Pagaron y escaparon del pub que los vio internarse más a cada uno en la vida de ambos. Se abrazaron para capear el frío y el grito de sus corazones. Ella prefiere sonreir y ser más precavida al momento de abrir su alma. Él gusta de decir lo que siente y caer frente a cada sonrisa. Caminan sin saber que decir y tampoco cómo aguantar lo que cada uno quiere hacer. Buscan rápido como escapar y estirar un poco más los impulsos y la pasión. La temperatura baja un grado más. Se suben a un taxi y parten rumbo al oriente. Se abrazan en el asiento trasero y desencadenan dentro de sus cuerpos las sensaciones contenidas. No les importa que nervioso el chofer acelera para jactarse del incomodo momento, no les importa porque en algún momento se olvidaron del chofer y sólo se encontraron atrapados tibos besandose. Ella se olvida por un momento que alguna vez dudó. Él sólo le quiere decir que nada pasará. El piso brilla de escarcha. La helada ahogó el ambiente, pero no quisieron partir a sus casas. "Por algo pasan las cosas" dijo alguna horas atrás arqueando las cejas. Las coincidencias y la noche los querían solos... solos para decirse con caricias que es un poco difícil decír hasta luego y que momentos como aquel en donde por unos minutos fueron unos locos serían dificiles de olvidar. Él quiso decir que nunca había estado así en el asiento trasero de un taxi. Ella no quiso decir que moría de verguenza. Lo único que querían era que el frío se encerrara lejos en la Cordillera, porque en los momentos de pausa les era complicado manternese de pies mientras temblaban del hielo que les impedía respirar con tranquilidad.