martes, 3 de agosto de 2010

Capítulo 62: El Rededor

No sé si está enamorada, pero María está viviendo una nuevo ciclo amoroso con un practicante de ju jitsu (no sé si está bien escrito) de la academia en donde ella tambien entrena. Su nombre, paradojicamente, es Felipe y en estos momentos se encuentra acá en Santiago, preparandose para el circuito nacional de la rama que comienza en una semana.
¿Cómo partió? Como parten todas las conquistas. Se conectaron mediante los horas de entrenamiento, dandose cuenta en poco tiempo que habían demasiadas cosas en común.
María, desde que la conocí, se ha caracterizado por ser una mujer de un penetrante y poderoso carácter, dificíl a veces de tratar cuando de debatir se trata. Su personalidad le permite sin intervenciones tener el control de su vida y de las situaciones que la rodean. Entonces siempre cuando hablamos de la pareja ideal, la suya se compone de una sóla caracteristica: debía hacerla perder el control. Felipe fue y es eso.
¿Cómo siguió? Con momentos normales e inolvidables. Por lo que recuerdo, después del training se quedaban horas conversando, dandose cuenta que las personalidades de ambos eran muy similares, y que con el pasar de los días ella se acordaba menos de Mauro, su actual pareja en ese momento.
La suma de las horas de entrenamiento, las horas soñandolo, las horas en Messenger y los años esperandolo, dio como resultado la decisión de que él parecía ser el hombre del cual nunca se aburriría de sus abrazos.
Yo estaba contento. Parecía ser un buen güeón, hasta que aparecieron los puntos que lo convertían en el principe que de noche se convertía en un ogro.

"¿Querí una cerveza?" me preguntó.
Asentí.
Llegó con una botella individual y una plato con maní.
"Deberías probar con ese fondo" me dijo sorbiendo de su botella.
Ciclié la opción y en la parte central superior de la ventana apareció un mensaje que resaba "Configuración Aplicada"
Volví a la página del blog y presioné F5. La página se actualizó y mostró la fotografia deseada. En ese momento una ventana de Messenger se abrió. Ambos mirandonos leímos. Tuvimos que reír. El nick del contacto era Bufonalcuadrado.

Valparaiso fue la ciudad elegida para la celebración del regreso de Jack e Isabella. Suene como suene, ambos volvieron. Con un ron-cola y la ya vital cajetilla de cigarros de mi amigo, me contó del exquisito y vivido fin de semana en la quinta región. Al llegar al terminal de la ciudad portuaria, eligieron quedarse en una hostal úbicada frente al muelle principal. Me contó que era una de esas casas antiguas, de madera rigida, llena de aire oceánico y tres pisos de altura. La pieza tenía baño privado, agua caliente y televisión por cable. Pero lo mejor de todo era la priveligiada vista del puerto entero y el espectaculo que ofrecía de noche aquel inmenso monte de luces viviente. Sin lugar a dudas un fin de semana de ensueño. Todo lo que Jack e Isabella querían.

Felipe vive en un departamento en la ciudad de Concepción. Eso sonó lindo, hasta que María me dijo por qué no lo era tanto. El tipo vive con su novia. Lo más feo era que con ella lleva una considerable cantidad de tiempo. Al principio a mi amiga no le pesó la situación. Podía sobrellevar el conocimiento de que por las noches el hombre del cual se aferraba cada día más dormía con otra mujer. Total, él le entregaba muchas cosas en el tiempo que estaban juntos. Eso, hasta que se dio cuenta que la situación le pesaba, y tambien el que no pudiera estar con él como su corazón quería. Fue en ese momento en que empezó a sufrir y desmoronarse frente a cada discusión y los momentos de riesgo que tuvo que pasar para que no los pillaran juntos. María se desconectó del mundo y de sus principios. Bajó sus notas en la univeridad, entre otras cosas. Cambió el switch al pensar que el niñito que le hacía mil shows donde se le antojara, podía cambiar.
Sinceramente me asusté. Por momentos dejé de percibir a la mujer de tan letal carácter que había conocido hace tres años atrás y comencé a escuchar el dolor de una joven que había perdido completamente las riendas de la situación. Felipe, sin proponerselo, la controlaba a su regalada gana.

No entiendo por qué no le aconsejé tener cuidado. Es más, me alegré de que hayan pasado esos tres inolvidables días. La pasan bien juntos y eso le hace bien a Jack. Rién de estupideces todo el día y no se hacen problemas por tonteras. Viven y eso a la larga produce dulces sensaciones. Pero el domingo no duraría hasta la eternidad. Tenían que volver y nuevamente esperar, esperar a que todo valla bien, tan bien como empezó y que no vuelva a suceder lo que sucedió.
Desde hace días que no veía a Jack así, riendo porque sí. Las cosas se empiezan a equilibrar al rededor.

Las veces que hablamos, siempre me preguntaba si había salido, con quién y a donde. Obviamente, en las últimas respuestas, un nombre tiene que habersele grabado de tanto que lo nombré. También tuvo que empezar a sacar sus propias conclusiones. Sólo faltaba preguntar.
Jack estaba al lado, casi exitado de ver lo que escribían desde el otro lado. Yo reía por la situación.
"¿Estás andando con la Cami?" preguntó
Con Jack reímos a carcajadas.
"¿Le vas a responder?" me preguntó.
"Me da lata decirselo por aquí"
"Omar, terminaste una relación por teléfono" me dijo íronico, mientras iba por más maní.
"Tenía quince años, güeón" le respondí.
Miré la ventana y teclié la respuesta.
En ese momento la conversación se detuvo.
"Tiene que estar pa' la cagá" me dijo Jack, comiendo manís por la ansiedad.
"Na' quever, güea" le respondí, extrañado por el tiempo que demoraba en responder "Esto es un mero tramite"
La cuestión fue que se desmoronó en felicitaciones. ¿De qué procedencia? Poco importó.
"Pucha, se le ocurrió justo ahora saber qué era de mi vida. Quiero desconectarme para ir a ver a mi mami" me quejé.
"Despidete po'" me dijo Jack.
"Sí. Ya me aburrió su cuestionario" le dije "Cuidate. Nos vemos. Chao"

María se pegó el porrazo. Era lo que le faltaba. Las sospechas de que no era la única se hicieron fuertes. Fue por eso que optó por no ser más la arrastada y volver a capturar su personalidad. Decidió dejar de esperar sentirse querida y empezó a quererse ella misma. Dejó de sufrir por ser la segunda. Volvió a comprar su dignidad por algo mejor. Sin embargo, no lo dejará solo. Felipe sufre de depresión por los anabolicos que consume.
"Angeles como vo' quedan pocos" le dije "Sólo te pido que te cuides"
"Soy la única que se interesa por su bienestar. Tengo que estar con él y encarrilarlo al camino" me contestó.
Argumentó que su pareja es un maldito murcielago chupa sangre y que la familia no lo pesca desde hace mucho. Conosco bien a María para dudar en ayudarlo. Sobre toda las cosas, aún lo sigue queriendo.
Yo sólo puedo estar desde el otro lado del cable de internet para cuando quiera descargar el dolor por las embestiduras de la cambiante actitud del peleador.