Cuando se disponía a salir de sistemas, escuchó el aterrador sonido de la puerta siendo cerrada por dentro. Ya nada podía hacer. Tendría que enfrentar a la persona que venía caminando despreocupada con zapatos de taco, meciendo un manojo de llaves en una de sus manos. Alexander posó su vista en la conexión del pasillo que daba a la puerta, rogando a que no fuera otro él el que venía caminando. Y cuando una mujer se detuvo sorprendida por su presencia dentro de la gigantesca oficina, una sensación extraña de alivio y culpa lo abordó. La mujer, de unos veintiocho años, de pelo largo y negro, y color de piel trigeño, esbozó una irónica sonrisa, dispuesta a atacar la presencia de lo que parecía ser un cajero del departamento de electro.
"¿Qué hace usted aquí?" le preguntó.
Alexander sintió que conocía aquella voz. Sí, estaba seguro que era el tono de voz del segundo susurro que escuchó en el casino central aquel mismo día.
"Yo-éste... llamé y como no-no me pude comunicar con nadie, vine a ver si había alguien" contestó un nervioso Alex.
"El personal, a excepción de los subadministradores, el administrador y yo" dijo apuntandose con el dedo índice la encargada de sistemas"no puede ingresar a esta oficina. Si algún proceso es..."
"Interrumpido, puede ocasionar una falla grave al soporte informático de todo Loy's y generar una caída en todo el sistema" completó la frase Alexander, admirado de aquel conocimiento brindado por su mente que parecía conocer todo el sistema.
"Me alegro que lo tenga bien claro" contestó la mujer, la cual no quiso quedarse atrás en la discusión "Ahora, por favor, retirese y espero no tener que volver a verlo por acá"
Alexander, aún sintiendo la rareza de lo dicho, tan sólo se limitó a asentir y salió con la cabeza gacha de la oficina.
Cuando llegó a su casillero en el primer piso del edificio central, aún se sentía patético por la vergonsoza situación vivida con la jefa de sistemas. Decidió que las voces, la sensación de persecución y el verse a si mismo portando otro uniforme eran situaciones que ya habían escapado del límite de lo normal. Tenía que parar con toda esa paranoia y empezar a pensar con la cabeza fría. Se dijo así mismo que no volvería a dejarse envolver por aquellas sensaciones que comenzaban a darle problemas y no hacer casos de ideas descabelladas como sentirse conectado con el sistema de Loy's o la posible existencia de personas que ya no estaban en aquel mundo.
"Permiso" escuchó la voz clara y golpeada del primer susurro percibido por él en el casino central.
Se giró sobresaltado y se encontró con la figura de la mujer que por un momento le había encontrado la mirada en todo ese atestado lugar de almuerzo. De una mirada tenaz y estatura media, se hallaba de brazos cruzados esperando con impaciencia a que Alexander se corriera. El tecnologo se alejó siendo nuevamente acosado por las dudas ¿Por qué su actitud? ¿Era realmente de ella la voz que había escuchado al mediodía en el casino? ¿Lo estaba mirando a él o sólo fue una mera casualidad? Alex no lo pudo dudar dos veces, y antes de hacerlo se preguntó dónde habían quedado las ganas de dejar su demencia atrás.
"¿Nos conocemos?" le preguntó, dejando escapar su voz como un hilo de humo.
La seria y un tanto molesta mujer, se giró y cerrando con fuerzas la puerta de su casillero, le dijo:
"¿Cuanto llevas trabajando en Loy's?"
"Tres meses" contestó él.
"Yo llevo tres años trabajando aquí. Soy cajera en el supermercado. Y si mal no recuerdo hoy fue la primera vez que te vi, y espero no volver tener que hacerlo. Entonces, niño cobarde ¿Crees que nos conocemos?"
Alexander, casi meandose en los pantalones, sólo negó. La mujer, que parecía ser un ser lleno de furia e impotencia, se giró sobre sus pies y emprendió el camino hacia la salida.
Zorra engreída, pensó Alexander, mientras que volvía a terminar otro bochornoso episodio.
Se dijo que lo único que le faltaba era que su pase escolar no tuviera saldo. El pitido tras otro y la luz verda le dieron la buena noticia. Se sentó en el asiento más solitario de la micro y plantó su mirada en la calle. Tan sólo quería que el día terminara y nunca más ver a las dos estupidas que lo habían encarado en menos de una hora. Quizás la cosa no iba bien con sus maridos o el sueldo era demasiado bajo quiso pensar. No le gustaba pensar mal de las personas y sus actitudes, menos discutir. Pero sentía que todo aquello había sido totalmente gratis y hasta casual... No fue culpa tuya. Las cosas casuales son las que uno hace o realiza sin tener culpa directa. Y cuando aquel pensamiento se le incrustó en la mente, se sacudió con rabia y se restregó la cara.
"Para de pensar en esa mierda, Alejo" se dijo así mismo y volvió a mirar el exterior ya anochesido.
Sin embargo, tratar de expulsar los hechos poderoso era imposible. Se había visto así mismo, teniendo la sensación que podía ser una visión tangible, y se había dicho que quería recuperar a los que no estaban... ¿Quién no estaba? ¿Qué hecho, del cual no tenía culpa, habia echo desaparecer a esas personas? Y trató de pensar y de generar una lista de ideas. La primera candidata fue la idea de darle vueltas a éste extraño asunto lo que duraba el recorrido en micro hasta su casa. La segunda fue la posibilidad de haber echo algo que hubiera desencadenado inevitablemente en la muerte de un cierto grupo de personas. En ese momento supo que no le haría bien enterarse que era un asesino indirecto. Pero era totalmente factible de que aquellas personas lo estuviera atormentando para que conociera la cruel verdad. Es más, la idea se hacía más pesada al recordar los susurros escuchados en el casino central aquel día. Estaba convencido de que era imposible que tales voces las pudiera escuchar tan claras y limpias en lo que fue el bochorno de gente que había en el comedor. Entonces, si había sido el causal sin culpa de un asesinato multiple ¿En qué momento lo había ocasionado? Y trató de repasar nuevamente el dialogo con el otro él, logrando recordar únicamente Tu no tienes la culpa. Sintió que se desesperaba al percibir la batalla que se libraba en su interior. Las palabras podrían haber sido exclamadas por un mera visión producto de su paranoia, entonces ¿De qué servía darle vueltas al asunto? ¿Y las voces? Quizás eran otro eco más de su locura que poco a poco lo arrastraba a un laberinto oscuro, del cual dudaba la existencia del algún tipo de salida.
Derepente la micro frenó con fuerzas descomunales y tuvo que aferrarse a un pasamanos para no caer. Al frente, un fuego alimentado por el estanque roto de un vehículo colisionado con un poste de luz se desprendía como un demonio enfurecido hacia el cielo. Luces de balizas azules y rojas golpearon la cara de Alexander, el cual se hallaba perplejo observando el espectáculo presente.
"No puede ser" susurró "El accidente"
Se bajó del asiento y tocó reiteradas veces el timbre que avisa que quieres bajarte en el paradero que viene Vamos, chofe, abra la puerta. La verdad no es paciente. El silbido del aire comprimido escapando del sistema hidraulico que permite la apertura de las puertas se apoderó del aire. Alexander bajó y corrió a la pista que iba en dirección contraria a la suya.
"¿Cómo pude ser tan imbecil?"
Un Yaris casi lo volvió a atropellar. Llegó a la otra vereda e hizo detenerse a una micro. Se subió y trató de calmarse. El camino al pub donde había estado bebiendo antes de su accidente quedaba en Providencia. El camino era largo desde La Florida.
Alexander concluyó que su accidente había provocado, posiblemente, la muerte de otras personas. No recuerda haber escuchado de otros heridos la noche de su atropello, pero la idea de que la información haya sido ocultada para que no desarrollara sentimientos de culpas por lo ocurrido se hizo grande.
Un escalofrío le recorrió tibia y lentamente el cuerpo cuando ingresó al pub. Había una música de fondo suave endulsando el ambiente. No era un lugar tan grande como él imaginó alguna vez, pero poseía la no despreciable cantidad de unas veinte mesas y una sistema de luces entre violetas y amarillas que generaban la sensación de estar en ocaso de primavera. Y todo eso, para sorpresa de él, lo recordaba con nitidez, cosa que nunca había conseguido lograr el tiempo después del accidente. Caminó hasta la mesa que había estado sentado aquella noche y se sentó en la misma silla que había ocupado. Había pasado un año y unos meses desde aquella imborrable jornada. Ahora volvía ahí por la verdad.
"Tú" dijo un hombre a su lado, vestido con una camisa negra, pantalones del mismo color y un delantal que le cubría desde la cintura hasta las pantorrillas.
Alexander pareció recordar su rostro de alguna parte. Y trató de buscar en la lista de personas que alguna vez vio en su vida, pero no dio resultado.
"¿Dónde te he visto?" se atrevió a preguntarle.
"Aquí, hace un año más o menos" le dijo el tipo "Yo te atendí la noche del accidente"
Alexander no podía estar más sorprendido. No las buscaba y las piezas de los hechos iban sucediendo sola. Estaba seguro de que aquel mesero debería haber presenciado el accidente de principio a fin, y existiendo la posibilidad que no haya visto el choque en sí, sin lugar a dudas había visto todo lo sucedido después. Si hubieron más muertos, él lo sabía. Pero antes de atacar la hipotesis, se detuvo en otra incognita.
"¿Estaba solo esa noche?" le preguntó al mesero.
"Si. Llegaste y te fuiste solo" contestó sin bacilar el hombre que tomó asiento frente a él.
Alexander pareció desaparecer por la respuesta escuchada. A dos días de despertar, sus compañeros del instituto lo visitaron. Al no recordar nada de lo sucedido, el neurologo que lo atendió le relató cómo había llegado a la camilla en donde estaba ahora. Le dijo que estaba con unos compañeros del instituto bebiendo y que a causa de la borrachera había sido atropellado. Esos compañeros lo visitaron al segundo día de despierto, y le dijeron el por qué de su asistencia al pub.
Pero Alex había ido solo esa noche... ¿Por qué? ¿Por qué le mintieron?
"Llegaste y te serviste un vodka puro"
¿Vodka? No habían sido ron-colas. Dos mentiras en menos de una línea de relato ¿Qué venía después?
"¿Estás seguro que llegué solo?" le volvió a preguntar Alex con la sensación de creer que el mesero se estaba confundiendo.
"Completamente seguro. Tu accidente es recordado por todos aquí" le dijo el mesero apuntando a la barra, en donde una mesera y dos meseros más observaban atentos el díalogo que se sostenía "Te veías un poco apenado, y a veces hablabas solo. Ya en el cuarto vodka comenzaste a golpear la mesa y a maldecir. Notamos que no eras de esos tipos a los que les gusta causar alboroto, así que me senté contigo para tratar de apaciguar tu rabia. Te serví el quinto vaso de vodka y me contaste todo el problema"
"¿Problema?" le interrumpió Alexander atento al relato, no pudiendo recordar un problema en esa fecha que lo haya echo irse solo a tomar a un pub. Esa actitud no era propia de él.
"Lo típico de estos tiempos, amigo: las mujeres. En tu caso era una sóla mujer" dijo el mesero
"¿Una mujer?" se preguntó.
La primera mujer que se le vino a la mente por la cual podría haber tenido problemas en esa fecha era con Stephany, pero con ella las cosas estaban normales ¿Había otra mujer? ¿Otra? Y Alexander en algún momento quiso escapar para no saber por quién lloraba esa noche, pero se detuvo. Era posible que el accidente le hubiera provocado una amnesia que borró todo recuerdo de estar pasando un mal momento con Stephy, ya que también había olvidado por completo el accidente.
"Si. Tu polola" dijo el mesero. Alex confirmó a Stephany "Y ya en el sexto vaso empezaste a tratarla de maraca, de que no sabía lo que quería y te preguntabas gritando por qué las mujeres hacían sufrir a los hombres. En ese momento los demás clientes reclamaron el escandalo y te tuve que sacar..."
Y Alexander anotó la tercera, pero aún no confirmada, tercera mentira. Según sus compañeros, esa noche había salido a contestar el celular, y recordó la conversación con su padre y la incógnita del paradero de su perdido celular.
"Y en ese momento saqué mi celular para llamar a alguien" le dijo al mesero, el cual negó de inmediato con la cabeza.
"Te fuiste llorando por la vereda, todo borracho..."
Y Alexander logró recordar el momento.
Lloraba por amor y la angustia lo estaba matando por dentro. Quería olvidar y nunca más saber de... no era Stephy. Era otra mujer ¿Quién? Caminó por la vereda, sintiendo las nauseas del vodka rajandole el estomago. La loza iba y venía frente a él, obligandole a tantear con sus pies torpes el terreno que no paraba de moverse.
"Llegaste al medio de la avenida, y fue en ese momento que la camioneta te alcanzó" dijo el mesero de fondo en su visión.
Alexander recordó y sintió como la fuerza de la camioneta impactaba su cuerpo sin que nada pudiera evitarlo. Lo asimiló con la sensación de ser atravesado por multiples cuchillos. Su cuerpo, sin conciencia que lo tripulara, se desplazó por el capó y dio de lleno en el parabrisas, para luego elevarse impulsado por la fuerza de la velocidad del vehiculo y caer rodando sobre el asfalto.
Cuando volvio al presente, se vio de pies junto al mesero observando desde la vereda el sitio de los sucesos.
"¿Nadie murió esa noche?" preguntó Alexander, sabiendo que la verdad no se encontraba en esa estupida hipotesis.
"Tú fuiste la única victima de aquella noche. Era tarde y eran pocos los vehículos que a esas horas circulaban por la avenida" dijo el mesero.
"¿En algún momento dije el nombre de mi... polola?"
"Nicole"
Bien, Alex. No te dejes llevar por la impresión de la verdad. Esa noche estabas borracho y era totalmente legal haber nombrado a Stephany por el nombre de otra mujer. Pasa todo el tiempo, hasta cuando haces el amor con la mujer que amas. Pero y por qué le habían dicho que estaba con compañeros. Qué pretendían con decirle que había salido a contestar el celular... ¿Quién era Nicole?
Más respuestas no podía obtener de ese hombre. Le agradeció los minutos brindados y partió rumbo a su casa. Allá papá podía saber todo lo demás... y dónde estaba su celular.
"¿Qué hace usted aquí?" le preguntó.
Alexander sintió que conocía aquella voz. Sí, estaba seguro que era el tono de voz del segundo susurro que escuchó en el casino central aquel mismo día.
"Yo-éste... llamé y como no-no me pude comunicar con nadie, vine a ver si había alguien" contestó un nervioso Alex.
"El personal, a excepción de los subadministradores, el administrador y yo" dijo apuntandose con el dedo índice la encargada de sistemas"no puede ingresar a esta oficina. Si algún proceso es..."
"Interrumpido, puede ocasionar una falla grave al soporte informático de todo Loy's y generar una caída en todo el sistema" completó la frase Alexander, admirado de aquel conocimiento brindado por su mente que parecía conocer todo el sistema.
"Me alegro que lo tenga bien claro" contestó la mujer, la cual no quiso quedarse atrás en la discusión "Ahora, por favor, retirese y espero no tener que volver a verlo por acá"
Alexander, aún sintiendo la rareza de lo dicho, tan sólo se limitó a asentir y salió con la cabeza gacha de la oficina.
Cuando llegó a su casillero en el primer piso del edificio central, aún se sentía patético por la vergonsoza situación vivida con la jefa de sistemas. Decidió que las voces, la sensación de persecución y el verse a si mismo portando otro uniforme eran situaciones que ya habían escapado del límite de lo normal. Tenía que parar con toda esa paranoia y empezar a pensar con la cabeza fría. Se dijo así mismo que no volvería a dejarse envolver por aquellas sensaciones que comenzaban a darle problemas y no hacer casos de ideas descabelladas como sentirse conectado con el sistema de Loy's o la posible existencia de personas que ya no estaban en aquel mundo.
"Permiso" escuchó la voz clara y golpeada del primer susurro percibido por él en el casino central.
Se giró sobresaltado y se encontró con la figura de la mujer que por un momento le había encontrado la mirada en todo ese atestado lugar de almuerzo. De una mirada tenaz y estatura media, se hallaba de brazos cruzados esperando con impaciencia a que Alexander se corriera. El tecnologo se alejó siendo nuevamente acosado por las dudas ¿Por qué su actitud? ¿Era realmente de ella la voz que había escuchado al mediodía en el casino? ¿Lo estaba mirando a él o sólo fue una mera casualidad? Alex no lo pudo dudar dos veces, y antes de hacerlo se preguntó dónde habían quedado las ganas de dejar su demencia atrás.
"¿Nos conocemos?" le preguntó, dejando escapar su voz como un hilo de humo.
La seria y un tanto molesta mujer, se giró y cerrando con fuerzas la puerta de su casillero, le dijo:
"¿Cuanto llevas trabajando en Loy's?"
"Tres meses" contestó él.
"Yo llevo tres años trabajando aquí. Soy cajera en el supermercado. Y si mal no recuerdo hoy fue la primera vez que te vi, y espero no volver tener que hacerlo. Entonces, niño cobarde ¿Crees que nos conocemos?"
Alexander, casi meandose en los pantalones, sólo negó. La mujer, que parecía ser un ser lleno de furia e impotencia, se giró sobre sus pies y emprendió el camino hacia la salida.
Zorra engreída, pensó Alexander, mientras que volvía a terminar otro bochornoso episodio.
Se dijo que lo único que le faltaba era que su pase escolar no tuviera saldo. El pitido tras otro y la luz verda le dieron la buena noticia. Se sentó en el asiento más solitario de la micro y plantó su mirada en la calle. Tan sólo quería que el día terminara y nunca más ver a las dos estupidas que lo habían encarado en menos de una hora. Quizás la cosa no iba bien con sus maridos o el sueldo era demasiado bajo quiso pensar. No le gustaba pensar mal de las personas y sus actitudes, menos discutir. Pero sentía que todo aquello había sido totalmente gratis y hasta casual... No fue culpa tuya. Las cosas casuales son las que uno hace o realiza sin tener culpa directa. Y cuando aquel pensamiento se le incrustó en la mente, se sacudió con rabia y se restregó la cara.
"Para de pensar en esa mierda, Alejo" se dijo así mismo y volvió a mirar el exterior ya anochesido.
Sin embargo, tratar de expulsar los hechos poderoso era imposible. Se había visto así mismo, teniendo la sensación que podía ser una visión tangible, y se había dicho que quería recuperar a los que no estaban... ¿Quién no estaba? ¿Qué hecho, del cual no tenía culpa, habia echo desaparecer a esas personas? Y trató de pensar y de generar una lista de ideas. La primera candidata fue la idea de darle vueltas a éste extraño asunto lo que duraba el recorrido en micro hasta su casa. La segunda fue la posibilidad de haber echo algo que hubiera desencadenado inevitablemente en la muerte de un cierto grupo de personas. En ese momento supo que no le haría bien enterarse que era un asesino indirecto. Pero era totalmente factible de que aquellas personas lo estuviera atormentando para que conociera la cruel verdad. Es más, la idea se hacía más pesada al recordar los susurros escuchados en el casino central aquel día. Estaba convencido de que era imposible que tales voces las pudiera escuchar tan claras y limpias en lo que fue el bochorno de gente que había en el comedor. Entonces, si había sido el causal sin culpa de un asesinato multiple ¿En qué momento lo había ocasionado? Y trató de repasar nuevamente el dialogo con el otro él, logrando recordar únicamente Tu no tienes la culpa. Sintió que se desesperaba al percibir la batalla que se libraba en su interior. Las palabras podrían haber sido exclamadas por un mera visión producto de su paranoia, entonces ¿De qué servía darle vueltas al asunto? ¿Y las voces? Quizás eran otro eco más de su locura que poco a poco lo arrastraba a un laberinto oscuro, del cual dudaba la existencia del algún tipo de salida.
Derepente la micro frenó con fuerzas descomunales y tuvo que aferrarse a un pasamanos para no caer. Al frente, un fuego alimentado por el estanque roto de un vehículo colisionado con un poste de luz se desprendía como un demonio enfurecido hacia el cielo. Luces de balizas azules y rojas golpearon la cara de Alexander, el cual se hallaba perplejo observando el espectáculo presente.
"No puede ser" susurró "El accidente"
Se bajó del asiento y tocó reiteradas veces el timbre que avisa que quieres bajarte en el paradero que viene Vamos, chofe, abra la puerta. La verdad no es paciente. El silbido del aire comprimido escapando del sistema hidraulico que permite la apertura de las puertas se apoderó del aire. Alexander bajó y corrió a la pista que iba en dirección contraria a la suya.
"¿Cómo pude ser tan imbecil?"
Un Yaris casi lo volvió a atropellar. Llegó a la otra vereda e hizo detenerse a una micro. Se subió y trató de calmarse. El camino al pub donde había estado bebiendo antes de su accidente quedaba en Providencia. El camino era largo desde La Florida.
Alexander concluyó que su accidente había provocado, posiblemente, la muerte de otras personas. No recuerda haber escuchado de otros heridos la noche de su atropello, pero la idea de que la información haya sido ocultada para que no desarrollara sentimientos de culpas por lo ocurrido se hizo grande.
Un escalofrío le recorrió tibia y lentamente el cuerpo cuando ingresó al pub. Había una música de fondo suave endulsando el ambiente. No era un lugar tan grande como él imaginó alguna vez, pero poseía la no despreciable cantidad de unas veinte mesas y una sistema de luces entre violetas y amarillas que generaban la sensación de estar en ocaso de primavera. Y todo eso, para sorpresa de él, lo recordaba con nitidez, cosa que nunca había conseguido lograr el tiempo después del accidente. Caminó hasta la mesa que había estado sentado aquella noche y se sentó en la misma silla que había ocupado. Había pasado un año y unos meses desde aquella imborrable jornada. Ahora volvía ahí por la verdad.
"Tú" dijo un hombre a su lado, vestido con una camisa negra, pantalones del mismo color y un delantal que le cubría desde la cintura hasta las pantorrillas.
Alexander pareció recordar su rostro de alguna parte. Y trató de buscar en la lista de personas que alguna vez vio en su vida, pero no dio resultado.
"¿Dónde te he visto?" se atrevió a preguntarle.
"Aquí, hace un año más o menos" le dijo el tipo "Yo te atendí la noche del accidente"
Alexander no podía estar más sorprendido. No las buscaba y las piezas de los hechos iban sucediendo sola. Estaba seguro de que aquel mesero debería haber presenciado el accidente de principio a fin, y existiendo la posibilidad que no haya visto el choque en sí, sin lugar a dudas había visto todo lo sucedido después. Si hubieron más muertos, él lo sabía. Pero antes de atacar la hipotesis, se detuvo en otra incognita.
"¿Estaba solo esa noche?" le preguntó al mesero.
"Si. Llegaste y te fuiste solo" contestó sin bacilar el hombre que tomó asiento frente a él.
Alexander pareció desaparecer por la respuesta escuchada. A dos días de despertar, sus compañeros del instituto lo visitaron. Al no recordar nada de lo sucedido, el neurologo que lo atendió le relató cómo había llegado a la camilla en donde estaba ahora. Le dijo que estaba con unos compañeros del instituto bebiendo y que a causa de la borrachera había sido atropellado. Esos compañeros lo visitaron al segundo día de despierto, y le dijeron el por qué de su asistencia al pub.
Pero Alex había ido solo esa noche... ¿Por qué? ¿Por qué le mintieron?
"Llegaste y te serviste un vodka puro"
¿Vodka? No habían sido ron-colas. Dos mentiras en menos de una línea de relato ¿Qué venía después?
"¿Estás seguro que llegué solo?" le volvió a preguntar Alex con la sensación de creer que el mesero se estaba confundiendo.
"Completamente seguro. Tu accidente es recordado por todos aquí" le dijo el mesero apuntando a la barra, en donde una mesera y dos meseros más observaban atentos el díalogo que se sostenía "Te veías un poco apenado, y a veces hablabas solo. Ya en el cuarto vodka comenzaste a golpear la mesa y a maldecir. Notamos que no eras de esos tipos a los que les gusta causar alboroto, así que me senté contigo para tratar de apaciguar tu rabia. Te serví el quinto vaso de vodka y me contaste todo el problema"
"¿Problema?" le interrumpió Alexander atento al relato, no pudiendo recordar un problema en esa fecha que lo haya echo irse solo a tomar a un pub. Esa actitud no era propia de él.
"Lo típico de estos tiempos, amigo: las mujeres. En tu caso era una sóla mujer" dijo el mesero
"¿Una mujer?" se preguntó.
La primera mujer que se le vino a la mente por la cual podría haber tenido problemas en esa fecha era con Stephany, pero con ella las cosas estaban normales ¿Había otra mujer? ¿Otra? Y Alexander en algún momento quiso escapar para no saber por quién lloraba esa noche, pero se detuvo. Era posible que el accidente le hubiera provocado una amnesia que borró todo recuerdo de estar pasando un mal momento con Stephy, ya que también había olvidado por completo el accidente.
"Si. Tu polola" dijo el mesero. Alex confirmó a Stephany "Y ya en el sexto vaso empezaste a tratarla de maraca, de que no sabía lo que quería y te preguntabas gritando por qué las mujeres hacían sufrir a los hombres. En ese momento los demás clientes reclamaron el escandalo y te tuve que sacar..."
Y Alexander anotó la tercera, pero aún no confirmada, tercera mentira. Según sus compañeros, esa noche había salido a contestar el celular, y recordó la conversación con su padre y la incógnita del paradero de su perdido celular.
"Y en ese momento saqué mi celular para llamar a alguien" le dijo al mesero, el cual negó de inmediato con la cabeza.
"Te fuiste llorando por la vereda, todo borracho..."
Y Alexander logró recordar el momento.
Lloraba por amor y la angustia lo estaba matando por dentro. Quería olvidar y nunca más saber de... no era Stephy. Era otra mujer ¿Quién? Caminó por la vereda, sintiendo las nauseas del vodka rajandole el estomago. La loza iba y venía frente a él, obligandole a tantear con sus pies torpes el terreno que no paraba de moverse.
"Llegaste al medio de la avenida, y fue en ese momento que la camioneta te alcanzó" dijo el mesero de fondo en su visión.
Alexander recordó y sintió como la fuerza de la camioneta impactaba su cuerpo sin que nada pudiera evitarlo. Lo asimiló con la sensación de ser atravesado por multiples cuchillos. Su cuerpo, sin conciencia que lo tripulara, se desplazó por el capó y dio de lleno en el parabrisas, para luego elevarse impulsado por la fuerza de la velocidad del vehiculo y caer rodando sobre el asfalto.
Cuando volvio al presente, se vio de pies junto al mesero observando desde la vereda el sitio de los sucesos.
"¿Nadie murió esa noche?" preguntó Alexander, sabiendo que la verdad no se encontraba en esa estupida hipotesis.
"Tú fuiste la única victima de aquella noche. Era tarde y eran pocos los vehículos que a esas horas circulaban por la avenida" dijo el mesero.
"¿En algún momento dije el nombre de mi... polola?"
"Nicole"
Bien, Alex. No te dejes llevar por la impresión de la verdad. Esa noche estabas borracho y era totalmente legal haber nombrado a Stephany por el nombre de otra mujer. Pasa todo el tiempo, hasta cuando haces el amor con la mujer que amas. Pero y por qué le habían dicho que estaba con compañeros. Qué pretendían con decirle que había salido a contestar el celular... ¿Quién era Nicole?
Más respuestas no podía obtener de ese hombre. Le agradeció los minutos brindados y partió rumbo a su casa. Allá papá podía saber todo lo demás... y dónde estaba su celular.