martes, 25 de mayo de 2010

Tercera Parte

"La paranoía se produce por traumas como el que sufriste tú"
Inhaló fuerte, buscando que el agua no entrara por su garganta. Y cuando sintió el aire frío llenar sus pulmones y vio las mamparas del gimnasio, siendo cubiertas por el movimiento perpendicular de su brazo, introdujo toda la cabeza.
"Siento que algo me sigue a todos lados. Algo que me observa. Es una presencia demasiado fuerte"
"Son las sensaciones que genera la paranoia. Presientes que las personas te miran o alguien te persigue sin razón y todo el tiempo"
El agua clara permitía ver el fondo formado por la perfecta alineación de cientos de pequeños azulejos, dispuestos alternadamente por color. Dio tres brasadas y sacó la nariz. Sentía que ya después de trece vueltas, los músculos detras de sus piernas comenzaban a dar pequeños tirones. Y sintió que algo miraba con atención su ejercicio. Otra vez.
"Nada, absoltamente nada ha sido igual después de ese día"
Dicen que lo encontraron detrás de la camioneta. Que iba con el celular en la oreja, hablando y riendo. Inconciente e irresponsablemente borracho por el medio de una avenida de alto flujo vehicular. La señora que horrorizada llamó a carabineros, dijo que su cuerpo parecía un saco de basura larguirucho, que dio unas cuatro vueltas por los aires antes de azotarse contra el piso.
La presencia lo observaba desde un pasillo.
Alexander sabía que fuera lo que fuera que lo mirara, estaba en altura. Pero no quiso escuchar a su mente ni sentir a su alma. Nadó más fuerte y el agua se quebraba en miles de gotas a cada fuerte braseo que daba para tratar de escapar a otro mundo.
Pero los deseos de la presencia pesaban en demasia. Así que tuvo que detenerse y mirar, desesperado por querer quitarse esa sensación de observación sobre su ser. Pero en los rededores no había nadie.

Estuvo toda la tarde sentado en la vereda al frente de Loy's, con el CV en la mano, haciendo lo que más le gustaba: pensar. Quizás sí era paranoia y tan sólo necesitaba agregar otro frasco de pastillas más a su dieta mensual. Tal vez tan sólo tenía que olvidarse de aquel gigante comercial y seguir sambullido en sus libros de tecnología médica. Pero la astilla en su mente se giraba cada día un poco más sobre su eje hacia el centro de su cerebro. Estaba seguro que no podría perdonarse el volver a casa con el sobre tamaño carta en sus manos.
Ahora era de noche. Algunas luces interiores se habían apagado y los trabajadores comenzaban a copar los paraderos y las filas para esperar el colectivo empezaban a generarse. Se levantó después de dar un gran suspiro, entregado a que sucediera lo que tenía que suceder y cruzó la calle.
Cuando llegó frente a la caja blanca en donde se dejaban los curriculums para poder postular a un puesto de trabajo en Loy's, sintió que alguien lo miraba. Supo que no era aquella gigantesca fuerza. Ahora sí que sabía que una persona estaba proxima, sumida en la oscuridad quizás.
"¿Quieres trabajar aquí?" le preguntó la voz de una mujer.
Alexander se sorprendió al ver que una mujer de unos treinta se acercaba a él fumandose un cigarro.
"Espero"
"Es una buena empresa. Yo trabajo aquí"
"Tengo muchas ganas de entrar" dijo Alexander mirando hacia las alturas de la infraestructura que parecía venirseles encima.
"¿Haces algo más a parte de sentarte en la vereda del frente?" le preguntó la mujer mirandolo fijo.
Alex se sintió un tanto cohibido por el envolvimiento de la penetrante mirada de la empleada de Loy's. Al parecer la dama le estaba coqueteando.
"Estudio"
"¿Hace cuanto?"
"Hace tres años"
"¿Crees que podrás con ambos mundos?" le preguntó tajante la mujer.
"Un mundo más, un mundo menos" contestó él.
"Eso quiere decir que conoces tus límites"
"Sé hasta donde puedo llegar" le dijo Alex esbosando él ahora una sonriza coqueta.
"Ojalá que en Loy's puedas llegar lejos" le dijo la mujer apagando bajo su taco la colilla de cigarro consumida "Cuidate" y se fue.
Alexander sintió que una jauria de perros había decidido no comerselo vivo.

El olor de su leche con café lo obligó a saltar de la cama al otro día. Su padre se encontraba comiendose unas tostadas cuando se sentó a la mesa de la cocina. Su zumo de Nescafé y Nido estaba hirviendo como a él le gustaba. Nada más reponedor que una dosis de cafeína y protenías hirviendo.
"Anoche soñé con el accidente" dijo derepente.
El bolo humedecido de pan con té se deslizó lentamente por la garganta de su padre.
"¿Sí?"
"Sí. Soñé que escapaba de algo y luego me encontraba en medio de la avenida. Tenía angustia o pena o algo así. Pero al parecer no iba hablando por celular" dijo Alex extrañado por lo dicho "El celular nunca apareció ¿cierto?"
"No" contestó su padre, un hombre irritablemente serio, sin dejar de comer "Alguién debe haberlo robado cuando lo soltaste"
A su padre no le gustaba referirse de lleno al hecho en sí. Siempre trataba de referirse a las escenas del accidente, pero no a lo que ocurrió como tal. Buscaba siempre evitar el tema, a demás.
"¿Con quién habré estado hablando aquella noche?" se preguntó Alex.
"Creo que mucha importancia ya no tiene"
Y el silencio se hizo de los dos. Alexander sabía que tocar el tema con su padre era una neta perdida de tiempo. El teléfono los hizo olvidar el incomodo momento.
"Hola" contestó Alexander.
"¡Usted!" dijo la mujer de la noche anterior desde el otro lado del auricular.
El tecnólogo quedó sin habla. En menos de doce horas volvía a encontrarse hablando con la misma desconocida mujer.
"¿Cómo consiguió mi número?" fue lo único que pudo preguntar.
"Está en la tercera línea de su curriculum, después de la palabra TELEFONO" dijo íronica, dejando escapar una pequeña risita.
Alex sintió que sus mejillas se sonrojaban como las de un hombre alcoholico. ¿Qué hacía aquella mujer con su curriculum en sus manos? La idea de una persecución sexual lo dejó un tanto perplejo.
"Si aún quiere trabajar en Loy's, presentese hoy a las cuatro en la oficina de personal" dijo la mujer desde el otro lado "Y sea puntual"
"Claro que sí" contestó atonito Alexander y colgó.
Tenía una entrevista.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Segunda Parte

"¿No le contaste que entraste?"
"No"
Alexander no tan sólo se habia quedado impresionado frente a su extraño encuentro casual por la ventana de la micro con la impactante imagen de la gigantesca multitienda desplegada frente a sus ojos. El joven estudiante de tecnología médica, impulsado por la misma fuerza que le impidió tomar el metro tren aquella tarde, se bajó del transporte público y cruzó la avenida, hasta quedar frente a frente con la entrada que lo separaba del interior de la multitienda.
"No entiendo. Conosco Loy's desde los doce años. He ido inumerables veces. Casi siempre iba a comer a su patio de comidas. Pero a pesar de todo eso, desde aquella tarde siento que... me llama"
Alex recorrió desde extremo a extremo todos sus anchos y lujosos pasillos, construidos con cal fina y compuestos por miles de pequeñas tiendas, que en su interior vendian desde ropa hasta comesticos. Y a cada paso se preguntaba qué era lo que tenia aquel montón de hormigon y luces parpadeantes. No significaba nada en los más absoluto un lugar como aquel, lleno de publicidad y negocio de altas proporciones. Para Alex significaba más lugares naturales o un libro, pero no un gigante comercial.
"Es extraño que no hayas querido tomar el metro" le dijo Andrea.
Ahí partió y está seguro. Algo le impidió tomar el metro y recorrer una ruta que nunca en los tres años de carrera había decidido tomar. Pero ¿Por qué Loy's? ¿Qué había dentro de él vinculado a él?
Nada. Absolutamente nada.
"¿El cine?" preguntó Simón, acostandose al lado de Andrea.
"No, Simón. Estoy seguro que Loy's no tiene nada que signifique para mí, pero a la vez lo tiene todo"
Alex recorrió la sección de electrónica, que posee dos pisos en el ala norte de la infraestructura, que desde arriba se parece a la cruz de La Cruz Roja, y estupefacto observó todos los plasmas de muestra que desplegaban nitidas y coloridas imagenes de escenas de un arrecife. Pero ahí no estaba lo que buscaba, que tampoco sabía lo que era.
"¿Saben cuando fue que me sentí más pleno y conectado con ese 'algo'?" le preguntó a sus amigos.
Ambos negaron atentos al relato.
"Cuando entré al supermercado"
En medio de la cruz, en un cuadrado perfecto, se haya el supermercado Loy's, en el cual convergen todos los departamentos de venta. Cuando Alexander se disponía a cancelar lo que había comprado para justificar su presencia entremedio de los pasillos de mercaderia, esa presencia se le quedó observando, envolviendo por completo su ser.
"Aunque nadie me miraba, sentía que todo el lugar seguía cada movimiento que ejecutaba. Estoy seguro que no eran las cajeras, las supervisoras, los clientes o los guardias. Era otra vez ese 'algo', el cual no dejaba de moverse conmigo"
Andrea y Simón, ambos acostado en la cama de la pieza que habían arrendado en un motel perdido en Vespucio, estaban boquiabiertos con lo que les relataba su amigo.
"Les juro que hasta podia escuchar mi nombre retumbar como un susurro en todos los rincones de aquel lugar" decía Alex abosorto de su incompresión por lo que le sucedía.
"Hay algo. Sin lugar a dudas algo tiene que haber" dijo Simón.
"¿Y si trabajas en Loy's?" le preguntó Andrea.
A Alexander la propuesta lo pilló mal parado. Simón casi se cayó de la cama.
"¿Estaí loca?" la recriminó Simón "Es sólo una sugestión. Ya se le va a pasar"
"Hace dos meses que no se le pasa. Y si ahora vino a interrumpir una noche de motel, es porque no es una simple sugestión" declaró Andrea "Si esto es lo mismo que les pasa a los hombres cuando se atracaron una mina que nunca les dio la pasaá. Quedan con el empacho en el cuerpo y no se pueden deshacer de él. Ni siquiera tirandose a otra mina. Lo que tienes que hacer Alexander" dijo apuntandole con el dedo índice, decidida a que su propuesta se cumpliera "Es buscar trabajo en Loy's y ahí saber qué es lo que en realidad te pasa"
Simón y Alex estaban en un sumiso silencio. Temían de la potente voz de Andrea cuando se decidía a decir algo, lo cual no podia ser refutado o criticado. Sin embargo, el tecnologo médico comenzó a analizar lo dicho en silencio.
"Es una estupidez" dijo Simón, dejandose caer en el lecho de la cama.
"Es lo mejor" dijo Alexander.
"Obvio" dijo Andrea
"¿Vas a postular a Loy's?" le preguntó su amigo sentadose de nuevo en la cama.
"Si no soy parte de él, nunca sabré que es lo que me atrae de forma tan desesperada" dijo Alex decidido.

La noche se disponía a terminar. El alba estaba proxima. Alexander no podía creer que se encontraba frente a su notebook escribiendo su primer currilum vitae. Nunca había postulado a un trabajo, y ahora iba a por un puesto en una de las multitiendas más grande del planeta. Exitados sus dedos tecleaban toda la información que el documento necesitaba, y de forma rápida, porque Alex estaba dispuesto ese mismo día a ir a presentar su CV a Loy's.

Capítulo 53: "Loy's"

Fue sorpreviso saber que aún lees por ahí mis cosillas... ¿Me he superado? Espero que sí. Saludos Dennisse.

Todo aquel ser que pase por este blog y tenga una continua presencia en lo que respecta a lectura, podrá haber notado que me salté el capítulo 52. Tal capítulo existe, pero por precaución de privacidad al sospechar de visitantes inesperados, prefiero dejarlo oculto en mi bandeja de borradores, ya que tal episodio contiene información clasificada, la cual al ser revelada puede perjudicar la ejecución de hechos futuros. Espero poder subirlo más adelante, cuando los hechos ya estén consumados.

A continuación una historia que se me ocurrió y quiero compartir. Se títula "Loy's" y espero les agrade.

La parte norte de Santiago se desplegaba por todo el paisaje como un manto de luciernagas estaticas palpitantes, sucedido por el sonido lejano de los vehiculos que pasaban por la costanera. Respiró con fuerzas el aire frío estacando ahí en el piso 21. Trató de nuevo buscar las respuestas y estar un poco mejor, pero aquella pequeña e inuvicable astilla en su mente no se iba. Sólo buscó fuerzas para hacer lo tenía que hacer. Dejar pasar lo minutos podía ser fatal.
El ventanal de acceso al balcón en donde se encontraba se deslizó, dejando escapar todo el bochornoso ruido que venía desde el interior del departamento; música, risas, vasos chocando, garabatos, insinuaciones, un "ya po', güeón... entren" y el vaciado de un cuarto de ron en una taza de café. Stephany cerró el ventanal y se sentó en frente de él. Alexander le recibió el vaso de Coca-Cola, agradeciendole con una sonriza. Desde hace semanas que ni siquiera un "gracias" podía esbozar.
"Ya, mi amor, te traje tu Coca, salimos al balcón. Creo que te tengo más comodo de lo que este departamento me lo permite" dijo Stephany, sonriendo ya nerviosa.
Alexander no dejaba de estar hipnotizado por la bella imagen del Santiago dormido y luminoso.
"Lo que te tengo que contar, te lo cuento a ti porque nadie más ha sido capaz de entender lo que siento" dijo serio y grave.
Stephany odiaba que su pololo desde la media comenzará así una conversación. Sentía que la garganta se le secaba al experimentar tanto miedo y su mente se volcaba tratando de saber qué le ocurría.
"Para eso estoy yo, mi amor, para escucharte siempre" trató de quitarle gravedad a la tensa voz de su novio.
Alexander se giró nuevamente hacia la ciudad. No queria perderse en sus ojos. Quería tener la idea clara, para que saliera sin filtros.
"Desde el día en que desperté en el hospital, después del accidente, siento que algo nunca más fue igual en mi vida" comenzó "Es algo que está desde que abrí los ojos aquella tarde, algo que me sigue a todos lados e indudablemente no me ha dejado. Si me preguntas qué es, no te puedo dar una respuesta totalmente clara. Tan sólo te puedo decir que es algo que me dice 'No eres tú'"
Alexander denotó incompresión y rabia al no entender que era lo que realmente le pasaba.
Stephany le quitó el vaso desde las manos y lo dejó sobre el borde del balcón y en silencio, un tanto apenada, le tomó las manos, buscando brindarle un poco de apoyo. Él la miró sonriente y perdido, tratando de saber por qué había perdido las ganas de besarla.
"Me siento incomodo dentro de mi mismo cuerpo. Siento que no es mío. Y que la vida me la prestaron..."
"Shhh" le dijo ella, posando sus dedos sobre sus labios. Luego le acarició los pelos y la mejilla.
"Nada es igual desde el día del accidente"
Alexander una noche de viernes, hace un año, salió desde un pub en Providencia a contestar una llamada de su celular. Los seis vasos de ron-cola en su sangre lo llevaron a quedarse de pies en medio de la intersección de la avenida 11 de Septiembre y Antonio Varas, para que a 120 kilometros por hora una camioneta le quebrara cuatro costillas y lo dejara inconciente por dos días.
"Todo va a estar mejor, mi vida" le dijo su polola abranzandolo.
Alexander se la quitó con ternura de encima.
"Desde aquella tarde sentí que perdí muchas cosas. Estoy seguro que no soy el mismo y no hay nada en la faz de la Tierra que me devuelva ese pedazo que se me fue. Y no puedo entender cómo el golpe que me di en la cabeza me haya cambiado tanto. Fue sólo un golpe..."
"Pero si los doctores dijeron que tu cerebro habia recibido multiples golpes que podían derivar en secuelas futuras" lo interrumpió Stephany.
Alexander odiaba que lo interrumpieran.
"Esas secuelas ya no se produjeron, Stephy" dijo serio "Esto es otra cosa"
Ambos se sumieron en un negro silencio. En los diez minutos de conversación no lograban engranarse.
"Pero hace dos meses me ocurrió algo extraño" dijo Alexander "Iba a tomar el metro en estación Los Leones, cuando algo me detuvo y preferí irme en micro hasta La Florida. Así que me fuí por Macul hasta la casa, una ruta que no hacía desde el accidente. Y fue cuando pasé por el frente de Loy's"
Loy's es una gigantesca multitienda construida en más de cinco mil metros cuadrados sobre la falda de la cordillera. Destronó desde mediados del 2005 a Ripley y Falabella en lo que respecta retail, quedandose con el trono de todo tipo de mercado. Su infraestructura omnipotente se deplegaba a travez de cientos de metros por un buen pedazo de borde de avenida La Florida. Alexander pasó por el frente de esta gigantesca e iluminada construcción hace unos dos meses, quedando impresionantemente impactado por su presencia.
"Aquella noche no pude dormir tratando de entender qué habia echo click en mí al ver esa monumental infraestructura" dijo alucinado.
"Es bonito Loy's" dijo Stephany, siempre restandole emoción a los relatos de su pololo "Y es obvio que te haya impresionado, amor. Ese mall es impresionamente gigantesco. Es una de las construcciones más grandes de Latinoamerica"
Alexander la observó ya un poco molesto.
"Ahora ya no tomo el metro para irme a la casa después del instituto" declaró sonriente, casi como si se tratara de una travesura "Y cada vez que paso tengo que observarlo. Y es que estoy seguro de casi llegar a oirle"
"Es la publicidad, Alex" le dijo Stephany riendo a carcajadas.
A él no le pareció nada de divertida la declaración. Se estaba abriendo frente a un tema guardado y su polola le contestaba con una risotada. Estaba seguro que lo que a continuación tenía que decirle le iba a quitar todo vestigio de risa en su rostro. Alexander sonrió igualmente de mala manera y le dijo:
"¿Recuerdas cuando llegaste esa noche al hospital a verme?"
"Sí" asintió Stephany extrañada.
"En ese momento sentí algo que pensé decaería con el tiempo, con los días o en algunas semanas. Pero no sucedió así" le dijo Alexander.
"¿Qué cosa, mi vida?" le preguntó Stephy incomoda.
"Sé que tenemos que luchar contra nuestros miedos y dudas, para así poder caminar libres y sin vacilaciones..."
"¿Qué cosa sentiste, Alex?" le preguntó Stephany ya asustada.
"Esa noche, cuando entraste y me besaste, sentí... nada" dijo él.
"¿Nada?"
"Nada. Ni pasión, ni amor, ni siquiera aprecio" dijo Alex tajante.
Stepanhy sintió que se congelaba y carbonizaba al mismo tiempo. El tiempo alrededor pareció realentalizarce y la figura de Alexander frente a sus ojos pareció alejarse.
"Es broma" logró tartamudear.
"Ojalá fuera broma, Stephany" le dijo Alex ya más tranquilo "Pensé que el amor volvería, pero con el pasar de los meses no sucedio así"
"¡Pero el accidente no te quitó el amor por mi, Alexander!" le dijo Stephy desesperada "Tiene que ser otra cosa"
"Haya sido lo que haya sido, ya sucedió" le dijo él "Te dejo, Stephy" y se levantó del asiento.
Al abrir el ventanal y escuchar el ruido rompedor, Alexander pareció sentirse un poco más liviano... un poco más feliz.

A las tres de la madrugada, Loy's estaba apacible y silencioso. Su luz podía hasta verse desde Vicuña Mackena. Indudablemente era un Dios de todo lo construido sobre Chile. En su rededor no había alma alguna circundando. Tan sólo estaba él, fumandose un cigarro, arropado hasta la punta de los pelos por el pesado frío, preguntandose por qué admiraba tanto ese lugar.

martes, 18 de mayo de 2010

Capítulo 52: Deadline

Estoy más que seguro que a mi computador le quedan pocos días de vida. Es un Pentium 4, con un RAM de 128 mgb, que no te permite tener dos programas abiertos a la misma vez. Es un verdadero tarro, vivo desde el 2001. Ya tiene nueve años. Y tanto tiempo a uno le deja la enseñanza de sus mañas. Al encenderlo hay que esperar que primero arroje el mensaje del error que falta un archivo en la carpeta Windows, luego que cargue el Ares, el Avast y el Messenger Live 2009. Después de esperar dos minutos que conecte a internet, hay que esperar el mensaje de que el sistema está desprotegido y que hay memoria virtual insuficiente. Todo eso pasa en el periodo completo de un episodio de Los Simpons.


Muevo con lentitud el cursor, rogando que llegue rapido Junio, y cierro todas las ventanas desplegadas en mi hermosa pantalla LCD LG de 17''. Abrí Explorer e ingresé en la barra de dirección el nombre de facebook. Quería ver cómo iba lo del jueves en los mensajes internos, cuando una atractiva opción se posó frente a mis ojos. El facebook de mi hermano estaba extrañamente abierto y en su lista de amigos la imagen reflejada de mi proximo examen. No habia nada de malo de cliquear su nombre en la bara de busqueda. Entré a su muro y vi los mensajes.


Todo me pareció normal... y patetico.





Con María retomamos el contacto. Ella fue la gestora de una conversación reveladora y penetrante. Fue todo lo que necesitaba en este momento tan difícil que aún no termina. De a poco se va retomando lo que en un momento perdimos, y eso me tiene demasiado contentisimo. Me devolvió un pedazo de luz.





Fue una mañana cuando mi mamá dibujó en el calendario el día D, aquel día en que todo puede comenzar o terminar. Ese día tan trascendental como normal escrito en Word en el calendario de la bomba de bencina.


"Nos vamos este fin de semana con tu papá" me dijo y la idea de que algo nos controla se sobrepuso sobre mí.


La Providencia es inmensa.


Mi viejo el año pasado fue informado por sus patrones que era el flamante ganador de un viaje a Iquique en avión, junto a su esposa, gracias al grotesco y excesivo monto de la devolusión de impuesto recibida por su empresa. El premio lo recibió cuando en mi vida iba todo bien, cuando no necesitaba de unos días con Mary o cuando no necesitaba viajar a Huechuraba. Si se hubiesen ido el año pasado, estoy seguro que ese fin de semana lo habria pasado con Yessenia y toda habría seguido igual. Pero no era cómo deberia pasar. Tuvieron que aplazar el viaje hasta nuevo aviso, ya que mi vieja tenía que esperar que la llamaran del hospital. La operaron este verano, y cuando ya estaban listos para partir... adivina. Sucede el terremoto grado 8,8 en Concepción, y nuevamente tuvieron que aplazarlo.


"Tu papá estaba esperando un lunes feriado, para descansarlo" me decía mi mamá, sin darse cuenta de mi impresión.


"¿Puede venir Mary?" le pregunté sin meditarlo un momento. Mi alma hablaba por mí.


Su seño fruncido acuso su extrañeza por la repentina pregunta. Se descolocó.


"¿Ese fin de semana?" me preguntó.


"Si. Acuerdate que al final no vino para el verano" agregué


"Ya, pero hablalo con tu papá"


"Mi papá no será problema"





Y aquella extraña fuerza se siguió moviendo por esos días.


Aquel fin de semana lo ocuparía, sin lugar a dudas, para resolver todas las diferencias con María y para fortalecer lo que estuvo a punto de destruirse. Estaba dejandome llevar por la felicidad de la proximidad de la fecha, cuando apareció un antiguo amigo que harìa que aquel fin de semana fuera más interesante de lo que hasta ese momento era. Marcelo me dejó un mensaje en facebook, alucivo a inciar una conversación. Me alegró su aparición y abrí su ventana de contacto en Messenger. La conversación sería tajante y escalofriante.


Me contó que hace días venía pensando en mí, buscando el momento para pillarme y hablar conmigo para invitarme a su cumpleaños, fechado para el último fin de semana de junio, extrañamente el mismo fin de semana que mis padres se van a Iquique... el mismo que vendrá María.


Marcelo y María son amigos desde hace unos cuatro años, cuando ella era polola de un compañero de nosotros del liceo. Yo a Mary la conocí a mediados de julio del 2007. Por pareja, no nos vemos hace mucho tiempo. Entonces se podría decir que con María celebrariamos nuestro aniversario de tres años de conocernos, sumado a la constitución de la reconciliación en curso, más el reencuentro de Marcelo conmigo y de él con ella. Pero falta un pequeño gran detalle dentro de este impactante fin de semana. Al cumpleaños de Marecelo asistirá Daniela... con su pololo.


Cataclismico! ¿No? Ver a Daniela era algo que venía pidiendo desde hace un tiempo esa parte de mi ser que quiere probar si la superación se cumplió por completo. Y es que haber consumido el sentimiento por ella en tres meses, después de dos años de relación, aún me parece raro. Es verdad que tuve todo el apoyo y ayuda de Mary, pero noventa días aún me parece poco. Lo más chistoso es que asistiré a mi prueba acompañado por mi profesora de olvido.





Por primera vez siento que mi mundo no es completamente el problema que estoy viviendo. Que la felicidad se puede conseguir por otro lado y no tan sólo enfocarla en querer conseguir lo que quiero.


Hoy es 18 de Mayo. Falta un mes y dos semanas para el tiempo límite. La Providencia me acompañe.

jueves, 6 de mayo de 2010

Capítulo 51: Miedo

A parte de los temblores, me causa una espeluznante terror el pensar que la persona que está a mi lado se quiere lavar las manos. Me da miedo pensar que tan sólo es pena lo que siente por mí y no encuentra la manera de terminar todo... Que odio me causaría saber que unicamente está esperando que caiga para finalizar la unión y dejar todo como está. Y es que el que extienda tantos los días sin vernos y me incite a salir para alejarnos un poco más sería una jugada más que sucia.
Y es que lo que más detesto es la mentira y el temor al cómo valla reacionar. Tan mal me ve para pensar que para mí puede ser caclismico separarme de su lado (?).

Quiero pensar que estoy equivocado y que su sinceridad que tanto la caracteriza se mantenga firme y estable como al principio.