domingo, 22 de noviembre de 2009

Capítulo 33: Exquisita Rutina

Estaba terminandome el completo cuando el celular en mi bolsillo comenzó a vibrar.
"¿Aló?"
"Hola" me contestó su tersa voz "¿Vienes?"
"Obvio"
"¿En cuanto más o menos estás acá?"
"Como en media hora. Pero ahora estoy tomando once. Yo te llamo cuando valla saliendo"
"Ya"
"Nos vemos"
"Bueno. Te quiero"
"Yo igual, mi amor"

Las causas y concecuencias me han enseñado que con ella me es imposible pensar en cosas malas. Nada pasa. Es sólo el miedo de que el pasado se vuelva un bis en esta melódica canción. El sábado llegó un tanto cansada, agotada de una semana de estragos ¿Había hablado de que tenemos que fingir?... No, no en la cama. En la pega. Y somos buenos simuladores. Fingimos ser compañeros de trabajo.
"Al principio es chistoso" le digo mientras me acaricia el rostro, mirandome en silencio.
"A mí me cuesta" me declara.
Y cuesta. Es verdad. No podemos ir de aquí allá sin poder aguantarnos las ganas de atravesarnos el alma con una mirada, una arqueada de ceja o una tímida sonrisa. Frente a los ojos de los demás debemos ser esos entrañables supervisores e impidir que duden de nuestra complicidad al trabajar. Porque después de una noche juntos, sabiendo maliciosamente que al otro día tenemos la pesada responsabilidad de hacer la apertura del supermercado. Es divertido saber que los clientes ni siquieran imaginan que la jefa de cajas y el encargado de informática la noche anterior se quedaron hasta las cuatro de la madrugada en una oscura plaza, sintiendo como la vida y los segundos se escapaban tras cada beso que los quería congelar. Nadie, aparte de Monica y Joselyn, sabe de esto que no puede ir mejor. Y es extraño. Mary lo sabe.
"¿Siempre tienes que ser el superheroe de tu historia?" me reta... como siempre.
"A veces me siento descolocado al sentir que esto ha sido tan fácil" le explico.
"Estás haciendo las cosas bien. Yo me siento orgullosa de ti. Sólo tienes que seguir así y conseguirás mucho más"
Pucha que la adoro.
Sin embargo, ayer hubo un antes y un después. Fue en nuestro juego de dar y no dar que nos topamos con algo que no habíamos tocado. Y no sé cómo explicarlo, pero fue algo totalmente maravilloso y desconocido. Es tan universalemente simple como decir que fue tan sólo una caricia. Absolutamente nada más ¿Y al final? Las respiraciones un poquito pasadas de revolución y aquella penetrante mirada. Y recuerdo cuando estamos en la pega, y sólo podemos reír. Que exquisita rutina
Cuando uno de los dos termina su jornada laboral, es sagrado que el otro lo valla a dejar. Hoy ella se retiró a las cuatro de la tarde. Se despidió de Monica y de Erica, mientras yo la esperaba en la entrada a una de las cajas.
"Cuidala" bromea Monica.
Nos vamos por los pasillos hasta el fondo del Tottus. Nos desplazamos por un pasillo hasta la escalera y la subimos con demasiada paciencia. Llega a su casillero. Saca su bolso y se coloca el poleron. Se quita los tacos y se pone las zapatillas. Pasa uno que otro empleado y ni siquiera se dan cuenta que existimos. Llegamos a Romeo. El guardia le revisa el bolso y le da el pase para retirarse.
"Te voy a dejar a la puerta" le dije hoy.
"Bueno" me sonrió.
Más lento que nunca, buscando un pedazo de cada segundo, caminamos hasta la salida. Que ganas de tomarle la mano, la cintura, el rostro y besarla. Pero detrás un guardia celoso y copuchento nos franquea el caminar, sumada la cámara de vigilancia. Abre la puerta y me abraza.
"Hablamos mañana"
Baja los escalones y no vuelve a aparecer.

Jack realmente se llama John. Y hoy develo su verdadero nombre porque quizás en los proximos capítulos no aparecerá más.