames. No debe querer hablar con nadie" me dijo Jack.
"Espero que al otro no se le haya ocurrido hacer ninguna estupidez" dije.
"No, no creo"

Crucé el límite. De golpe, como un flashback forzado, aparecieron frente a mi imagenes de las escenas que quería borrar, pero fingí y continué. Ser hombre no significa no tener sentimientos o aparentar que situaciones especificas importan poco. Durante el día se sonrie. Las lágrimas quedan para el submundo dentro de la pieza.

Subí la escalera y me topé con el Vara, un guatón flaite bueno para reirse.
"Choro ¿Tení las mermas?" me preguntó.
"Las tengo listas hace tres horas" le contesté irónico.
Ingresé la clave de acceso a la oficina de informática y entré. El guardia me antecedió el paso por el pasillo de tres metros, el cual termina en el cajón de computadores y servidores. Sabía que Joselyn me estaría esperando sentada en la silla del ordenador que compartimos, viendo algún correo o analizando una que otra venta. Lo supuse. Ese es mi problema. Suponer de las cosas cotidianas. Y cuando llego al centro de la oficina, veo a mi jefa donde pensé que estaría, sentada, pero no estaba leyendo ningún correo. Estaba llorando, inclinada sobre sus rodillas, pidiendo con la tenue luz de sus ojos algo de ayuda.
"Devuelvete" le dije a Varas.
"Chaaaaa"
"Devuelvete al tiro, gueón" le dije serio.
Pensó que sería mejor acerme caso y se devolvió. Tomé los informes de merma y se los entregué.
"Qué pasó?" me preguntó, sabiendo que algo pasaba.
"Qué te importa. Chaito" le dije y le cerré en la cara la puerta.
El silencio se comió la atmosfera. Pensé por un momento que no podría ser capaz de ver aquella escena otra vez. Joselyn sobre sus rodillas llorando, sufriendo. No. Era el doble de mi jefa. Estaba seguro. Pero no, era ella tratando de secarse las lágrimas, pasandose por donde mejor le quepaba todo el orgullo. Me había llamado temprano diciendome que no la encontraría al llegar. Su voz no era la misma. Tenía que llevar a su hijo a hacerse una serie de examenes y volvería cuando se desocupara. Oka. Yo haré lo mío.
Inconcientemente esquivé el momento. Ella no se levantaba. Algo dentro de mí me decía que se pondría de pies, pero no lo hizo, se quedó ahí, cubriendose el rostro. Y yo seguía sin asimilar la situación. Dejé el movil en su cargador, me giré y caminé hasta la otra silla. Levantó la mirada y se acercó a saludarme. Por inercia, me acercé que yo y la abracé fuertemente. Ella devolvió el gesto. Y ahí nos quedamos. No podía soltarla. Ella no pudo aguantar. Se cobijó en mi hombro y se quebró en un llanto repremido. Y fue cuando pasó lo que tenía que pasar. Logré sentir la absorvente angustia de su alma ahogandose en un mar turbio y gigantesco, en donde se le hacía imposible poder ver tierra o alguna pequeña isla para caer en su orilla y respirar. No, no veía absolutamente nada. Todo era oscuridad.
No sé por qué, pero recorde la última y la única vez que lloré frente a ella. Le pedí disculpas. Ella me dijo que no me preocupara, que me entendía. Ahora ella prefería no decir nada. Tan sólo trataba de ahogar el dolor que la estaba apuñalando.
"Omar, la semana del 18(de Octubre) me voy a ir con vacaciones por tres semanas. Tengo que operar a mi hijo. Ya hablé con don Luis y esas semanas te van a quedar como hora extras. Los horarios los ordenaremos la semana que viene. Ya?. Para ver como lo vamos a hacer con tus días libres"
"Ningun problema" le contesté.
"Al Franci le empeoró la cuestión de las aneroides, y hay riesgo de que pueda quedar sordo" hizo una pausa. Quizá su mente jugaba con ella a imaginar como sería su hijo sordo, viendose haciendo señas con sus manos y cara para que se sentara a la mesa a almorzar "Así que le harán tres operaciones para quitarle la mucosidad que la aneroide inflamada está obstruyendo"
Pude entender que más allá de pena por la situación que estaba a punto de vivir, era omnipotente el miedo y el dolor de saber que la felicidad de su hijo estaba en juego por un vuelco de la vida. Algo en algún momento quiso que las cosas derepente fueran así, y ahí estaba Joselyn, llorando aterrada por todo lo que podría ocurrir. Entonces sólo hay que hacerse el valiente y decir "Hay que seguir nomas po" Pero quién le dice a uno que las cosas tenían que acabar, cosas tan cotidianas como la tranquilidad en casa.