"La paranoía se produce por traumas como el que sufriste tú"
Inhaló fuerte, buscando que el agua no entrara por su garganta. Y cuando sintió el aire frío llenar sus pulmones y vio las mamparas del gimnasio, siendo cubiertas por el movimiento perpendicular de su brazo, introdujo toda la cabeza.
"Siento que algo me sigue a todos lados. Algo que me observa. Es una presencia demasiado fuerte"
"Son las sensaciones que genera la paranoia. Presientes que las personas te miran o alguien te persigue sin razón y todo el tiempo"
El agua clara permitía ver el fondo formado por la perfecta alineación de cientos de pequeños azulejos, dispuestos alternadamente por color. Dio tres brasadas y sacó la nariz. Sentía que ya después de trece vueltas, los músculos detras de sus piernas comenzaban a dar pequeños tirones. Y sintió que algo miraba con atención su ejercicio. Otra vez.
"Nada, absoltamente nada ha sido igual después de ese día"
Dicen que lo encontraron detrás de la camioneta. Que iba con el celular en la oreja, hablando y riendo. Inconciente e irresponsablemente borracho por el medio de una avenida de alto flujo vehicular. La señora que horrorizada llamó a carabineros, dijo que su cuerpo parecía un saco de basura larguirucho, que dio unas cuatro vueltas por los aires antes de azotarse contra el piso.
La presencia lo observaba desde un pasillo.
Alexander sabía que fuera lo que fuera que lo mirara, estaba en altura. Pero no quiso escuchar a su mente ni sentir a su alma. Nadó más fuerte y el agua se quebraba en miles de gotas a cada fuerte braseo que daba para tratar de escapar a otro mundo.
Pero los deseos de la presencia pesaban en demasia. Así que tuvo que detenerse y mirar, desesperado por querer quitarse esa sensación de observación sobre su ser. Pero en los rededores no había nadie.
Estuvo toda la tarde sentado en la vereda al frente de Loy's, con el CV en la mano, haciendo lo que más le gustaba: pensar. Quizás sí era paranoia y tan sólo necesitaba agregar otro frasco de pastillas más a su dieta mensual. Tal vez tan sólo tenía que olvidarse de aquel gigante comercial y seguir sambullido en sus libros de tecnología médica. Pero la astilla en su mente se giraba cada día un poco más sobre su eje hacia el centro de su cerebro. Estaba seguro que no podría perdonarse el volver a casa con el sobre tamaño carta en sus manos.
Ahora era de noche. Algunas luces interiores se habían apagado y los trabajadores comenzaban a copar los paraderos y las filas para esperar el colectivo empezaban a generarse. Se levantó después de dar un gran suspiro, entregado a que sucediera lo que tenía que suceder y cruzó la calle.
Cuando llegó frente a la caja blanca en donde se dejaban los curriculums para poder postular a un puesto de trabajo en Loy's, sintió que alguien lo miraba. Supo que no era aquella gigantesca fuerza. Ahora sí que sabía que una persona estaba proxima, sumida en la oscuridad quizás.
"¿Quieres trabajar aquí?" le preguntó la voz de una mujer.
Alexander se sorprendió al ver que una mujer de unos treinta se acercaba a él fumandose un cigarro.
"Espero"
"Es una buena empresa. Yo trabajo aquí"
"Tengo muchas ganas de entrar" dijo Alexander mirando hacia las alturas de la infraestructura que parecía venirseles encima.
"¿Haces algo más a parte de sentarte en la vereda del frente?" le preguntó la mujer mirandolo fijo.
Alex se sintió un tanto cohibido por el envolvimiento de la penetrante mirada de la empleada de Loy's. Al parecer la dama le estaba coqueteando.
"Estudio"
"¿Hace cuanto?"
"Hace tres años"
"¿Crees que podrás con ambos mundos?" le preguntó tajante la mujer.
"Un mundo más, un mundo menos" contestó él.
"Eso quiere decir que conoces tus límites"
"Sé hasta donde puedo llegar" le dijo Alex esbosando él ahora una sonriza coqueta.
"Ojalá que en Loy's puedas llegar lejos" le dijo la mujer apagando bajo su taco la colilla de cigarro consumida "Cuidate" y se fue.
Alexander sintió que una jauria de perros había decidido no comerselo vivo.
El olor de su leche con café lo obligó a saltar de la cama al otro día. Su padre se encontraba comiendose unas tostadas cuando se sentó a la mesa de la cocina. Su zumo de Nescafé y Nido estaba hirviendo como a él le gustaba. Nada más reponedor que una dosis de cafeína y protenías hirviendo.
"Anoche soñé con el accidente" dijo derepente.
El bolo humedecido de pan con té se deslizó lentamente por la garganta de su padre.
"¿Sí?"
"Sí. Soñé que escapaba de algo y luego me encontraba en medio de la avenida. Tenía angustia o pena o algo así. Pero al parecer no iba hablando por celular" dijo Alex extrañado por lo dicho "El celular nunca apareció ¿cierto?"
"No" contestó su padre, un hombre irritablemente serio, sin dejar de comer "Alguién debe haberlo robado cuando lo soltaste"
A su padre no le gustaba referirse de lleno al hecho en sí. Siempre trataba de referirse a las escenas del accidente, pero no a lo que ocurrió como tal. Buscaba siempre evitar el tema, a demás.
"¿Con quién habré estado hablando aquella noche?" se preguntó Alex.
"Creo que mucha importancia ya no tiene"
Y el silencio se hizo de los dos. Alexander sabía que tocar el tema con su padre era una neta perdida de tiempo. El teléfono los hizo olvidar el incomodo momento.
"Hola" contestó Alexander.
"¡Usted!" dijo la mujer de la noche anterior desde el otro lado del auricular.
El tecnólogo quedó sin habla. En menos de doce horas volvía a encontrarse hablando con la misma desconocida mujer.
"¿Cómo consiguió mi número?" fue lo único que pudo preguntar.
"Está en la tercera línea de su curriculum, después de la palabra TELEFONO" dijo íronica, dejando escapar una pequeña risita.
Alex sintió que sus mejillas se sonrojaban como las de un hombre alcoholico. ¿Qué hacía aquella mujer con su curriculum en sus manos? La idea de una persecución sexual lo dejó un tanto perplejo.
"Si aún quiere trabajar en Loy's, presentese hoy a las cuatro en la oficina de personal" dijo la mujer desde el otro lado "Y sea puntual"
"Claro que sí" contestó atonito Alexander y colgó.
Tenía una entrevista.
Inhaló fuerte, buscando que el agua no entrara por su garganta. Y cuando sintió el aire frío llenar sus pulmones y vio las mamparas del gimnasio, siendo cubiertas por el movimiento perpendicular de su brazo, introdujo toda la cabeza.
"Siento que algo me sigue a todos lados. Algo que me observa. Es una presencia demasiado fuerte"
"Son las sensaciones que genera la paranoia. Presientes que las personas te miran o alguien te persigue sin razón y todo el tiempo"
El agua clara permitía ver el fondo formado por la perfecta alineación de cientos de pequeños azulejos, dispuestos alternadamente por color. Dio tres brasadas y sacó la nariz. Sentía que ya después de trece vueltas, los músculos detras de sus piernas comenzaban a dar pequeños tirones. Y sintió que algo miraba con atención su ejercicio. Otra vez.
"Nada, absoltamente nada ha sido igual después de ese día"
Dicen que lo encontraron detrás de la camioneta. Que iba con el celular en la oreja, hablando y riendo. Inconciente e irresponsablemente borracho por el medio de una avenida de alto flujo vehicular. La señora que horrorizada llamó a carabineros, dijo que su cuerpo parecía un saco de basura larguirucho, que dio unas cuatro vueltas por los aires antes de azotarse contra el piso.
La presencia lo observaba desde un pasillo.
Alexander sabía que fuera lo que fuera que lo mirara, estaba en altura. Pero no quiso escuchar a su mente ni sentir a su alma. Nadó más fuerte y el agua se quebraba en miles de gotas a cada fuerte braseo que daba para tratar de escapar a otro mundo.
Pero los deseos de la presencia pesaban en demasia. Así que tuvo que detenerse y mirar, desesperado por querer quitarse esa sensación de observación sobre su ser. Pero en los rededores no había nadie.
Estuvo toda la tarde sentado en la vereda al frente de Loy's, con el CV en la mano, haciendo lo que más le gustaba: pensar. Quizás sí era paranoia y tan sólo necesitaba agregar otro frasco de pastillas más a su dieta mensual. Tal vez tan sólo tenía que olvidarse de aquel gigante comercial y seguir sambullido en sus libros de tecnología médica. Pero la astilla en su mente se giraba cada día un poco más sobre su eje hacia el centro de su cerebro. Estaba seguro que no podría perdonarse el volver a casa con el sobre tamaño carta en sus manos.
Ahora era de noche. Algunas luces interiores se habían apagado y los trabajadores comenzaban a copar los paraderos y las filas para esperar el colectivo empezaban a generarse. Se levantó después de dar un gran suspiro, entregado a que sucediera lo que tenía que suceder y cruzó la calle.
Cuando llegó frente a la caja blanca en donde se dejaban los curriculums para poder postular a un puesto de trabajo en Loy's, sintió que alguien lo miraba. Supo que no era aquella gigantesca fuerza. Ahora sí que sabía que una persona estaba proxima, sumida en la oscuridad quizás.
"¿Quieres trabajar aquí?" le preguntó la voz de una mujer.
Alexander se sorprendió al ver que una mujer de unos treinta se acercaba a él fumandose un cigarro.
"Espero"
"Es una buena empresa. Yo trabajo aquí"
"Tengo muchas ganas de entrar" dijo Alexander mirando hacia las alturas de la infraestructura que parecía venirseles encima.
"¿Haces algo más a parte de sentarte en la vereda del frente?" le preguntó la mujer mirandolo fijo.
Alex se sintió un tanto cohibido por el envolvimiento de la penetrante mirada de la empleada de Loy's. Al parecer la dama le estaba coqueteando.
"Estudio"
"¿Hace cuanto?"
"Hace tres años"
"¿Crees que podrás con ambos mundos?" le preguntó tajante la mujer.
"Un mundo más, un mundo menos" contestó él.
"Eso quiere decir que conoces tus límites"
"Sé hasta donde puedo llegar" le dijo Alex esbosando él ahora una sonriza coqueta.
"Ojalá que en Loy's puedas llegar lejos" le dijo la mujer apagando bajo su taco la colilla de cigarro consumida "Cuidate" y se fue.
Alexander sintió que una jauria de perros había decidido no comerselo vivo.
El olor de su leche con café lo obligó a saltar de la cama al otro día. Su padre se encontraba comiendose unas tostadas cuando se sentó a la mesa de la cocina. Su zumo de Nescafé y Nido estaba hirviendo como a él le gustaba. Nada más reponedor que una dosis de cafeína y protenías hirviendo.
"Anoche soñé con el accidente" dijo derepente.
El bolo humedecido de pan con té se deslizó lentamente por la garganta de su padre.
"¿Sí?"
"Sí. Soñé que escapaba de algo y luego me encontraba en medio de la avenida. Tenía angustia o pena o algo así. Pero al parecer no iba hablando por celular" dijo Alex extrañado por lo dicho "El celular nunca apareció ¿cierto?"
"No" contestó su padre, un hombre irritablemente serio, sin dejar de comer "Alguién debe haberlo robado cuando lo soltaste"
A su padre no le gustaba referirse de lleno al hecho en sí. Siempre trataba de referirse a las escenas del accidente, pero no a lo que ocurrió como tal. Buscaba siempre evitar el tema, a demás.
"¿Con quién habré estado hablando aquella noche?" se preguntó Alex.
"Creo que mucha importancia ya no tiene"
Y el silencio se hizo de los dos. Alexander sabía que tocar el tema con su padre era una neta perdida de tiempo. El teléfono los hizo olvidar el incomodo momento.
"Hola" contestó Alexander.
"¡Usted!" dijo la mujer de la noche anterior desde el otro lado del auricular.
El tecnólogo quedó sin habla. En menos de doce horas volvía a encontrarse hablando con la misma desconocida mujer.
"¿Cómo consiguió mi número?" fue lo único que pudo preguntar.
"Está en la tercera línea de su curriculum, después de la palabra TELEFONO" dijo íronica, dejando escapar una pequeña risita.
Alex sintió que sus mejillas se sonrojaban como las de un hombre alcoholico. ¿Qué hacía aquella mujer con su curriculum en sus manos? La idea de una persecución sexual lo dejó un tanto perplejo.
"Si aún quiere trabajar en Loy's, presentese hoy a las cuatro en la oficina de personal" dijo la mujer desde el otro lado "Y sea puntual"
"Claro que sí" contestó atonito Alexander y colgó.
Tenía una entrevista.