martes, 26 de octubre de 2010

Capítulo 77: Escapando

Son las 0:29 de la noche. De trasfondo perros cobardes ladran a fantasmas o lo hacen impulsados por su sensible instito auditivo. En mi cabeza aún dan vueltas los ceros y los unos. No quiero abrir el curriculum porque sé que poco o nada entrará en mi memoria temporal. Son las 0:30 de la madrugada. Pienso que a veces simplemente la vida se densifica con respecto a su recorrido. De pronto todo se vuelve un poco más dificultoso. Jack e Isabella hoy simplemente no se hablaban. Preferí hacerme el tonto y bajarme de la micro. Habiamos ido al centro de Santiago a cotizar disfraces para la fiesta que el domingo ofrecerá Camila. Al final no encontramos nada. Y yo estaba ahí, con uno a cada lado, echado hacia atrás en la banca, viendo como el Mapocho agresivo viajaba hacia el Pacifico, oscurecido por la tarde que se negaba a morir. Jack miraba hacia algun lugar. Sentía que sobravaba. 0:34. Quiero en verdad abrir el curriculm y estudiar como le dije a Peliroja, mientras ella buscaba fotos para su trabajo, pero algo me lo impide. Siento que aún estoy conectado y que las letras chocaran contra lo que sé. Los vi tan desconformes con la busqueda, que les ofrecí no hacer otra, entendiendo que estaban cansados. Para los tres significa una hora y un poco más de viaje el venir del sur de la capital hasta el centro por trajes que bordean los diez mil pesos, pero a mi no me importa y no me pesaba. Es una acción que conlleva a otra en la cual quiero estar. Pero ellos sonreían forsozamente y trataban de no mirarse. La atmosfera era extraña.

En la vida, simplemente hay cosas que no me interesan. El dinero es una de ellas. Darme los medios piques por algo o por alguien tampoco. Ir a trabajar un día de semana cuando no tengo nada que hacer tambien es una de esas. Creces y te das cuenta que ya miles de güeás no tienen la importancia de antes y las cosas que antes te daban un momento grato sólo dejan de tener sentido. La pregunta es... no sé cual es la fucking pregunta. Quizás la semana sólo se está haciendo un poco larga.

Me bajé en Franklin para tomar el metro. Ninguno se opuso. Quizás querían hablar de quizás qué cosa. Aún estan flotando después del quiebre, y se les nota demasiado. Tal vez es el cansancio acumulado desde el sábado de trabajo hasta hoy lunes de instituto y un recorrido por Santiago Centro. Sí, estoy seguro que es eso. Y pesa un poco más cuando a las personas con quienes quieres hablar se les escapa el tiempo porque son otras las cosas importantes en sus vidas. Entonces la cuestión es que coinciden muchas cosas y te da la sensación de que todo está mal y te da la tontera y querí mandar todo a la mierda. Así es. Pero no. Sería un estupido si pienso que todo es negro y que todo está mal. Todo está bien, es sólo que estoy cansando y sin el olor a naranjas las horas se alargan un poco más. Y lo único que me hace bien es esta droga, esta sana y condenada droga. Escribir y escribir, y votar todo lo que se acumula por días tan rutinarios y normales. Y podría contar muchas cosas más, pero no quiero adelantar hechos. Lo que estoy viviendo es algo que quiero sólo quede en mi memoria. Se ve más lindo ahí.

Jack abrió su ventana de conversación y me dice que su madre está en la posta con algo hinchado en el estomago. Y ahí estoy yo para él.

Los perros siguen ladrando.