Los capítulo faltantes... capítulo prohibidos... destructivos y contenedores de cruel realidad... nocivos...
Siempre trato de evitar el pub que está en la esquina de la plaza del metro Manuel Montt, o por lo menos lo evitaba. Hace poco que ya puedo pasar sin reparar en la pequeña mesa de madera y las dos sillas apostadas para que ambas se queden mirando frente a frente. Me pasaba lo mismo con la farmacia, en el capítulo 30, pero como aquella vez, esta vez pude pasar por el frente y recordar experimetando la sensación de ser tan sólo un simple recuerdo.
Después de recorrer toda Providencia buscando un pub que nos acogiera, le dije que habían inagurado uno hace un par de meses. Barato quizás y vangurdista.
"Ya" dijo rendida a la luz que según ella despedían mis ojos.
Con mi brazo envolví su pequeño y duro cuerpo y la atraje hacia mi cadera. Me gustaba demostrarle al mundo que ella era mía y dificilmente alguien le podía dar lo que yo le daba.
Nos atendió un tipo candido y alegre, el cual sudando hiperquitinismo nos ofrecía margaritas y wiskys.
"Un vodka con tónica" le dije "¿Tú, amor?"
No recuerdo que pidió.
"Enseguida les traigo sus pedidos... ¿Algo para picar?"
"No, gracias"
Habíamos vuelto por segunda vez, después de unos dos meses de receso. La llamé la noche del sábado que pasamos las vacaciones de verano en Los Vilos, y ahí, por no aceptar que todo estaba podridamente viciado, le dije que no la podía olvidar y que no entendía que era lo que me pasaba con ella. Lloraba en Santigo, durmiendo en su cama.
Mi vodka y su no sé qué eran el brindis de celebración. El pub; el lugar donde todo volvería a caer. Daniela parecía ser más grande que la vez que llegó a la fiesta de aniversario del Borgoño. Su mirada era más tenáz y su voz era mas firme. Me encantaba verla fumar, tomando entre sus dedos el cigarro como una peligrosa espía francesa en plena Segunda Guerra Mundial. Cruzaba sus fragiles y pecosas piernas, una encima de la otra, y dejaba que el humo se esparciera por su rostro hacia el techo del pub oscuro. La noche ya envolvía a mi viejo Santiago.
Antes de esa junta, inserto en una madrugada de fecha desconocida, me encontré con un escrito en su blog. Relataba la historia de ella y un hombre, en una noche de cervezas y sonrisas. Pagaron por dormir en algún lugar, no especificaba cuanto, dónde y tampoco si habían dormido esperando el alba.
"Leí la historia en tu blog..." le dije.
Al ir a dejar a Simón ya no me giro hacia la plaza de skaters. Esa es una excelente y hermosa señal. Pasé muchas noches abrazado a un sueño forjado hasta altas horas de la noche. Son hermosos recuerdos y ya no significa un lugar bloqueado. Sí lo es el Tobalaba y el estacionamiento de los departamentos. Al Tobalaba fuimos la segunda vez, y al recorrer sus pasadizos, se me revuelve de forma negativa la mente recordando lo que se vivió. Tambien sería dificil ir al Litoral Central, como para Jack se convertiría en un caos volver a Los Vilos. Allá experimentó el comienzo de una historia sin regreso junto a Isabella. Hermosa en ese momento, claro. Qué historia no es bella en un lugar tan místico como las costas tibias del norte, en donde paseamos por el roquerio y el muelle. Y se me viene a la memoria la tarde de ese sábado, cuando compramos algunas cervezas y nos sentamos a contemplar el Pacifico; ese ente tan poderoso y callado, que omnipotente se mece sobre aquella inmensa cuenca, brindandonos una hipnotizante imagen del choque de sus oscuras aguas con el claro azulado del cielo quieto, siendo ambos fusionados por la triste imagen de un sol lejano, porque frente al océano hasta el ego más grande se vuelve insignificante. Esa escena se volverá nitida para mi amigo si volvemos, y creo que tambien será así para Isabella. Ambos chocarán de frente con un momento demasiado importante en la vida de ambos. Y la solución más rapida es evitar el lugar o simplemente mandarlo a la lista de los bloqueados.
"... entonces fuimos a dormir ahí. No había locomoción a las cinco de la madrugada" me explicaba meandose de los nervios.
"Habría sido mejor pagar por un taxi que por una pieza" le dije íronico.
Yo ya sabía que era exactamente lo que había ocurrido. No había ni siquiera saboreado el aroma de mi vodka y el estomago lo tenía totalmente volcado. Pero soy de los que necesita escuchar. Adivinar me carga, y a mi vieja le encanta ese juego.
Ella sorbió de su cigarro como si fuera una taza de café caliente que le quemó los labios.
"¿Dónde durmieron?" le pregunte tal como un detective lo que hace con un sospechoso.
"No te voy a decir" dijo nerviosa. Sus tics en el rostro estaban totalmente activados. No me era dificil ver su labio inferior tiritando y el pómulo de su mejilla izquierda temblando. Daniela no mentía, ocultaba y temía de decir la verdad. Verguenza no creo.
"¿Fueron a un motel, cierto?" le pregunté tranquilo, pausado. Queria darle la sensación que la situación era mía y yo veía que hacía con ella.
Asintió temerosa.
Sonreí, no sé si por darle un cumplido a mi intuición la noche que leí el escrito o por lo estupido que era al pensar que ella habia cambiado. Tal vez fue el recordar todas las veces que me había dicho "te amo"
"Que especial manera de quererte" me dijo Camila.
"¡Era una maraca! ¡Yo la habria agarrado a chuchás ahí mismo!" me dijo La Enana.
"¿Te acostaste con él?" le pregunté totalmente envuelto por una seriedad que no me habría gustado ver.
"No" se atrevió a decir.
Por unos segundos entendí que no quería mandar todo al tacho de la basura ¿Por qué? Creo que era más facil decir que tan sólo se quería acostar conmigo y con él tambien, y quizás volver con su otro amante, y tal vez tenernos a los tres en la misma pieza. Pero mi mente no pudo entender ni concebir otras ideas.
"¿Se acostaron?" le pregunté de forma distinta. Quizás la primera forma de preguntarlo no la había entendido y por eso había contestado de forma errónea.
"No, Omar" dijo quebrandose levemente.
"Te lo voy a preguntar por tercera vez... ¿Te acostaste con él?" pregunté golpeando mi voz, dandole a entender que seguir ocultandolo era un graso error.
"Sí" dijo, dejando que una lágrima se deslizara por su rostro.
Cuando terminé con Dennisse, me dijo "Tú estás en todo. En la música, en los lapices, en las peliculas, en mi cama, en mi living, en la cocina, en el baño, en el comedor, en las calles, en los chiquillos, en las micros... en todo. Dime, cómo quieras que viva si estás en todo"
Hoy quizá le encuentre razón. El vivir con personas inmortifica momentos en la historia, recuerdos en la mente y lugares en el globo, pero los lugares fueron echos para transitarlos, los recuerdos para volver a recordarlos y los momentos para vivirlos, entonces se tiene que ser un poco más sensato y pensar que lo que queda son sólo lapsos de un tiempo que nunca más se volverá a vivir. Son extractos de algo que quiso ser, pero se tiene que recordar que los fracasos no son vestigios de estupidece si no de mini-proyectos en donde se da todo para que resulten. Hoy puedo contar la historia con Daniela porque es algo superado desde hace mucho tiempo y he sacado buenas lecciones de ello. No niego que fue un dolor, pero fue un dolor vivido, no uno viviente.
Sentí como si cayera del tercer vagón del tren y el cuarto me descuartizara por completo. El humo de su cigarro se cristalizó. Una expresión de horror se quemó en su rostro de niña. El sonido se guardó en un cajón lejano. Un electrificante escalofrío se mezcló con mis músculos y creí desdoblarme del cuerpo. Ella trataba de aguantar su llanto y posible dolor.
"Estoy segura que va a pasar lo..."
"¡Callate!" le dije. No dudó en hacerlo.
Traté de pensar en el mejor show que nunca en la vida había echo. Quizás lanzarle mi vodka y gritarle en la cara todo lo que era. Pero cuando miré mi vaso lleno del licor ruso, deduje que ni una gota de mi saliva se merecía. Sin mezclarlo con la tónica, me lo serví de un trago. Era algo que nunca había echo y como era el herido esa noche tenía que aprovechar. Fingiendo que nada había pasado, me levante tranquilo, como un cliente más. Le pagué ambos tragos al mesero y la hice salir.
Hoy? Hoy prefiero reirme cuando veo pasar un taxista apurado o ver el sol colandose entre las nubes, porque me recuerda a la historia que me pidió escribiera... no sé si era porque quería le escribiera a ella o quería sacarme de una sequía de creatividad. Da lo mismo. La hice pensando en ella y su humildad. Ayer a Jack se le ocurrió ponerla en el tema de conversación.
"Me gusta ella para ti" me dijo.
"Ya po'. Deja de hablar de ella, no veí' que no está en la capital y más la echo de menos"