jueves, 14 de octubre de 2010

Capítulo 74: ¿Qué tienes, Isabella?

Capítulo 6: La Revolución
Sin decir nada bajamos por un pasillo que iba hacia el norte y luego se devolvía hasta el sur. Llegamos sin decir nada hasta un espacioso estacionamiento subterraneo, un lugar silencioso y oscuro. Nerviosa introdujo la llave en el candando y luego de un chasquido, abrió la pesada puerta de madera. Me hizo entrar a un cuarto oscuro, de vidrios polarizados. Se escondía bajo la vicera del gorro que ocupaba y el movimiento de la cola de sus pelos castaños claros. "Soy Isabella" me saludó "Aquí dejamos nuestros bolsos y bajamos a descansar cuando la cajera va a colación ¿Ya?" Quizás creía que era un estupido o un deficiente mental. "Ya"

Recuerdo que la facción de su rostro era el de cualquier jovencita de 16 años en plena pubertad. Ojeras tibias, pelo desordenado, cadera en descenso, piernas largas y una piel de genetica lechosa. Su voz a veces quebraba el ambiente de manera incomoda. Y no teniamos un tema de conversación en común. Así que desde un principio no capté aquella caracteristica tan absorvente que hace que legiones enteras se rindan a sus pies, porque quizá yo viví junto a ella el nacimiento de ese caracter y no me topé con su fuerza omnipotente.

Hoy en la mañana le pregunté qué es esa güea que hace que los hombres no se puedan resistir a su boca y que les hace perder por completo el sentido de la vida y la dignidad. Porque pasaron los años y se aclaró el color de su pelo y se lo modificó hasta el punto en que pareció ser de una mujer de edad y decisiones. Su personalidad pasó de ser la de una joven educada a un niñita que no pregunta antes de hacer y sólo lo hace. Su cuerpo se curvó sensualmente deseable y era el punto de atención de toda mirada masculina que había cerca. Su rostro se alineó dando la sensación de que un artista había borrado las huellas del paso del inicio de la juventud. La luz de sus ojos se tornó tenaz y peligrosa, y nada en la Tierra parecía poder detenerla.
Cambió completamente. Admito que se ha equivocado, pero nada ha sido con mala intención.
La pregunta es de dónde viene la fuerza gravitatoria que hace que, sin ella proponerselo, los hombres nunca le puedan decir que no. Porque he sido testigo del dolor producido por su indiferencia y las drasticas tomas de decisiones, y es algo nocivamente debastador

Es, simplemente, una mujer de temer y yo sólo puedo reir al escuchar el modo en que ve el mundo. Asi que pobre de aquel que sienta atracción por Isabella, porque cuando las caricias y los momentos la aburran, no dudará en tomar otro rumbo y salir del camino recorrido.

... en realidad sí nos parecemos en muchas cosas. Si no, no tendriamos la relación que tenemos, porque yo tampoco la puedo dejar.

Te amo Amiga.