miércoles, 28 de julio de 2010

Capítulo 61: Bloqueados

Los capítulo faltantes... capítulo prohibidos... destructivos y contenedores de cruel realidad... nocivos...

Siempre trato de evitar el pub que está en la esquina de la plaza del metro Manuel Montt, o por lo menos lo evitaba. Hace poco que ya puedo pasar sin reparar en la pequeña mesa de madera y las dos sillas apostadas para que ambas se queden mirando frente a frente. Me pasaba lo mismo con la farmacia, en el capítulo 30, pero como aquella vez, esta vez pude pasar por el frente y recordar experimetando la sensación de ser tan sólo un simple recuerdo.

Después de recorrer toda Providencia buscando un pub que nos acogiera, le dije que habían inagurado uno hace un par de meses. Barato quizás y vangurdista.
"Ya" dijo rendida a la luz que según ella despedían mis ojos.
Con mi brazo envolví su pequeño y duro cuerpo y la atraje hacia mi cadera. Me gustaba demostrarle al mundo que ella era mía y dificilmente alguien le podía dar lo que yo le daba.
Nos atendió un tipo candido y alegre, el cual sudando hiperquitinismo nos ofrecía margaritas y wiskys.
"Un vodka con tónica" le dije "¿Tú, amor?"
No recuerdo que pidió.
"Enseguida les traigo sus pedidos... ¿Algo para picar?"
"No, gracias"
Habíamos vuelto por segunda vez, después de unos dos meses de receso. La llamé la noche del sábado que pasamos las vacaciones de verano en Los Vilos, y ahí, por no aceptar que todo estaba podridamente viciado, le dije que no la podía olvidar y que no entendía que era lo que me pasaba con ella. Lloraba en Santigo, durmiendo en su cama.
Mi vodka y su no sé qué eran el brindis de celebración. El pub; el lugar donde todo volvería a caer. Daniela parecía ser más grande que la vez que llegó a la fiesta de aniversario del Borgoño. Su mirada era más tenáz y su voz era mas firme. Me encantaba verla fumar, tomando entre sus dedos el cigarro como una peligrosa espía francesa en plena Segunda Guerra Mundial. Cruzaba sus fragiles y pecosas piernas, una encima de la otra, y dejaba que el humo se esparciera por su rostro hacia el techo del pub oscuro. La noche ya envolvía a mi viejo Santiago.
Antes de esa junta, inserto en una madrugada de fecha desconocida, me encontré con un escrito en su blog. Relataba la historia de ella y un hombre, en una noche de cervezas y sonrisas. Pagaron por dormir en algún lugar, no especificaba cuanto, dónde y tampoco si habían dormido esperando el alba.
"Leí la historia en tu blog..." le dije.

Al ir a dejar a Simón ya no me giro hacia la plaza de skaters. Esa es una excelente y hermosa señal. Pasé muchas noches abrazado a un sueño forjado hasta altas horas de la noche. Son hermosos recuerdos y ya no significa un lugar bloqueado. Sí lo es el Tobalaba y el estacionamiento de los departamentos. Al Tobalaba fuimos la segunda vez, y al recorrer sus pasadizos, se me revuelve de forma negativa la mente recordando lo que se vivió. Tambien sería dificil ir al Litoral Central, como para Jack se convertiría en un caos volver a Los Vilos. Allá experimentó el comienzo de una historia sin regreso junto a Isabella. Hermosa en ese momento, claro. Qué historia no es bella en un lugar tan místico como las costas tibias del norte, en donde paseamos por el roquerio y el muelle. Y se me viene a la memoria la tarde de ese sábado, cuando compramos algunas cervezas y nos sentamos a contemplar el Pacifico; ese ente tan poderoso y callado, que omnipotente se mece sobre aquella inmensa cuenca, brindandonos una hipnotizante imagen del choque de sus oscuras aguas con el claro azulado del cielo quieto, siendo ambos fusionados por la triste imagen de un sol lejano, porque frente al océano hasta el ego más grande se vuelve insignificante. Esa escena se volverá nitida para mi amigo si volvemos, y creo que tambien será así para Isabella. Ambos chocarán de frente con un momento demasiado importante en la vida de ambos. Y la solución más rapida es evitar el lugar o simplemente mandarlo a la lista de los bloqueados.

"... entonces fuimos a dormir ahí. No había locomoción a las cinco de la madrugada" me explicaba meandose de los nervios.
"Habría sido mejor pagar por un taxi que por una pieza" le dije íronico.
Yo ya sabía que era exactamente lo que había ocurrido. No había ni siquiera saboreado el aroma de mi vodka y el estomago lo tenía totalmente volcado. Pero soy de los que necesita escuchar. Adivinar me carga, y a mi vieja le encanta ese juego.
Ella sorbió de su cigarro como si fuera una taza de café caliente que le quemó los labios.
"¿Dónde durmieron?" le pregunte tal como un detective lo que hace con un sospechoso.
"No te voy a decir" dijo nerviosa. Sus tics en el rostro estaban totalmente activados. No me era dificil ver su labio inferior tiritando y el pómulo de su mejilla izquierda temblando. Daniela no mentía, ocultaba y temía de decir la verdad. Verguenza no creo.
"¿Fueron a un motel, cierto?" le pregunté tranquilo, pausado. Queria darle la sensación que la situación era mía y yo veía que hacía con ella.
Asintió temerosa.
Sonreí, no sé si por darle un cumplido a mi intuición la noche que leí el escrito o por lo estupido que era al pensar que ella habia cambiado. Tal vez fue el recordar todas las veces que me había dicho "te amo"
"Que especial manera de quererte" me dijo Camila.
"¡Era una maraca! ¡Yo la habria agarrado a chuchás ahí mismo!" me dijo La Enana.
"¿Te acostaste con él?" le pregunté totalmente envuelto por una seriedad que no me habría gustado ver.
"No" se atrevió a decir.
Por unos segundos entendí que no quería mandar todo al tacho de la basura ¿Por qué? Creo que era más facil decir que tan sólo se quería acostar conmigo y con él tambien, y quizás volver con su otro amante, y tal vez tenernos a los tres en la misma pieza. Pero mi mente no pudo entender ni concebir otras ideas.
"¿Se acostaron?" le pregunté de forma distinta. Quizás la primera forma de preguntarlo no la había entendido y por eso había contestado de forma errónea.
"No, Omar" dijo quebrandose levemente.
"Te lo voy a preguntar por tercera vez... ¿Te acostaste con él?" pregunté golpeando mi voz, dandole a entender que seguir ocultandolo era un graso error.
"Sí" dijo, dejando que una lágrima se deslizara por su rostro.

Cuando terminé con Dennisse, me dijo "Tú estás en todo. En la música, en los lapices, en las peliculas, en mi cama, en mi living, en la cocina, en el baño, en el comedor, en las calles, en los chiquillos, en las micros... en todo. Dime, cómo quieras que viva si estás en todo"
Hoy quizá le encuentre razón. El vivir con personas inmortifica momentos en la historia, recuerdos en la mente y lugares en el globo, pero los lugares fueron echos para transitarlos, los recuerdos para volver a recordarlos y los momentos para vivirlos, entonces se tiene que ser un poco más sensato y pensar que lo que queda son sólo lapsos de un tiempo que nunca más se volverá a vivir. Son extractos de algo que quiso ser, pero se tiene que recordar que los fracasos no son vestigios de estupidece si no de mini-proyectos en donde se da todo para que resulten. Hoy puedo contar la historia con Daniela porque es algo superado desde hace mucho tiempo y he sacado buenas lecciones de ello. No niego que fue un dolor, pero fue un dolor vivido, no uno viviente.

Sentí como si cayera del tercer vagón del tren y el cuarto me descuartizara por completo. El humo de su cigarro se cristalizó. Una expresión de horror se quemó en su rostro de niña. El sonido se guardó en un cajón lejano. Un electrificante escalofrío se mezcló con mis músculos y creí desdoblarme del cuerpo. Ella trataba de aguantar su llanto y posible dolor.
"Estoy segura que va a pasar lo..."
"¡Callate!" le dije. No dudó en hacerlo.
Traté de pensar en el mejor show que nunca en la vida había echo. Quizás lanzarle mi vodka y gritarle en la cara todo lo que era. Pero cuando miré mi vaso lleno del licor ruso, deduje que ni una gota de mi saliva se merecía. Sin mezclarlo con la tónica, me lo serví de un trago. Era algo que nunca había echo y como era el herido esa noche tenía que aprovechar. Fingiendo que nada había pasado, me levante tranquilo, como un cliente más. Le pagué ambos tragos al mesero y la hice salir.

Hoy? Hoy prefiero reirme cuando veo pasar un taxista apurado o ver el sol colandose entre las nubes, porque me recuerda a la historia que me pidió escribiera... no sé si era porque quería le escribiera a ella o quería sacarme de una sequía de creatividad. Da lo mismo. La hice pensando en ella y su humildad. Ayer a Jack se le ocurrió ponerla en el tema de conversación.
"Me gusta ella para ti" me dijo.
"Ya po'. Deja de hablar de ella, no veí' que no está en la capital y más la echo de menos"

sábado, 24 de julio de 2010

Capítulo 60: Espías

"Mira, Omar, mira como hago bibujitos... bibujitos... bibujitos" se desliza su suave voz por el aire.

Respondiendo mediante el teclado, le digo "Dibujitos, Bela. No bibujitos"

"Miralos. Son hermosos" me dice sin prestar atención a la corrección.

Me giro y veo como como raya la madra del escritorio, gastando en trazos inertes el lapiz pasta rojo de papá. Si mi vieja la viera, la reprendería. Yo la dejo ser feliz. Cuando tenga quince años y un montón de jotes detrás de su cinturita, no podrá encontrar la felicidad que le entrega rayar la madera que mi viejo compró para hacer el escritorio.

Me giro nuevamente hacia la pantalla y veo la conversación. Se caracteriza por ser un relato extasiado de desinterés por el sentimiento de los demás y un poco de locura por el momento viviente. Aparece una carita triste. Yo presiono dos puntos y la "s". Se produce un silencio, el silencio de siempre, ese que da paso al despecho y a decir los mil defectos que la envuelven.

"Omar, quiero ver las princesas... ¿Qué haces?" me pregunta posando su mano sobre mi hombro.

"Converso" le digo.

"¿Con quién?"

"Con un espía" le digo como si fuera algo que nadie puede saber. Ella entiende el mensaje.

"¿Qué es un espía?" me pregunta susurrando, porque decidió proteger el secreto al ver la gravedad en mis palabras.

Pensé que de nada serviría explicar con el tipo de espía que conversaba, porque a las dos horas, viendo La Cenicienta, ya habrá olvidado todo lo que le dije. Pero aún así había una disyuntiva. ¿Le explicaba qué era un espía para el mundo o qué tipo de espía se encontraba al otro lado de la pantalla? No quería corromper su mente de niña por nada del mundo. Sin embargo, sus ojitos aún esperaban la respuestas del tipo que la dejaba rayar la madera del escritorio.

"Es una persona que ve las cosas personales de los demás" ¿Sabrá lo que es una cosa personal? "Y las utiliza para su bienestar"

Se tapó la boca y sus ojos casi salieron expulsados de sus cuencas.

"Eso es malo" me dijo impresionada "¿Lo conosco?" me preguntó.

"No" le contesté, pero acercandome le dije "Pero él a ti sí, porque es un espía"

Llegó un mensaje y me giré sobre la silla hacia el teclado. En las palabras había un dolor inexplicable y desgarrador. Yo no sabía como contener todo ese bombardeo que estaba atacando su alma, porque él tenía todas sus defensas bajas, como queriendo dejar que el dolor se lo comiera.

"Deja de ver" le ordené.

"Sí" contestó "Ya he visto demasiadas güeas. Me tiene totalmente desilusionado"

Y así se desmorona hablando de ética y de las cosas que se deben hacer, de que se querrá más así mismo y que no quería volver a lo mismo. Se produce una arenga y una inyección de valor a la vena, pero...¿De qué sirve? ¿De qué sirven las noches sin dormir y tratando de entender las decisiones? ¿De qué sirve perder lindas oportunidades, si se volverá a tropezar con la misma piedra? ¿De qué sirve dar todo; el alma y la mente, si después lo único que viene de vuelta es una propuesta indecente y garantizar el olvido de todos los malos momentos? ¿Para qué tapar con un sol falso y un tibio aire el latente infierno?

Y es que el corazón es un conformista de mierda, que es engañado con noches en un sillón y palabras bonitas, y no escucha a la mente y la conciencia, las que saben que detrás hay otra vida. Él no recuerda que habemos otros que se preocupan por su bien estar y que tratan de buscar soluciones a su mal incontrolable, desvelados por escucharlo.



Si yo fuera un espía, utilizaría la información para hacer detonar una bomba y dejar al descubierto todos los planes malvados del enemigo. Nada mejor que derrivar que siempre ser derrivado.

viernes, 16 de julio de 2010

Capítulo 59: Locos

Pagaron y escaparon del pub que los vio internarse más a cada uno en la vida de ambos. Se abrazaron para capear el frío y el grito de sus corazones. Ella prefiere sonreir y ser más precavida al momento de abrir su alma. Él gusta de decir lo que siente y caer frente a cada sonrisa. Caminan sin saber que decir y tampoco cómo aguantar lo que cada uno quiere hacer. Buscan rápido como escapar y estirar un poco más los impulsos y la pasión. La temperatura baja un grado más. Se suben a un taxi y parten rumbo al oriente. Se abrazan en el asiento trasero y desencadenan dentro de sus cuerpos las sensaciones contenidas. No les importa que nervioso el chofer acelera para jactarse del incomodo momento, no les importa porque en algún momento se olvidaron del chofer y sólo se encontraron atrapados tibos besandose. Ella se olvida por un momento que alguna vez dudó. Él sólo le quiere decir que nada pasará. El piso brilla de escarcha. La helada ahogó el ambiente, pero no quisieron partir a sus casas. "Por algo pasan las cosas" dijo alguna horas atrás arqueando las cejas. Las coincidencias y la noche los querían solos... solos para decirse con caricias que es un poco difícil decír hasta luego y que momentos como aquel en donde por unos minutos fueron unos locos serían dificiles de olvidar. Él quiso decir que nunca había estado así en el asiento trasero de un taxi. Ella no quiso decir que moría de verguenza. Lo único que querían era que el frío se encerrara lejos en la Cordillera, porque en los momentos de pausa les era complicado manternese de pies mientras temblaban del hielo que les impedía respirar con tranquilidad.

viernes, 9 de julio de 2010

Capítulo 58: ¿Y Nosotros... Cuando?

No me di cuenta cuando el sol ya había dejado su posición en medio de la cita, de los gestos y los silencios que daban paso a esuchar como las almas hablaban... no, no lo noté y fue extraño, pero qué importa el no entender. Creo que esto mismo se lo dije. Ahora estaba oscuro y hacía demasiado frío, algo así como el frío que se coló entre nuestros seres la primera noche, la dulce y exquisita primera noche. Se calla para dar paso a la expectación y a la contemplación del encanto del otro. Las personas pasan y el mundo se vuelve insignificante, insignificamente como el sonido y el aire. Son sólo los dos bajo esa mezcla de temblores disimulados y risas que no se entienden. Pero qué mejor que no entender y sentir. No pensar.

Me dijo que se había apoyado y que el sueño lo absorbió. ¿Quién relata que se quedó dormido en una micro? Sólo alguien que quiere disimular que el haber apoyado la cabeza sobre el vidrio de la ventana y ver al sol eclipsar con el montón de cables, árboles y casas había sido un momento desgarradoramente doloroso. Y yo lo vi. Se apoyó y logró descargar la sensación de muerte y sus ganas de saltar al vacío hacia su rededor. Quise buscar un tema para poder desconectarlo de ese infierno que le lleva el alma a realidades inimaginables para nuestro intelecto, dejando por caritativo el cuerpo inerte, que mantiene su mirada suspendida y dirigida hacia algún punto en el vacío, pero qué tema te saca de encima las ganas de tocar el cuerpo tibio y suave de la persona que se ama con todo lo que tenemos y poseemos, y a la vez cuando se está pensando que es otra la persona que desliza sus labios húmedos sobre esa zona del cuerpo que era de uno. No apoyó la cabeza adueñado por un cansancio inventado. Apoyó la cabeza porque el dolor de no saber qué hacer si en ella lo tiene totalmente desmoralizado y porque no entiende que el ver a otras parejas de la mano por la calle, felices y sonrientes, es la utopía que sueña cada noche antes de cerrar los ojos. Pero nosotros sólo apoyamos la cabeza o guardamos silencio. No se llora ni en público ni frente a un amigo. Eso es ley. Las lágrimas son para la noche o para el espejo.
Sin embargo, quisiera poder saber por qué es tan terco, por qué todas la situaciones que ha vivido no le dan a entender que perdió por completo su dignidad y que ya nada se puede hacer. Es como el borracho que lo echan de un bar por desordenado, pero vuelve a la media hora, creyendo que no volveran a echarlo, porque cree que su dinero importa. Y quizás importa, pero al rato el dueño lo vuelve a echar porque hay otros borrachos más ordenados y que gastan más que él. Así de simple. Pero quién le puede decir a un borracho que no entre a donde venden lo que le da una falsa o pasajera felicidad... Nadie, lamentablemente nadie. Entonces estoy seguro que no conoce de extremos y límites. Ya nada importa. Lo único que sí es importante es volver a sentir el corazón vivo al verla y sentir el dulce aroma de sus pelos, porque es por eso que él moriría y volvería a nacer.
Quisiera algún día nunca haberme topado con él, y así en su vida nunca habría aparecido ella... pero por más que se desee el bienestar de los demás, no es uno el que controla los hilos de las coincidencias. Causa y Consecuencia. Una ecuación tan inevitable como el día y la noche.
Espero que en algún momento deje de pensar en los demás y en lo que les pueda pasar, y comience a pensar en él.

domingo, 4 de julio de 2010

Capítulo 57: Un Domingo Cualquiera

Habian solicitado la impresión de un informe en tiempo real de cuanto era lo que llevaba vendido el supermercado. Eran ya las ocho. En una hora más marcaría mi salida y tomaría el colectivo hacia Las Lomas. Pero como dicen por ahí: uno propone y.... El supervisor de los guardias pasó corriendo desarmado por el lado mío escalera abajo, agitado por alguna situación en desarrollo. Sinceramente devolverme a ver algo que es común en el trabajo de ellos (algún güeón robando) y, en consecuencia, en el trabajo diario de nosotros, no tenía ningún tipo de interés. Continué caminado escalera arriba, dirección a mi oficina, cuando voy pasando por el pasillo oscuro, fuera la oficina de seguridad, y veo en ésta a dos carabineros acaparados sobre las dos pantallas LCD's que mostraban a unos de los fornidos y cerrados guardias externos tratando de apagar un fuego que se estaba produciendo en la entrada principal al super.
"Yo voy y tú terminalo" dijo uno de los uniformados, un hombre revalsante de grasa y mirada dudativa, que bajó por la escalera en dirección a la salida. El otro carabinero, más delgado pero con el mismo debil carácter, se sentó en una silla y siguió escribiendo sobre una ancho y largo libro. Vi en la pantalla de la cámara domo apostada en la entrada como el guardia ya había apagado el fuego, y continué caminando con mira al informe pedido.
Un corcircuito en el sistema de apertura de la puerta electrónica pensé, pero estaba garrafalmete equivocado.
Llegué al "maestro", tecleé el 1, luego el 2 y después el 9, presioné enter y la impresora emitió el informe. Bajé a centro de servicio. La gente ya había desocupado el local. La postal ni se comparaba a la del patio lleno de personas enardecidas por comprar y querer llegar a casa. Había sido un puto-largo-día. Y no quería terminar aún. Por radio le pedí la úbicación a don Gustavo para entregarle el informe.
"Casino" respondió.
¿Casino? Eso quedaba exactamente al otro extremo del que ahora era un larguisimo supermercado, para luego subir una escalera y llegar a donde estaba sentado don Gustavo, tomandose un cafecito con un pan con chancho y dos cuchilladas de mantequilla. Sonreiría y me diría "Execelente, capitán" y luego sorbería un poco de su café, el cual tenía que estar humeando de calientito. No,definitivamente mis piernas me obligaron a quedarme y algo dentro de mi cabeza dijo "Que él venga por el informe"
Y fue cuando un saco de no sé qué calló sobre el ventanal poniente del supermercado. Todas las miradas de los cajeros que se encontraban trabajando, más a las de los curiosos, y poco a poco, asustados clientes, me dio a entender que algo fuera de lo común pasaba afuera. En eso dos guardias externos, hombres embestidos en chalecos antibalas y armados con lumas, pasaron a una alta velocidad corriendo como gazelas hacia el exterior. Un murmullo de horror se hizo de la sala de venta y miradas más atentas buscaban tras el traicionero reflejo del gigantesco panel de ventanales ver como un guardia trataba de reducir a un tipo de pelo corto y rojizo, vestido con una chistosa parca fuccisa de los 80'.
"Siga atendiendo" le tuve que ordenar a una cajera que boquiabierta sostenía un cuarto de jamón, mientras que su clienta esperaba a que digitara el resto de la mercadería.
La tensión bajó cuando llegaron los dos guardias externos y golpeando en las piernas al detenido, hicieron que cayera al suelo. Luego desaparecieron en dirección hacia la entrada. Todo siguió normal, como si el hamster nuevamente se subiera a su ruedita y volveria a dejar escapar ese ruido que denotaba la falta de grasa o aceite en el engranaje. El murmullo generalizado descendió a un tono neutro y yo me acerqué a Paulina, la que cuadraba la caja de Monica, para decirle que sí o sí tenía que subir a terminar mi pega pospuesta por el apoyo prestado como supervisor durante el día. Quería sólo llegar a casa y saber que estaba conectada, como No Disponible, pero conectada. Pero de eso nada. Un hombre desgarrandose la voz entró gritando que quería la presencia de carabineros, agazapado sobre tres guardias, protegiendo a los dos que traían arrastrando al detenido golpeado. En ese momento todos, alertados por los gritos tronadores y el ver como traían a un tipo que dejaba una marca de sangre bajo su cuerpo en la ceramica, sangre que brotaba preocupantemente desde su cabeza que colgaba de su cuerpo inconciente.
El tipo desesperado, el cual parecía ser su amigo, gritaba siempre cuidando sus palabras, queriendo demostrar que su origen no era delictual o desde alguna población periferia, auque los "culiaos" y los "conchesumadres" no se los guardó sin ningún tipo de asco. Clamaba por la presencia de un teniente, ya que el estar acompañado por los dos carabineros no lo dejó satisfecho. Fue cuando unos de los guardias, el cual parecía haber participiado de la aprensión, de un puñetazo quiso despertar al hombre que estaba sobre el suelo ¿De dónde sacó semejante idea? No tengo ni la más miníma idea. Lo único que sé es que tal estupidez despertó la desquiciada ira del hombre que con su voz quería dejar evidencia del aprovechamieto de poder y se abalanzó en contra de quién se le cruzara. Unos cuatro guardias tuvieron que calmarlo, mientras que los demás, dos de ellos con sangre y golpes en la cara, se retiraron hacia el subterraneo del supermercado, buscando quitarle tensión al estresante momento.

No queriendo dejar sola a Paulina, nerviosa por los desesperados gritos del hombre que quería que todos supieran que eran universitarios e inocentes, me quedé abajo hasta las nueve, hora en que supuestamente maracaría. Pero con todos los hechos acontecidos, el informe de Los Mas Vendidos y los traspasos que aún no ingresaba, las diez se mostraba como la hora tope para retirarme.

Finalmente carabineros se llevó al tipo agredido, el cual al parecer había rayado los ventanales exteriores y tratado de iniciar el fuego en la entrada principal. En el mismo furgón policial iban los dos guardias que lo habían reducido con fuerza descomunal. Un hecho para pensar que las cosas malas están a la orden del día.

Que asquerosa conclusión.