martes, 7 de septiembre de 2010

Capítulo 68: Segunda Parte

Lorena me contaba, mientras esperaba a Joselyn, que las tesoreras fueron las que más hicieron eco del cacho de los 12 ron. Nadie en el supermercado reconoce que te esforzaste en resolver el problema... prefieren cuchichear detrás de las espaldas y encargarse de que el recuerdo del condoro perdure por semanas. Pero importa bien poco, en realidad. Las tesoreras son un grupito de brujas arrojadas en el rincón mas escondido de todo el local, y nadie hace de tema de conversación los problemas que ellas ruegan difundir.
Entonces hablar con Lorena, una mujer de unos treintas y tantos, de mirada penetrante gracias a sus ojos desorbitados, pelo crespo largo y negro, y una voz que encanta a muchos, me tranquilizó de sobre manera. Pero qué sabía yo si mi jefa había decidido no mostrar su disgusto para que a mi llegada nadie me adviertiera del escarmiento que recibiría en mi encuentro con ella. De hecho, Monica no me dijo nada del problema cuando llegué, siendo que a ella la llamé para hacer las consultas pertinentes.
Fue cuando por el pasillo de los artículos de aseo apareció Joselyn caminando. Guardé los lentes, respiré hondo para que mi "hola" sonara firme y energico. Me saludó y me hizo caminar hacia la escalera que lleva a la oficina de informática.
"Omar, necesito que chequeés todas las cajas y me anotes en una lista que te voy a entregar todo las fallas que encuentres o si les falta algún cable" me dijo "Hay que mandarle un correo a Gabriel para que me haga un presupuesto de todo lo que nos falte, para así tener todo el líneal en completo funcionamiento para las fiestas"
Yo sólo asentía. Tengo la mala costumbre de asentir todo lo que me digan, como esos perritos que van pegados en el panel del manubrio de los taxistas, y no paran de mover la cabeza, como si tuvieran quebrado el cuello.
"Yo no he podido hacer nada porque he estado ocupada en Contraloria y la Carmencita no vino"
¿No vino?
"¿Por qué no?" le pregunté, sabiendo que la respuesta sería: Se sintió mal po'
"Está con sintomas de perdida" me dijo entre preocupada y agotada por el tema "Carmen Embarazada"
No me lo esperaba. Carmen llevaba más de un año intentando quedar embarazada de su pololo de toda la vida, y hace tres meses el test había dibujado la que fue para ella una hermosa cruz azul. Y ahora, después de todo la espera, la vida le recordaba que no todo es tan bello.
En eso apareció Alejandra. Hablé de ella hace muchos capítulos atrás. La cajera incisiva y copuchenta es ahora compañera mía en la oficina de sistema, y siendo bien sincero tengo otra imagen totalmente diferente de ella. Eso si saluda de la misma forma que hace muchos capítulos atrás; con una sonriza de oreja a oreja me encontró con un fuerte abrazo y un apretado beso.
"¿Cómo estaí, güachón?"
"Bien ¿Y tú, compañera?"
"Con más pega que la chucha... pero bien" me dijo sonriendo fingidamente.
Era obvio, estaba la jefa al lado.
"Omar ¿Puedes venir mañana?" me preguntó Joselyn de repente "la Carmen tiró una licencia por once días" dijo ahora más agotada por el temita en cuestión.
"Justo ahora" fue lo único que pude decir, y no de egoísta, si no con respecto al momento que está viviendo la encargada de comparativa. Acababa de cambiarse de casa y hace poco terminó su título de estilista. Es increible cómo todo puede acabar de un momento a otro, y peor aún cuando no se está acostumbrado a las fuertes caídas. Recuerdo cuando con los ojos brillosos de lágrimas me contó que la regla no le llegaba hace dos semanas. No, ella no dice "Quizá estoy embarazada". Su espontaneadad está colgando en el borde de sus labios y dice las cosas como le suceden literalmente.
"Justo ahora" hizo de mis palabras un eco la jefa, pero obviamente refiriendose a la falta de personal en una fecha fuerte como ésta. La celebración del Bicentenario es en menos de una semana más, y todo el comercio sufre el extasis del chileno: comprar a útima hora. Y nosotros como supermercado tenemos que estar preparados para cualquier percance, y estar todos, obviamente.
Alejandra se fue. Joselyn me hizo subir a la oficina. Entonces algo me dijo que tenía que preguntarle por el problema de los ron. Como me dijo Camila "Ya, pero no nos podemos hacer los tontos" Y le pregunté sin miedo a nada.
"¿Qué rones?" me preguntó desfigurandose de lo extrañada que estaba por la pregunta.
"¿Noooo supiste?"
"Algo escuché... pero creo que las tesoreras arreglaron el cacho" dijo totalmente desentendida del tema.
Yo sólo quise desfallecer al recordar todo el esfuerzo quemado por arreglar tal problema.

Exquisitas noches tibias que se funden a fuego lento en nuestras memorias.