viernes, 11 de diciembre de 2009

Capítulo 36: El Camino

La otra noche, solo, veía la espelusnante escena de una pelicula de terror. Trataba de un hombre que grababa su pieza mientras dormía con su mujer, ya que fuerzas demoniacas los atormentaban desde hace unos días. Fue en cuestión de segundo y sin darme cuenta que la mujer cayó de su cama y una fuerza invisible la arrastró por el piso hacia el pasillo de la escalera. Ella, al darse cuenta de la espantosa situación, comenzó a gritar el nombre de su amado, ya que era el único que podía ayudarla en tan temeraria escena, mientras que "algo" la arrastraba sin ceder metros. Su esposo despertó por los desgarradores gritos de terror y dolor de su mujer, y salió tras ella. Al cogerla de los brazos para hacer que la fuerza invicible la soltara, se encontró con la desagradable situación de que él tampoco podía hacer nada para que la dejara. Ambos fueron arrastrados hasta el final del pasillo.
¿Qué hubiera ocurrido si ella hubiera estado sola? ¿Alguien podría haber corrido por ella? Habría sido difícil... muy difícil.

En mi vida, en mi "cama", ya no habrá nadie que pueda correr por mí. Hace unos días ese lazo con Mary terminó. La situación fue algo confusa y nebulosa. Recordar las palabras y sensaciones sería cubrir más con tierra lo que estaba enterrado. Quizás ella lo hizo por mi bien, pero ya era hora de dejarme saltar. Me ayudó un montón con lo de Daniela, y se lo agradesco mucho, pero no siempre iba a estar ahí cuando "el demonio" me arrastrara hasta el final del pasillo. Ya era tiempo de poder girarme y golpear con las piernas a esa cosa invicible que me arrastraba sin ceder metros. Fue simple y facil. Sin embargo, nunca sabré si lo hizo por sentir que mi dependencia era excesiva o por una sencilla casualidad.
No niego que el humano necesita de una segunda opinión o mal llamado consejo, pero yo en realidad me aprovechaba ¿Qué iba a ocurrir el hipotetico día que nos pelearamos? Iba a quedar solo en medio de la vida que te azota sin freno. Habría caido de nuevo en esa profunda cueva de la cual me rescató. Y poco orgullo me da decir esto, pero más es la alegria al decir que fue ella quién lo logró.
Ojalá el hombre se de cuenta de quien es ella, porque más allá de un rostro tierno y una personalidad extrovertida, hay mil kilometros de mujer sensata y acogedora. Palabras me faltan para explicar, porque ni siquiera palabras tengo para describir la oscura tarde que viví.

Ahora me toca a mí "dormir" solo en esa cama, sin su compañía al lado, esperando con un ojo medio abierto la venida del demonio.

Gracias...