martes, 20 de abril de 2010

Capítulo 49: Días de Lluvia

Se fueron las llamadas y las respuestas. Desapareció toda la atención y los deseos de algo. Espero que sólo sea la maquinación de mi negra imaginación.

A esa hora el aguacero que despertó a Santiago la mañana del viernes ya se había retirado. Los cielos timidamente comenzaron a despejarse y el olor de la tierra humeda envolvió la casa.
Isabella decidió salir al centro de San Bernardo a pagar algunas cuentas, algo tan rutinario como levantarse o desayunar, sin embargo, el tiempo y las casualidades le tenían deparado no volver a la hora prevista.

Jack llamó inusualmente temprano la mañana del sábado.
"Mi hermano habló con la hermana de Isabella... al parecer se cayó de la moto y está en la casa, en cama"
Al principio la noticia no me causó la impresión que requería lo que realmente habia sucedido. Isabella ya tenía una caída en la motocicleta de velocidad de Felipe, entonces la nueva mas o menos no me preocupó
"Llamala para cachar como está"
"Bueno"
La jornada de medio día del sábado fue un tanto ardua, asi que la llamada la concreté alrededor de la una de la tarde.
Su voz era intervenida por algún cuerpo extraño, quizás una herida de consideración. Fue desde el momento en que me contestó que supe que no había sido cualquier caída. Lamentablemente, entre el móvil de la oficina y su celular, la comunicación siempre es infroctuosa. Logré captar nada y poco lo que había sucedido, tan sólo que su lado derecho estaba casi todo moreteado y el golpe (aún no sabía cómo se lo había echo) le provocó un TEC cerrado en la cabeza.

El día de ayer crucé la mitad de Santiago para saber de ella y su estado. Desde Providencia, por la línea cuatro, hasta Macúl y luego una troncal, llegué hasta las lejanas y oscuras villas de San Bernardo sur; Las Palmeras. Ahí, en su cama, estaba Isabella, inmovilizada por un cuello ortopedico de espuma, sonriendo con un dejo de dolor. Fue aquel el momento para saber que era lo que exactamente había ocurrido.
"Iba detrás de esta tipa..." comenzó a explicar "... Y parece que era aprendíz, porque al frenar lo hacia bruscamente. Entonces veniamos por Arturo Prat (arteria centrica de San Bernardo), el piso estaba resbaladizo por la lluvia que habia caido, cuando derepente frenó y no alcancé a hacer nada más que frenar"
Mi amiga me contó a modo de detalle que estaba a dos metros del vehiculo que la sucedia y se desplazaba a unos cincuenta kilometros por hora. Una velocidad baja, pero velocidad al fin y al cabo. Al frenar para no impactar con la maleta del automovil, la motocicleta se desestabilizó hacia el lado derecho, cayendo sin poder evitarlo. Isabella recuerda que su cuerpo se azotó contra el piso y debido a la velocidad que llevaban ella y su "vehiculo", ambos comenzaron a patinar por el asfalto húmedo.
"Yo veía el cielo y después el piso. Era donde iba rodando" relataba acusando el terror vivido a travéz de sus ojos.
Inevitablemente era lo que tenía que suceder. Su cuerpo iba a una velocidad que no fue reducida al frenar la moto, ya que ésta cayó. Entonces su cuerpo se proyectó a travéz del pavimento, rodando mientras perdía la energía que su fisiologia transportaba antes de caer. Siendo sinceros, es lo mejor que pudo haber pasado. En el caso que el pavimento no hubiera estado mojado, el accionar de los frenos habría echo que la motocicleta ocupara los dos metros que la separaban del vehiculo siguiente para perder la velocidad que traía, inevitablemente chocando contra la parte posterior de éste. Esto habría provocado que Isabella o hubiera quedado incrustada en el parabrisas posterior o, peor aún, habría salido proyectada por los aires con quizás qué concecuencias. Pero la vida quiso otra cosa.
Su cuerpo se detuvo y el griterío de las mujeres que vieron la maniobra se desató a su alrededor. Y vinieron los segundos de inconciencia. Era la sangre queriendo estallar dentro de su cráneo, pero esto tampoco sucedió.
Recuerda que al volver en si había una mujer sobre ella y unos paramédicos chequeando su estado, y lo que más terror le causa recordar; no sentía su pierna.
"Creí que la iba a ver toda rota o lejos de donde tenía que estar" me relató "La ambulancia llegó super rapido. Me inmovilizaron completamente y me llevaron al hospital El Pino. Y debido a la gravedad, me deribaron al Barros Luco"
La observaba y me costaba creer la inmensa suerte que había corrido. Sin dudas una lección para aprender.
La mujer que estaba con ella, que tambien contestó el célular cuando su mamá la llamó y tuvo el valiente papel de contarle que su hija se había accidentado, le guardó su célular y algunas pertenencias más. El choque se produjo a las afueras del mall Plaza San Bernardo, en donde los guardias se encargaron de guardar la malograda motocicleta.
Isabella volvió ocho horas después a su casa.

A pesar de sentir una agradable sensación de que todo lo ocurrido haya sido pequeño comparado a lo que verdaderamente debería haber ocurrido, habían extraños sentimientos encontrados. En estos casos se denota la ineficiencia de las comunicaciones y la tecnólogia. "Bonita" sufrió el accidente alrededor de las dos de la tarde el viernes. Jack supo de lo ocurrido ya entrada la noche del mismo día. Yo me enteré del accidente una veinte horas después. El sábado habría sido una odisea salir a las nueve de la noche y viajar a San Bernardo para haber estado tan sólo un ratito. Es por esto que le informé de mi visita para el día lunes. Sin embargo, el domingo decidí ir después del trabajo, pero a las seis una falla en la red eléctrica del supemercado me obligó a quedarme hasta las once de la noche trabajando.

Ahora son las nueve de la noche del martes 20 de Abril, y Jack aún no la va a visitar... y dudo determinantemente que lo haga.