lunes, 3 de enero de 2011

Nuevo Blog

Para los que aún divagan por aquí, les dejo el link de la continuación de este blog... Saludos :)

 http://alsurdelacapital.blogspot.com/

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Capítulo 100: Sobrevivientes (Segunda Parte)

En realidad el siguiente paso se puede dar sólo si entiendes la decisión. Aunque la respuesta sea devastadoramente negativa o paradisiacamente positiva, el entenderla te permite seguir. Yo he seguido, miles de veces. He dado vueltas páginas que se resistían al hecho. He dejado atrás a supuestos sueños, a supuestas personas importantes. Y todo gracias al entendimiento de la respuesta. Clara y precisa. Da lo mismo el peso de la situación o de lo feliz que te hacía. Las cosas se acaban y punto.
Hoy quisiera entender. Y eso aún me tiene aquí.

Me di cuenta de la verdad y el momento me pilló mal parado sobre ella. Me estaba mirando con la mano como vicera. El sol golpeaba fuerte la costa. Y esperó a que yo cediera o perdiera. E inutilmente negué con la cabeza. Notó el gesto y se abalanzó sobre mí para tratar de sacarme la información, pero procuré no decir nada y convertir su misión en un fracaso. Es mejor contemplar el mar y esperar. Lo de ahora ahora, y lo de más adelante más adelante.

Estabamos los treinta y tantos esperando afuera del laboratorio I-25, nerviosos y en silencio la mayoria. Sebastián estaba bajo ese mutismo catastrofico previo, envuelto en la sensación de que, como para casi todos, aquel examén era el último disparo de la pistola. Y lo era. Ambos estabamos a punto de echarnos el ramo o de terminarlo y egresar. Durante el fin de semana estudiamos conectados por Messenger, resolviendo dudas, revisando otras pruebas y las configuraciones del Packet Tracer: el simulador de red que prueba nuestros conocimientos. Sin embargo, si algo iba mal, Sebastián se sentaría al lado mío para juntos poder salir del apuro en el caso que las cosas se complicaran. Yo tan sólo podía repasar una y otra vez las decenas de comandos que me solicitarían para hacerme acreedor del título de egresado. Fue en eso que salió, desde la mítica I-25, Agüero, el profesor del ramo. Con lista en mano, empezó a llamar por orden alfabetico a los de la primera sección. Nosotros perteneciamos a la segunda. Y a cada nombre, la cara del nombrado se desmonoraba y entraba buscando algún asiento desocupado. El pasillo se fue desocupando de a poco y el silencio se fue haciendo más pesado. Junto a nosotros también estaba el Fumarola, otro compañero que estaba en la misma situación que nosotros, y que en realidad era la del curso entero.
La lista se acabó y quedaron dos puestos desocupados. Llamó entonces a los de la segunda sección. Llamó al primero y entró un tipo que no recuerdo su rostro y ni sabía quién era. Llamó al segundo y no estaba. Llamó al tercero para llenar el último puesto que quedaba, pronunciando mi apellido. Sebastián me miró con cara de "No, perro. No te vallaí. No puedo terminar esta güeá sin vo" Y yo lo miré con cara de "Por lo menos vo vaí a morir acompañado. Yo voy a morir como al perro atropellao, que lo tiran a un lado de la calle"

Jack llamó inusualmente temprano la mañana del sábado.
"Mi hermano habló con la hermana de Isabella... al parecer se cayó de la moto y está en la casa, en cama"
Al principio la noticia no me causó la impresión que requería lo que realmente habia sucedido. Isabella ya tenía una caída en la motocicleta de velocidad de Felipe, entonces la nueva mas o menos no me preocupó
"Llamala para cachar como está"
"Bueno"

Me senté al final, al lado de unos tipos con nombres raros, en medio de un curso lleno de rostros desconocidos. Estaba sólo, como el primer día. Entré a Fundamentos de Telecomunicaciones 15 minutos tarde aquel lunes. El curso estaba lleno, y yo no tenía muchas intenciones de empezar lo iniciado. Pero ese fue el comienzo, la partida. Y no pararía hasta completar todos los creditos y niviles... Oh no! Estaba recordando todo lo que había vivido durante los tres años de carrera. Se supone que uno recuerda todo en un segundo cuando está a punto de morir. Yo no quería morir. No me quería quedar ahí.
"Bien, muchachos. Atentos. Hay una carpeta compartida en red. Abranla. Ahí está el examén" dijo Agüero y se sentó frente a su Mac.
Todos comenzaron a ingresar a la red a buscar el archivo. Y ahí estaba, como un ícono más, pero no era cualquier ícono.
Estoy seguro que todos lo abrieron casi al mismo tiempo el archivo, porque después de un largo silencio, lo único que se escuchó en la I-25 fue un largo:
"Uuuuh"

Ignacio se azotaba con fuerzas en los brazos de mi madre. El tiempo pareció detenerse. Mi viejo lo tomó de la cabeza y lo dio vuelta para que botara la espuma acumulada en su boca. Se supone que no volvería a ocurrir, pero ahí estaba, reviviendo antiguos fantasmas, iluminando viejas pesadillas. De repeten su mirada, la única parte de su cuerpo que puede controlar, busca el auxilio de los que miramos atonitos, pero no podemos hacer nada.
"Omar, ve a llamar a un taxi. Tenemos que llevarlo a la posta" me dijo don Omar.

Era una monstruosidad de examén. Para los entendidos, tenía para configurar 7 routers, 6 switchs, 2 servidores y 10 computadores. La prueba simulaba una conexión de red entre la región Metropolitana y la zona sur del país. La configuración era extensa y casi interminable. Además del calculo de dos VLSM's. Para no caer en depresión, cerré el archivo y respiré.
"Esto es tuyo. Ha sido tuyo desde que pisaste esta güeá de instituto. Sólo ordenate, como lo haces cuando haces el aseo en la casa. Sólo hacele doble clic otra véz y calcula los dos vlsm's" me dije.
El tipo al lado mío estaba boquiabierto. El resto estaba en un mutismo total Nadie sabía por donde partir. El problema era que había poco tiempo para configurar tanto. Abrí el archivo otra vez y la misma cantidad de dispositivos estaba ahí.
"¿Qué esperabas? ¿Creiste que al cerrarlo, se iban a borrar un par de routers?"
Tomé las dos ip's de red y comencé a calcular.
Calculas ambos vlsm's me llevó unos diez minutos. Por calculo de red, se ejecutan 4 operaciones mátematicas. Encontrar el exponente óptimo para la cantidad de subredes que se necesitan. El resultado dividirlo por 256 y luego multiplicarlo por 256. Calcular la máscara y seguir con la siguiente red. Cualquier distracción equivalía al mal calculo de una red y al desplazamiento de todas las ip's para las demás. O sea, si tenía un sólo error en el vlsm, el porcentaje del simulador no subiría. 
Ya listas las casi doce redes, comencé a ingresar los comandos y las ip's calculadas. El porcentaje, el cual parte en 0, se elevó a 6 en un ingreso de a lo menos tres comandos. Había empezado, pero el tiempo era escaso. Pero era un paso. Así que decidí no mirar el porcentaje, hasta haber ingresado todo lo que conocía.

Las coincidencias y la noche los querían solos... solos para decirse con caricias que es un poco difícil decír hasta luego y que momentos como aquel en donde por unos minutos fueron unos locos serían dificiles de olvidar. Él quiso decir que nunca había estado así en el asiento trasero de un taxi. Ella no quiso decir que moría de verguenza. Lo único que querían era que el frío se encerrara lejos en la Cordillera, porque en los momentos de pausa les era complicado manternese de pies mientras temblaban del hielo que les impedía respirar con tranquilidad.

"Dejeme ver cuanto lleva" me dijo de repente Agüero.
No noté el momento en que se paró a mi lado. Paré de configurar y fui a la ventana del porcentaje. Llevaba un 43%.
"¿Cuanto necesitai?" me preguntó.
"Un 70%"
"¿Creí que podaí?"
"Si la redacción de las instrucciones estuviera mejor escrita y mas entendible, haría el 100%. Pero parece un crucigrama la güeá" le reclamé.
"Sí sé. Están muy enredadas las explicaciones. Hace lo que puedas" me dijo, dandome la palmadita en el hombro.
Quedaba poco tiempo, y ya había ingresado lo que salía por inercia de mis dedos. Lo innato. Lo que era un juego para mí. Lo demás lo tendría que deducir de las instrucciones, las cuales estaban en un texto que repetía cada cinco líneas lo mismo. Una maraña de ordenes. Muy ambiguo. Una perdición para la lectura. Más aún si el nerviosismo y la ansiedad por seguir ingresando comandos me comía el cuerpo entero.
No había nada más por hacer. Tratar de entender era lo único que podía hacer, así que leí las instrucciones que quedaban y seguí ingresando comandos.

"Es por que la querí po'"
"Pero sólo la quiero. No sé por qué duele tanto esta güeá. No entiendo por qué me llenó tanto el que llevaramos una relación tan simple y de niños. Al principio hubo intimidad, pero después decidimos abortar esos momentos y vivir cada segundo. Y se supone que eso aburre o se vuelve rutinario, pero no para mí. Adoré cada momento y cada instante después de haber hablado. Me entiendes?"
"Pero si esa güeá es la raja, Omar. Esa güeá es lo mejor que te puede pasar en la vida y no podí encontrar eso tan facil" dijo, sorbiendo de su cerveza.

Y ahí estaba, sobreviviendo. Lo último de mí para el mundo.
"Jovenes, dejen de escribir. Por favor, muestrenme la pantalla del porcentaje cuando llegue a sus puestos" decía Agüero, el cual venía desde el principio de la sala chequeando computador por computador cuales eran los porcentajes obtenidos.
Yo no paraba de ingresar las instrucciones que había alcanzado a leer y a entender. No había visto el porcentaje desde que se había parado a mi lado y la ventana decía "43%". No había sido capaz de mirar, porque temía de que el no ver que no subiera, me derrumbara y me quedara con ese porcentaje, el cual equivale como nota 1,2 o un 1,4, creo. Y yo necesitaba un jodido 70%. Pero ya no podía intentar 15 minutos más. El profesor estaba a mi lado, esperando a que yo le mostrara la pantalla del porcentaje.
"¿Cuanto sacaste?" escuché que le preguntaba el tipo de mi lado a otro compañero.
"40%, güeón ¿Tú?"
"35%" decía con voz agonica.
"Señor Chávez, muestreme su porcentaje" me dijo Agüero.
Lo miré y creo que le sonreí. Miré la pantalla y con el cursor le hice clic a la barra en donde estaba el porcentaje, pero no quise mirar. El ingeniero pedagogo se inclinó para ver y anotó el porcentaje en una hoja al lado de mi nombre, y luego continuó con los otros estudiantes.
Mirar era terminar con todo o empezar con algo. Sólo tenía que girar la cabeza. En ese momento deseé que estuvieras ahí. 
Me giré y vi la barra.
El porcentaje era...





FIN :)

viernes, 10 de diciembre de 2010

Capítulo 99: Sobrevivientes (Primera Parte)

Cuando quise regresar a la orilla de la playa, la dirección de la corriente era otra y las olas se formaban de manera uniforme. Nacían desde lugares que no lo deberían hacer y crecían de una manera aterradora. El mar calmo en donde flotaba comenzaba a enfurecerse. No me quería ahí. Playa Grande estaba repleta hasta las toallas. Si algo malo me pasa, pensé, era seguro que alguien me vería si pido ayuda. El problema era que estaba cansado. Llevaba quizás dos horas flotando en lo que algún momento fueron aguas calmas, y en ese momento las piernas las tenía entumecidas y frías. El agua ya comenzaba a agolparse en mi boca. Los brazos eran los únicos que no me abandonaban aún. Me obligué a calmarme. La orilla estaba a unos diez metros. Había nadado más de diez metros en otras ocasiones. Por qué no habría de hacerlo ahora. Sólo era agua de mar con mucha sal, olas locas y una corriente en mi contra. Sólo había que nadar fuerte. Entonces me sumergí en el mar que aparte de estar molesto, se había enfriado al punto de la congelación. Lo único que traté de hacer fue nadar con fuerza y acordarme a la perfección de mis clases de natación, para así no tragar tanta agua. Pero nada de eso sirvió. Las trombas que me llevaban de acá para allá me hacían tragar demasiada agua, y lo que trataba de botar no servía para despejar mi garganta de la sal. Asomé la cabeza y la orilla aún estaba a diez metros. El mar parecía más enfurecido. El agua más fría. Mi cuerpo estaba totalmente agotado. Lo intenté otra vez, pero nada. Más sal. Más lejos. Más cansado. Más miedo. Más desesperación. Entonces me relajé y no dejé que pensamientos estúpidos me ahogaran la mente. Tampoco pensé en llamar por ayuda. La orilla estaba jodidamente cerca. ¿Cómo no lo iba a lograr? Entonces comencé a flotar recostado horizontalmente sobre el agua, para ganar energías. Pero las corrientes no me dejaban estar tranquilo. Así que tuve que enderezarme otra vez y seguir gastando energías de mis brazos para mantenerme sobre el nivel del agua. Recuerdo que ya no escuchaba a la gente. Pero eso no me hizo pensar que estaba más lejos. Creí que era la sal en mis oídos. Así que traté de nadar otra vez. La tercera es la vencida. Pero ahora fue el aire el que me faltó. Y ya no quedaban fuerzas para intentar. Sólo estaban las que me dejaban flotar. Así que pensé en qué momento se me ocurrió sobrepasar el área en donde se formaban las olas para estar más tranquilo y no tener que enfrentarlas. Ahora estaba ahí, cansado y perdiendo las energías. Ahí, detrás de las olas y nadie me podía ver… Nadie!... Nadie desde la orilla me veía!... Comencé a gritar por ayuda. Agitaba el brazo mientras que el agua me jalaba hacia el fondo y la sal me quitaba el aire. Pero seguía agitando el brazo. Alguien… alguien tenía que verme. No sé. Algún niño o una señora. Pero no. Era invisible frente a los demás. Mi cuerpo, quizás su color, se mezclaba con el mar. Y como amo tanto al mar, en algún momento pensé “Quizá tengo que ser parte de ti y debo irme ahora contigo” Y una tranquilidad enorme me abordó. Me había entregado, porque nadie me veía. Era invisible. Nadie iba a ir por mí. Era lo que pensaba ya en ese momento… Pero otro algo me dijo “Lucha… sobrevive… o por lo menos inténtalo” Y fue en ese instante en que le dije “Okey, el último intento o si no… tú sabes” Me sumergí y braseé y agité las piernas. Eran las últimas energías. Mi último respiro. Era lo último de mí para el mundo. Y lo último de mi eran mis patéticas ganas de vivir. Nadé y lo hice con fuerzas trancadas, sabiendo que no lo lograría y que ahora venía el momento en que mis pulmones lucharían por algo de aire. Nadé seis braceos y decidí que ya no se podía hacer nada más. Y entonces me dejé… y mis pies tocaron fondo, mientras que la mitad de mi cuerpo estaba sobre el nivel del agua. La orilla estaba a un metro.

“Chao, cuídate” le dije y me giré hacia la puerta. El primer sol del 2010 golpeaba calcinante y brillante en los ojos. 
“Vas a hablar con ella?” me preguntó de repente. Me detuve. Pensé con la cabeza fría, aunque el sol me la estuviera quemando. Me devolví y me acerqué hacia ella. 
“Quieres que hable con ella?” le pregunté. 
“Es que parece que no tiene las cosas muy claras” se defendió. “Si tú quieres que hable con ella, lo voy a hacer”

Una luz, una luz muy poderosa y blanca. Los ojos arden. La boca sabe a sal y sangre ajena. Tu cuerpo está descontrolado. Hace frío. Un ente borroso entre la luz. Dos entes. Tres entes. Un paño envuelve tu cuerpo. La luz comienza a dispersarse. Los oídos están hinchados. El sonido se esconde. Das vueltas. Y de repente algo te presiona el pecho. No sabes lo que es, pero está ahí, agolpándote energía en los pulmones. No sabes cómo sacarlo. No sabes cómo liberarle. Hasta que se te ocurre abrir la boca y sale. Comienzas a llorar desgarrándote la garganta. Es el comienzo, y algo en tu mente te lo dice, y también te dice que será una lucha incesante, que la vida es una constate batalla y que no te puedes liberar de ella. Aquel momento es una adaptación instantánea y obligada. Estuviste nueve meses formándote, sin saber lo que era el dolor, el miedo, el arrepentimiento, las mentiras, la infidelidad, la traición, la angustia y las ganas de perder. Sólo estuviste ahí, envuelto en calor, creciendo sin saber por qué. Ni siquiera tenías que abrir la boca para comer porque la comida te entraba por un tubo conectado a tu ombligo. Todo era simplemente bello, hasta que llega el momento del comienzo. Sales y lo primero que haces es batallar, sin saber que pelear es lo que tendrás que hacer toda la vida. Ser un sobreviviente.
No tengo memoria del momento en que nací. Nadie lo tiene. Pero a veces deseo poder hacerlo, porque estoy seguro que es el recuerdo vivo del momento más maravilloso en la vida. El momento en que llegamos a ella y la comenzamos a vivir.

Recuerdo que sentí que Jack me despertaba con desesperación. Mi papá le decía a Simón que despertara. Camilo decía todos los garabatos habidos y por haber. La cama se azotaba con fuerzas descomunales de un lado a otro. La casa crujia con un poder que nunca habia sentido. Podía escuchar a los perros de mis vecinos ladrando con desesperación, y en la lejania de Casas Viejas a otros canes en igual situación. Las puertas y ventanas se estremecían dentro de sus marcos. Al levantarme, la oscuridad y el vaivén de la casa me desorientó. En realidad no asimilaba bien lo que pasaba. Corrí hasta la puerta de la pieza y me afirmé, junto a Jack y Camilo, del marco de ésta, mientras que bajo de nosotros se producía uno de los cinco terremotos más poderosos de la historia de la humanidad.

Mil veces me he preguntado cómo terminar el blog sin ser demasiado tedioso en un resumen demasiado largo. Creo que sólo basta con decir que ha sido un año extraño, lleno de altos y bajos. Mas bajos, por su puesto. Fuimos azotados por un poderoso terremoto y la costa sur del país fue tragada por el mar. Vivimos una verdadera catástrofe. 33 hombres quedaron atrapados en las profundidades de la tierra en el norte, sobreviviendo semanas con pocas provisiones y en la oscuridad de los pensamientos ligados a la muerte. 20 personas encontraron de forma sorpresiva la muerte hace poco en la Autopista del Sol. Bebés fueron olvidados en los autos de quienes los cuidaban. Hijos asesinaron a sus padres. Perros furiosos se comieron a sus dueños... Sí, ha sido un año raro. Sin embargo, más allá de que el país haya vivido un año extraño, nosotros, como individuos, tuvimos que sobrevivir a nuestras propias historias. Nos internamos en caminos lejos del que seguiamos constantemente. Quisimos probar un poco de lo desconocido, y fue un tanto dificíl volver y aprender. Sufrimos, tal vez, como si nunca lo hubieramos hecho y supimos de verdad lo que era estar envuelto en la oscuridad. Quizás tropesamos con la misma piedra una y otra vez. Se luchó por causa perdidas, pero se quiso dar el último respiro, aunque todos nos dijieran que estaba perdido. Escribimos historias que nunca pensamos escribiriamos, y estuvimos de protagonistas en escenas que nunca quisimos relatar. Lo hicimos. Hicimos lo que nunca y apostamos el todo por el todo. Nos equivocamos y aprendimos. Herimos y pedimos perdon. Fue un año de extremos, muy extremos.
Sin embargo, estás aquí, leyendo este tedioso resumen, vivo, respirando, recordando, a pesar de lo malo, todos los maravillosos momentos que viviste y experimentaste como persona. Porque a pesar del dolor y la angustia, supiste sonreir y darte las energias para sobrevivir y dar el siguiente paso. Te levantaste una y cada vez que la ola te tiró a las profundidades y te trató de ahogar. Te levantaste y respiraste otra vez el nuevo oxigeno para gritar otra vez y decir "Estoy aquí. Nadie me quitará esto". Sobreviviste a pesar de todos los intentos de rendición. A eso venimos. A vivir esto y dar todo por lo que quieres. A ser un sobreviviente.
Sólo dos cosas. Vive a base de tus sueños y por las ilusiones que lo mantienen vivo. Despierta y levantate cada día por ese sueño que te hace perder la cabeza y no te detengas hasta conseguirlo. Y no dejes de luchar hasta hacerlo realidad. Me lo dijo una vez una persona que ya no sé como está. Y por último, nunca dejes de ser un sobreviviente, pero a la vez vive cada instante regalado y ama la simpleza de la vida. Aún no es tarde.

Estoy a tres días de dar el examen que me hara egresar de técnico en telecomunicaciones. Al final me presento con un promedio 4,2. Nos vemos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Capítulo 98: Bombas de Tiempo

Somos como esponjas. Absorvemos todo lo que sucede a nuestro rededor y lo que nos choca directamente. A veces decidimos no hablar o quizás no tomar cartas en asustos que sí lo necesitan. Acumulamos verdades, rabias y penas, los tomamos y los guardamos dentro por el único hecho de no querer actuar. El problema es que todas esas cosas juntas se transforman en una bomba de tiempo. Peligrosa y silenciosa, los segundos corren dentro de ti y amenazan con explotar.
Cuidado con tus bombas de tiempo. No necesariamente te pueden herir a ti.

Finalmente María se alejó de Felipe. Volvió al camino. Hablamos el otro día por webcam y me contaba que su vida había logrado capturar la tranquilidad que alguna vez la reinó. Ahora estaba enfocada en terminar el postergado año de la pedagogia en inglés en la universidad, seguir entrenando y forjar quizás una pequeña carrera amateur en el kickboxer. Algo no menor en este país en donde los deportes de este tipo son comandados mayoritariamente por hombres.

Hace dos fin de semana Karla celebró su cumpleaños con una fiesta en su casa. De la pega me fui para la casa de Fernanda. Ahí me arreglé como es debido y partimos para allá. Mis primas viven en el paradero 20 de Av. La Florida. Fernanda vive en la misma avenida y Karla vive a 20 minutos de ella, dirección cordillera. Así que condicionada por la ubicación, la fiesta iba a estar, como el año pasado, llena de pelolays. Y no me equivoqué.
El ambiente era grato, a pesar de que no conociamos a nadie, y bastó que llegara el Koke, el pololo de Fernanda, para comprar unas cervezas y ponernos a conversar de miles de cosas. Mucha risa y mucha talla, y entremedio una comparación. En el asado de Jack sentí la extraña sensación de querer estar. Aquella noche aquella necesidad no estaba. Los pasos se van sucitando solos.

Llegó una nueva administración al Tottus. Y con ellos, nuevos problemas. El sábado Alejandra me estaba esperando frente al lineal de cajas, con las zapatillas de punta de clavos puestas, lista para irse. Ni le pregunté por qué se iba tan temprano. Eran las 10 de la mañana. Era obvio que el tema lo había visto con Joselyn, así que sólo me despedi y subí a la oficina. Exactamente, dos horas más tardes, recibo un preocupado llamado a la oficina.
"Informática. Buenas tardes" eran un poco más de las doce.
"Omar, don Santiago te eztá ezperando frente a la caja diezizeis" me dijo Claudia.
Me levanté lenta y cuidadosamente de mi silla y vi al alto y serio hombre, de brazos cruzado, observando como la supervisora me llamaba.
"Oka. Bajo altiro"
Creí que iba a necesitar un informe o presentarse, porque desde su llegada decían que se andaba presentando con todo el mundo, y hasta el momento yo era una ecepción.
Llegué y le extendí la mano, teniendo que obligadamente mirarle hacia arriba.
"Omar. Hola. Yo soy Santiago, el nuevo administrador de este supermercado. Parece que no nos habiamos presentado" dijo.
"No" le dije, bajo la presión de su altura, su mirada tenáz y su tronante voz.
"Bueno, quería saber donde estaba Alejandra" 
"Se fue" le respondí sin titubeos. 
Y el no titubear frente a la respuesta parece que fue lo que le molestó. Porque que vi como sus dos metros diez de altura se me fueron encima y me empezó a dar una catedra de indiciplina. El problema era que no sabía el por qué de la retirada temprana de mi compañera. Menos del para qué la necesitaba. Así que no me quedó otra que escuchar por qué un funcionario tenía que avisar de su retirada.
Obviamente llamé a mi jefa, la que me comentó que la nueva administración había llegado con toda la caballería monarquica y que no dejaban pasar ninguna. Además del hecho de que los subadministradores andaban como llaveros colgando del pailón. Todavia no le pongo sobrenombre.

Jack e Isabella volvieron. Explayar razones no puedo porque fueron muchos sucesos que deribaron en uno y dio paso a un quiebre y a un nuevo retorno. Así que esta historia sobrevivirá este blog y pasara al siguiente.

Hoy di la última prueba del técnico. Los resultados los entregaran la proxima semana. El capítulo 99 se subirá el domingo que viene y el capítulo 100 el lunes. El próximo blog ya está listo, pero tengo pronosticado subir la primera entrada en Enero.
Todo aquel que quiera seguir leyendo el siguiente blog, sólo debe pedirlo.


lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo 97: Tu Error Favorito

Te gusta alguna estrella de la televisión o del espectáculo? Algún amor platónico? Existen esas personas que vemos en la caja brillante llamada televisor y quedamos estupefactos por su forma de ser o porque tan sólo nos sentimos atraidos fisicamente. Y deben ser más de uno o dos los personajes que por ahí nos recuerdan momentos y llegamos en la noche a verlos donde siempre estan. Yo me acuerdo que en una teleserie juvenil del 13 me llamaba fuertemente la atención una de las actrices, la cual interpretaba a una joven bailarina con problemas cardiacos congenitos. Su ángel y su voz me encantaban a la hora de actuar, a parte de su pelo rojo.
La cuestión es que hoy mi vieja me levantó a las 7:30 de la mañana para acompañarla a comprar a Independencia esponja para las sillas y telas para unos pantalones que se quiere hacer. Ya allá, y con una bolsa de esponja en mis manos, la gorda buscaba dentro de una tienda alojada en un galpón telas para sus pantalones. Cuando de entre medio de todos los rollos de telas de todos los colores, aparece la actriz de la teleserie. No la pude creer, menos cuando se acercó a mí y me dijo:
"Cuanto vale el metro de esta?" mostrandome un rollo de tela que ni me acuerdo cómo era.
"Yo-yo no trabajo aquí" le dije baboso y nervioso.
Se rió de su equivocación, me pidió disculpas y se alejó.
En eso llega mi madre, me mira y me dice:
"Qué te pasó? Estás rojo"
"Nada"

Supusimos. Ese fue el error. Pensar qué es una garrafal caída. Yo supuse. Tú supusiste. Ellos supusieron. Y suponer que quieres algo es la base de un error. Entonces como yo supuse, todo se basó en un error. Así de frío. Y tú también supusiste. Supusiste que ser tú sería la forma más rapida de perderlo todo, así que decidiste no ser tú porque se suponía que yo me tendría que ir si jugabas a ser tú. Quisimos escuchar a nuestros miedos y a nuestras teorias infundamentadas, y apostamos a perder. Y perdimos. Y todavia no puedo aceptarlo del todo. La realidad es extraña... Pero ya tendrá que pasar.

Victoria es una propinera del Tottus que estudia enfermería. Es una chica linda, de sonrisa eterna y ojos llenos de luz. Su personalidad hace que todos en el super sepan quién es, porque siendo bien sinceros su extrovertida forma de ser no pasa desapercibida para nadie. Y a mí esos tipos de personalidad, un poco extremas, me chocan al principio.
Fue un día que se le ocurrió agarrarme pal güebeo por el alcance de nombre con el cantante de regeeton. Sólo pude sonreirle... fingidamente, obviamente, porque para qué iba a ser desagradable. No pues. Le sonreí, pero no le dije nada.
Y pasaron los fines de semanas, porque yo trabajo sólo sábado y domingo allá, y siguió leceandome y saludandome. Hasta que un día me agregó a Facebook. Sin embargo, en el momento en que iba a cliquear "aceptar" para ser su amigo, algo dentro me dijo "Cuidado con las solicitudes de amistad"
"Callate, mierda" le dije y la acepté.
Y después vino el Messenger. Esa evolución siempre es ultra rápida. Pero igual estaba reasio a entablar una conversación con contenido con ella. Así que la pescaba poco, porque su personalidad aún seguía siendo muy invasiva para mí, y eso me asusta. No soy bueno cohesionando palabras con personas que me ganan con su modo de ser.
Hasta que un día me hizo colapsar la paciencia.
"Por qué estás como Ocupado?" me preguntó refiriendose al estado de Messenger.
"Será porque estoy ocupado" le contesté.
Y me reclamó mi pesadéz. Yo no se lo discutí, porque tenía razón y tampoco me quería disculpar. Sin embargo, después viene la calma y la mente está más tibia y piensa con algo llamado razosinio. Entonces noté que en realidad había sido demasiado desagradable y ella no me había hecho nada para yo contestarle así.
Al otro día le hablé y le pedí disculpas. Sólo disculpas. Y comencé a hablar con otra disposición. Y la buena disposición pasó a convertirse en sensaciones agradables. Hasta que me encontré conversando hasta tarde con ella durante las noches.
Una linda amiga la Viki, de esas personas que tienen luz propia y logran envolverte con ella. Hace que la noche y la madrugada se valla más rápida. Es un momento de conversación intima y esclaresedora. Es un punto alto durante el día.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Capítulo 96: Ángeles y Demonios

Carlos es el nombre de un compañero mío del instituto. Un hombre normal. Buenas notas. Es su verdadero nombre. No le he ocultado con un seudonimo. Quiero que se sepa su verdadero nombre. Karina es la prima de Isabella. Una joven normal. Con sueños normales. Sale a carretear los fines de semana y en la semana trabaja arduamente para pagar su ropa y demaces. Viven y respiran como cualquiera. Hacen y beben como cualquiera. No se conocen. Pero misteriosamente, los tres, incluyendome, tenemos algo en común.

La historia es larga. Comenzó hace más de un año y nunca me atreví a escribir sobre ella por la simple razón de que frente a situaciones fuera de lo normal soy muy incredulo. El punto es que esto llegó hasta límites que nunca imaginé que iba a llegar. Haciendo un buen resumen, Carlos me habló de la fe y de Dios, del poder de la esperanza y de que sólo al creer en un ser divino se podían lograr cosas que nunca se habían logrado. Me decía que me había buscado porque me traía un mensaje. "En mí se escribe lo que se quiere transmitir. Soy un papel en blanco" recuerdo que citaba, como todo un evangelista de los años de la época de Jesús. Y yo sólo le escuchaba.
Aquellos primeros días, siendo sincero, le creía casi nada, pero a pesar de mi incredulidad, comenzaron a pasarme cosas que nunca había sentido. Me enseñó como sentir a este Dios del cual me hablaba. Y lo logré. Llegué a conversar con esta extraña energia que se agitaba dentro de mí en momentos que no había nadie que pudiera decirme algo.
En estos momentos, aquella energía es un gran aliado.

Pasó el tiempo y mayor las experiencias. Le conté a Carlos de mi videncia y de que podía ver las cosas que iban a ocurrir. Fue cuando Karina apareció en la historia. Quiero que quede claro que Carlos y Karina no tienen ningún vinculo, ni amistad o amigos en común, a parte de mí.
Karina me habló de la videncia de la muerte de gemelos en el parto de una amiga. Esta historia la conté en el capítulo 16. Yo le conté lo que me pasaba a mí. Y así tambien formamos un vínculo secreto. Las cosas así sólo la hablamos por messenger, porque en personas, frente a los demás, no tocamos nunca el tema.
El punto es que el vínculo con Karina creció, de una manera tal, que ella siente que venimos a esta vida con una misión, una misión que ambos debemos cumplir. Porque el tiempo pasó y las videncias para ella se convertieron en pesadillas apocalipticas. Ve el fin del mundo en todas partes. Su cuerpo se desdobla y puede ver a la capital de noche, sumida bajo la luz de una luna roja y oscuridad y miedo por doquier.
Le creo. Le creo porque Karina no tendría porqué mentir con respecto al tema. La cosa es que Carlos hace un tiempo comenzó a decirme lo mismo. Me dice que se acerca una guerra que acabara con todo, en donde él y yo tendremos que luchar en el nombre de la Humanidad. Suena a estupidéz de un güeón que quiere figurar, pero así es como habla. Y no exagero.

Qué creo yo? Creo que son demasiadas coincidencias. Sólo quería dejar esto escrito en el caso que el día de mañana pase algo y más personas se vean involucradas, para así dejar constancia del momento en que todo partió.

martes, 23 de noviembre de 2010

Capítulo 95: La Delgada Línea Roja

Siempre seguir la línea blanca y correcta es lo mejor. Ser alguién que no interfiere de forma negativa en la vida de los demás. Ser derechos y no alocados. Sobresalir porque no eres del montón. La disyuntiva es que por ambos costados de la línea blanca, a unos 50 centimetros, hay dos líneas rojas. Las puedes tocar, como todos, y seguir recorriendo la hermosa y linda línea blanca. Pero no recorrer ni atravesar las peligrosas y delgadas líneas rojas, porque te atrapan y no te dejan volver al verdadero camino. Y es peor cuando nunca las has recorrido y no sabes qué es lo que hay al otro lado.

A veces eres muy bueno, y ser malo no te queda bien. No te das cuenta cuando la vida toma una velocidad desgravitante y en unos segundos todo se torna turbio y denso. Recorrer la línea roja es sinónimo de desequilibrio. Tocarla es peligrosa y avismante. No saber caminarla te puede costar muchas cosas.

Unisono apareció hace tiempo en mi vida. Pero desde hace mucho que no oía de ella. Ahora ha vuelto y está pidiendo que sea parte de su ser.

Las notas del último ramo del tecnico promedian un 3.6. Queda una prueba y el examen. Las dos instancias, tan normales en la vida de todos, pueden definir muchas cosas.