Primera Parte
"No sé. Ella es tan rara..." dijo.
1-1-0-9. Asterisco. Me giré sobre la silla y continué imprimiendo los números pedidos.
Carmen tomó la tijera y siguió recortando las hojas.
Se abrió la puerta después de ingresada la clave, y unos tacos se sintieron venir. A nosotros no nos importaba quién viniera. Siendo alguién que conocía la clave de acceso, nos permitía saber que era alguién de un cargo importante.
Era Joselyn la que entraba a sistemas. Me levanté y la saludé. Su rostro era diferente al de hace dos fines de semana. Monica, al parecer, tenía razón.
"Que bueno que están los dos" dijo y se sentó sobre su silla.
Con Carmen nos miramos nerviosos y nos giramos a escucharla.
La reunión duró una hora.
"Necesitan factura" dijo don Exequiel.
"Yo voy" le dije.
Había sido un buen fin de semana. La conversación con Joselyn me dejó totalmente cargado de energias renovadas, quitandome de raíces los miedos y los prejuicios frente al desafio de tomar la jefatura del departamento de informática. Y estaba tranquilo. Me quedaba media hora para salir y había hecho todo el trabajo con el debido cuidado que se le debe. Pero la vida siempre te pide un poco más. Nunca hay que fiarse.
La compra que iban a realizar los clientes, una pareja con su hija, consistía en 114 rones de la más alta variedad de marcas. Y lo más seguro es que eran comerciantes, ya que esperaban ansiosos en la caja de factura la facturación del centenar de rones, para así restar cualquier problema con servicios de impuestos internos. Sumado a que Tottus tenía todos los ron con un 40% de descuento comprando con la tarjeta de credito CMR. Ellos harían uso del provechoso descuento.
"Don Exequiel, necesito a un propinero" le dije al subadministrador, mostrandole los dos carros copados del licor caribeño.
"Okey"
"Es mejor que nos pasen las bolsas, porque así yo los empaco abajo en el subterraneo, cuando llegue a mi auto" me dijo el cliente.
"Ningún problema" le dije, pero cuando le quise informar al jefe, ya había llegado una propinera.
"¿Sabes? No va a necesitar empaque. Gracias" le dije.
La chica de buena forma aceptó. Fue entonces cuando apareció la persona que faltaba para que toda la compra se convirtiera en un fiasco. Lorena, de buena persona, se acercó a ofrecerme ayuda.
"¿Te voy contando los ron?"
Eran demasiados para llevar un orden de cuantos eran. Obviamente acepté. Ahora escribiendo pienso que debería haberle dicho que no se preocupara, que yo facturaba la compra para que ella siguiera apoyando como supervisora.
"Sus documentos" le pedí al cliente, un tipo de mirada simple, que escondía su paciencia tras el reflejo de sus lentes y una poblada barba.
Para poder facturar una compra necesito el carnet del cliente, para respaldar con el rut del comprador el documento. El cliente me pasó su carnet y la tarjeta CMR. Entonces se produjo la segunda acción que nos llevaría al fracaso. La primera había sido tomar la compra.
"¿Había comprado antes acá?" le pregunté.
"No. Es primera vez" respondió.
Ojalá no hubiera sido su primera vez, pero no había nada que hacer. Las cosas eran inevitables. Tenía que inscribir al cliente en el sistema para que la factura llevara sus datos. Le pedí una dirección y me dirigí a centro de servicio para registrarlo en el computador. Fue en mi ir y volver, cuando Lorena decidió por si sola tomar ella la compra. Entonces sería yo el que contaría los rones. No quise decirle que ella los contara, ya que el procedimiento para realizar una facturación era demasiado largo y tedioso, más aún al comprar con CMR. Primero se debe ingresar el rut del cliente dos veces para efectos de la factura. Luego se pasa el producto. Se efectua la transacción con CMR, en donde nuevamente se debe ingresar su rut. Y por último esperar la emisión de la factura, una hoja de cuatro copias, en donde dos quedan en nuestro poder y las restantes son del cliente. Sumado al hecho de que el sistema de cajas permite llevar seis promociones, es decir, que al pasar seis rones, se tenía que cortar la boleta para que el descuento se hiciera efectivo. Si se pasaba un septimo ron, a éste se le cobraba el precio normal. En total, se tenían que hacer por los 114 rones 19 facturas.
La compra estaba en dos carros. Los cliente habían ordenado los rones por marca. Les explicamos la burocracia de las seis promociones. Y comenzó la venta. Yo sacaba un ron y se lo pasaba a Lorena. Ella multiplicaba por seis el producto y se emitía la factura. Yo tenía un orden perfecto y celestial en mi mente. Los clientes, por marca, llevaban 12 rones, entonces yo le pasaba sólo uno del grupo y le indicaba que tenía que hacer dos facturas de seis rones cada una. No había modo de equivocarse. Pero detrás del carro estaba la tercera participante del problema, la cliente.
Aunque todo iba bien, había un grupo de 15 ron, y otro de 9. Eran los únicos que no completaban en forma exacta el múltiplo de seis. Entonces tomé 3 ron del grupo de 9 y los pasé junto a otros 3 del grupo de 15 por una factura. Todo bien. Sin embargo, estaba por concretarse el tercer hecho que derivaría al gran problema que se produjo. Pero sigamos. El grupo de 15 ron ahora era de 12. Entonces pasamos esos 12 ron y el grupo entero fue facturado. EL grupo que era de 9 ron quedó con 6, entonces también los facturamos. Fue cuando llegó un propinero y me informó de que necesitaban llaves en la caja siete. Nosotros estabamos en la dieciseis.
"Sigue tú, Lore" le dije y fui a prestar la ayuda.
Quizá me demoré treinta segundos. Y cuando llegué ya había ocurrido el maldito problema.
Rogué por nunca haber tomado la compra cuando vi en la mano izquierda de Lorena un ron del grupo de los 15. Esos rones ya estaban facturados, y lo más seguro era que los habían vuelto a facturar. Me acerqué y le pregunté a mi compañera si habían facturado aquellos 15 rones otra vez. Se descolocó por completo, no sé si al ver mi rostro desfigurado o al saber que la había cagado por completo.
"Es que la cliente me dijo que de ese grupo faltaban 12" se defendió.
"Lorena" le dije, contando mentalmente hasta mil "Esos 15 ron los pasamos casi al principio. Están en las primera facturas"
Enrojeció por completo. Yo me giré hacia el cliente, el titular de la cuenta CMR, dispuesto a decirle que teníamos que eliminar 12 ron de su cuenta, pero se adelantó diciendome.
"Yo sabía que no había que pasar esos 12 ron, pero mi señora decía que no lo habían pasado"
¿Y por qué no le callaste la boca a la estupida de tu señora?
"Si. Lo que hay que hacer ahora es una nota de credito para restar los 12 ron de su cuenta" le expliqué.
Él sonrió rendido al error que había cometido su señora, error que de seguro me costará una llamada mañana y un par de chuchaas reprimidas por parte de Joselyn.
Me dirigí a donde Erica, la supervisora de cajas de turno, una mujer de unos cuarenta y tantos, de rostro estirado hacia atrás y una estatura que la obliga a mirar hacia arriba cuando quiere hablar.
"Hay que eliminar estas dos facturas" le dije, mostrandole los dos documentos, en donde en cada uno había seis ron, doce en total. "Y hacerle una nota de credito para restarle estos ron de su cuenta CMR"
"Bueno" dijo, sin advertirme que el procedimiento estaba mal, que nunca debería haber subido a la oficina a eliminar del sistema esos 12 ron. Más encima era mi primera vez haciendo tal trabajo. Estoy empezando a odiar las jodidas primeras veces. Siempre que voy a hacer algo nuevo, salgo perdiendo.
Bajé y vi que Erica ya se disponía a efectuar las notas de credito, y que también tenía el auricular del teléfono en la oreja.
"¿A quién está llamando?" le pregunté.
"A la señora Jaque" me dijo. "Tengo una duda"
"¿Qué duda?"
"Es que parece que cuando se compra por factura con la CMR, se tiene que hacer de otro modo la eliminación de los productos" me dijo.
Entonces me pregunté por qué no le había surgido esa duda cuando le dije que anularia las dos facturas. Pero qué más daba. Ya estaba todo hecho.
Se hicieron las consultas y quizá el problema se pueda solucionar. Finalmente no había que eliminar ninguna factura. Sólo había que eliminar de la cuenta CMR los productos al cliente. Mañana Joselyn sabrá lo ocurrido y sin dudas llamara, si no, lo haré yo.